☆ capítulo veinte; motocicletas y chicos malos.

3 0 0
                                    

Luke ♡

No puedo quitar mis manos de Charlie en cuanto salimos del bar. No del todo, en cualquier caso. A medida que camina delante de mí, coloco una mano en la base de su espina dorsal. Siento su tensión ante el contacto. No es que se encoja, pero se crispa. Como si le sorprendiera con una pequeña corriente eléctrica. Como si estuviera sintiendo lo mismo que yo. Y apostaría cualquier cantidad de dinero a que sí.

Es tensión sexual. Es atracción. Es anticipación. Ella ya ha elegido. No tiene que decírmelo, o incluso admitirlo ante sí misma, pero lo ha hecho, no obstante. Lo puedo sentir.

Camino con ella hasta su coche. Mi motocicleta está aparcada en frente. Se detiene cuando llegamos.

-¿Esto es lo que conduces? -pregunta volviendo esos grandes ojos hacia mí.

-Sí -respondo, pero luego agrego con una sonrisa tonta-, pero no estarás sorprendida, ¿no? ¿No es acaso lo que hacen los chicos malos? ¿Conducir motos y romper corazones?

Sonríe débilmente.

-Supongo.

Se da la vuelta, abre la puerta de su coche y levanta el capó.

No debí decir eso.

Desato los cables de arranque que traje de detrás del asiento y los engancho a mi batería.

-¿Eso será suficiente para arrancar mi coche?

-Debería serlo. Ve, inténtalo.

Observo a Charlie meterse en su coche e intentar darle arranque. El motor no se mueve, sólo hace un sonido parecido a un "clic".

Niega con la cabeza y sale del auto.

-No funciona.

-¿Eso crees? -me burlo.

Ella inclina la cabeza hacia un lado y lanza una mirada de odio.

Mierda, es adorable.

-La razón del problema, es que suena a que falla alternador, no la batería.

Charlie azota la puerta del coche.

-Oh Dios mío, eso es caro, ¿verdad? -murmura.

-No es barato. Pero conozco a un tipo -le digo con mi mejor voz de mafioso.

Me mira y ríe.

-Esos contactos sospechosos, ¿eh? ¿Puedes conseguirme un par de botas de cemento mientras estás en ello?

-Probablemente -le digo, sin expresión.

Veo unas líneas de preocupación cruzar por su frente. No sabe si hablo en serio o no.

-Toma tus cosas. Te llevaré a casa. Haré que mi amigo venga a por tu coche y ya se nos ocurrirá algo por la mañana.

Parece indecisa, dando golpecitos con los dedos a lo largo del marco de la puerta.

-Estará bien aquí. Nadie le hará nada a tu coche.

Ella resopla. Y luego parece avergonzada por ello.

-En cierto modo, casi me sentiría aliviada.

-Ey, conozco a un tipo... -repito.

Se ríe abiertamente. Y adoro ese sonido. Me hace pensar en querer hacerle cosquillas. En la cama. Mientras está desnuda. Debajo de mí.

Sin más discusiones, cierra la puerta de su coche y viene a detenerse al lado de mi moto. Se encoge de hombros.

-¿Ahora qué?

-¿Nunca antes has montado en moto?

-Nop.

-¿Qué clase de novia de "chico malo" eres? -pregunto con fingida consternación.

-Evidentemente, una muy mala.

Me monto en la motocicleta y tomo el único casco.

-Nah... es sólo que aún no has conocido al chico malo correcto.

Sus mejillas se sonrojan un poco. Quiero besarla. De nuevo. Y lo haré. Sólo que no ahora.

-Ponte esto y luego sube detrás de mí -le digo tendiéndole el casco.

Obediente, se lo coloca y pasa una pierna sobre el asiento, detrás de mí hasta subirse del todo.

Observo sus largas piernas desnudas a los costados de mis caderas y miro atrás hacia ella. Sus ojos brillan detrás del casco mientras se sitúa contra mí.

-Pon tus brazos alrededor de mi cintura y sujétate.

Sus ojos nunca abandonan los míos, se inclina más cerca y siento sus brazos alrededor de mi estómago. Puedo sentir esos pechos llenos que tiene y siento un tirón dentro de mis vaqueros.

Me doy la vuelta y enciendo el motor. Lo dejo calentar por unos segundos mientras recobro la compostura. Es difícil sacar de mi mente la imagen de ella sentada frente a mí, sin esos pantalones cortos, con sus piernas envolviéndome. Le daría el mejor viaje de toda la vida.

Con un gruñido, giro el motor y quito la pata que sostiene la moto. Cambiando rápidamente la marcha, salimos disparados por la calle.

Me encanta la adrenalina de mi moto. Siempre lo he hecho. Hago todo lo que puedo para ahuyentar la sensación de Charlie apretándose en mi espalda, pero creo que nada podrá lograrlo, excepto una semana encerrado en una habitación con ella. ¡Y qué semana sería!

No nos toma demasiado tiempo llegar a su casa. Es una especie de dulce tortura. En cierto modo, me gustaría que el viaje fuera más largo. Pero luego, por otro lado, me alegro de que no lo sea.

Cuanto más tiempo permanece envuelta alrededor y mientras más se aprieta contra mí, se me hace más difícil controlarme.

Sobre todo ahora que sé que me desea.

Y que está tan cerca de admitirlo.

Cuando me detengo en la acera, Charlie duda por un segundo antes de bajarse. Se pone a mi lado y me devuelve el casco que ya se ha quitado. Lo sostengo bajo el brazo, apretado contra mi pierna y espero a que hable. Parece como si tuviera algo que decir.

-¿Cómo supiste dónde vivo?

No suena preocupada, sólo curiosa.

-Fichas de empleados, ¿recuerdas?

-Ahh... -murmura mientras asiente. Está esperando. Y creo saber qué-. ¿Quieres pasar?

-Será mejor que me vaya, pero gracias, de todas maneras.

Es buena ocultando su decepción. Pero no tanto.

-Está bien. Bueno, gracias. Aprecio mucho que vinieras a ayudarme. Y por traerme a casa también, claro.

-No hay problema.

-Así que... supongo que hablaremos mañana.

-Sip. Estaremos en contacto.

Asiente otra vez, lentamente. Aguardando.

-Bueno, buenas noches.

Me encanta verla, observando su incertidumbre y vacilación. Y sus intentos de negar lo que ambos sabemos que está sintiendo. Provocarla va a ser muy divertido.

Caliente, dulce y sexy diversión.

Extiendo la mano y le quito el cabello del rostro.

-Dulces sueños, Charlie.

Me apresuro a ponerme el casco para ocultarle mi sonrisa. Quiero que esté preparada para suplicarlo.

down to u ♤ [l.h]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora