8. Más pistas.

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Ya teníamos la identidad de las víctimas, fotos de la escena del crimen y la causa de la muerte de ambas. Eso era más que suficiente para hacer un artículo.

Y así fue. A la mañana siguiente, mi artículo salía en primera página del periódico local. Las noticias televisivas también hicieron hincapié en mi artículo. La noticia del doble asesinato pronto se transmitió por todo el país.

Aunque ya había publicado un artículo, aquello no había hecho más que empezar. Ahora tendría que informar de todos los avances de la policía en el caso.

Aquella mañana, después de sacar a pasear a Eiffel, fui directa al trabajo. Al llegar me encontré una nota en la mesa. En esta decía:

<<Querida Laionel.

He tenido que irme de viaje por un problema familiar. Espero que no me necesites mientras estoy fuera, aunque seguro que no te hago falta pera resolver el caso.

Estaré fuera unos meses, pero seguiré todo lo que pasé.

Recuerdos y buena suerte.

Jerry .E. >>

Al leer la pequeña nota de mi compañero se me escapó una sonrisa.

Guardé la carta en un cajón y llamé al Sr. Suarez. Aún no había hablado con Miracle, ya que esta estaba muy ocupada con sus ruedas de prensa, así que esta era mi oportunidad.

Llamé desde el teléfono fijo. Marqué el número de Suarez y este me contesto enseguida. Él vivía en otro país, así que tardaría más días en enterarse:

· Hola Sr. Suarez, vuelvo a ser Richy.

· Hola querida, ¿Cómo estás?

· Estoy bien. ¿Podría preguntarle algo?

· Claro, querida.

· ¿Conoce a Narek Gevorg?

· Claro que lo conozco. Es un empresario agarrado y corrupto, camino a la banca rota. Alguna vez intento convencerme, a mí y a mis hijos, para que le vendiésemos nuestra compañía. No es que fuese ni convincente ni muy amigo de la familia, que digamos.

· ¿Sabe si Narek y Brice se conocían?

· Que yo sepa no. Brice nunca me comentó nada.

· Vale, gracias.

Después de decir aquello colgué. No se me había ocurrido antes. Si Narek Gevorg y Brice Nicodème habían sido envenenados por la misma persona, tenía que haber alguna conexión entre ellos.

Me apresure a llamar Miracle y a quedar con ella, pero esta vez me contesto en jefe del cuerpo policial de homicidios, Jewel Rufus.

Me comentó que me pasara por comisaria y que allí conversara con Miracle. No lo dijo exactamente con estas palabras, pero vosotros ya me entendéis.

Una vez me levanté, salí corriendo hasta mi coche, con toda la información que recogí. No tardé en pulsar, involuntariamente, el botón de apertura del coche, cinco veces seguidas.

Cuando conseguí relajar los nervios y subirme a mi coche, me llamo un número privado. Miracle tiene uno, y es con el que muchas veces me llama; y además Jerry siempre tiene un teléfono de tarjeta privada por si pierde o se le estropea el suyo.

Como era de esperar conteste. Pero esta vez, no me contesto ni Miracle, ni Jerry. Reconocí una voz grave y con cierto acento asiático. Empezó a hablar en otro idioma del que yo no entendía y luego cambió al inglés:

· Nueva York, 2 y 5 de octubre de 1978 y 11 de diciembre de 1979. Próximo 3 de enero, dos más. Esperamos que acuda.

No entendí nada. ¿Cómo que esperamos que acuda? ¿Y que tenían que ver todas esas fechas?

Al poco rato de callarse, colgó. Me quede un poco parada. No entendí nada de esa llamada. El número no lo tenía registrado y era de tarjeta.

Decidí ignorarlo por el momento. Seguramente se había equivocado. Además, si me volvía a llamar, podía hablar con Karly.

Así que lo olvidé y arranque, por fin, el coche.

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