Capítulo X

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Salí eyectado hacia la alacena y busqué todas las bolsas que pude, y las más grandes y resistentes. Ella mi miraba sin entender nada y se lo dije:

–Si, soy maricón. Y ésta va a ser la última ve que me ves la cara –dije a los gritos mientras iba por última vez a mi pieza

–¿Qué? –me dijo A dónde te podes ir sin plata, a la calle.

–Tengo quién me mantenga, no como vos.

Y en ese momento comencé a meter mis libros del colegio y de lectura en una de las bolsas, y empecé a tirar la ropa que más me gustaba ahí adentro. No me vi la cara pero debía estar rojo como un tomate de la rabia, la ira, la bronca.

–No te podes ir, ¡me tenés que obedecer hasta los 18! –me gritó

–Por suerte faltan menos de tres meses para eso, así que hasta que me buques, me encuentres y me traigas a la fuerza, ya me estaría yendo de nuevo. Ni deberías usar tu tiempo en eso. –lo grité mientras vaciaba mi cajón de ropa interior con medias y bóxers en la bolsa

En ese momento sentí la bocina del auto se Eric, la verdad lo intuí ya que no la conocía nunca la había escuchado. Realmente temí por lo que podía pasar en ese momento, no sabía de que era capaz ella, ni yo, ni siquiera Eric de su reacción en esa situación tan tensa.
Salí corriendo y agarraba las cosas que eran mías mientras iba saliendo quería irme lo antes posible. Agarré dos bolsas enormes y mi mochila y salí rapidísimo.

Lo que más me dolió fué ver a mi perro, saber que esa era la última vez que lo veía, que los dejaba para siempre, ese animal era el amor de mi vida no lo podía dejar así nomas. Teníamos una historia muy fuerte juntos y más me dolía dejarlo con esta loca. Lo acaricié en el cuello y salí.
Rápidamente subí al auto de mi novio y me aleje de manera rauda alejándome de mi madre y mi vida anterior.

Creo que cabe aclarar que nunca fue agresiva, ni peleábamos, pero esos chistes con los gay, decírtelo a mi cuando no lo era, por lo menos en ese momento o siquiera tuviese una cereza de que lo decía era real. Me dolía psicológicamente.

–¿Estás bien, no te paso nada? –me preguntó

–Si. –dije

***

Llegamos a su casa y no podía contener la tristeza y la rabia. No era yo éste, yo no era así. ¿Qué iba a hacer ahora?
Y en ese momento lo que ma a necesitaba llegó, un abrazo de él, tan fuerte y tan cálido como lo esperaba. Me sentí la mayor molestia en ese momento, no llevábamos una semana juntos y yo ya le había pedido vivir con él.

–Me siento una molestia –dije

–¿Por qué mi amor? –me dijo soltándose del abrazo

–No llevamos nada juntos, menos de una semana y yo te pedí esto. Es un salto muy brusco en nuestra relación, que casi no es relación aún, recién comienza. –argumenté

–Es cierto que no me lo esperaba. Y nunca mi respuesta hubiera sido dejarte ahí, o que en dejes por culpa de tu mamá. No me lo hubiera perdonado. Claro que ahora somos dos personas viviendo voy a tener que trabajar en doble, pero lo va a valer. Lo juro

–¿Trabajar el doble? No lo voy a aceptar. No en sentiría bien viviendo acá gratis mientras trabajas para mantenerme a mi, no tenés ningún deber de hacerlo.

–No te voy a dejar sólo –me dijo y me agarró de los hombros

Irrumpió el momento con un beso y no pude no dejarme llevar por el mismo.

–Voy a tratar de ayudarte en todo lo de la casa, por más que lo odie voy a limpiar, cocinar y todo lo necesario.

–No es necesario que lo hagas, yo puedo. ¿Vos estás bien? Te vi triste cuando te ibas.

–Si, estoy bien –respondí

Una vez que llegamos a casa, mi nueva casa y me da orgullo decirlo, le vi a los ojos y lo besé lo más fuerte que pude dentro del auto, fue algo tan pasional, de agradecimiento, de todo lo que hizo por mi hasta ahora, lo amo.

PROHIBIDO (Gay) [PAUSADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora