Capítulo 9

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Derrepente por la puerta apreció la novia de Jesús.

-Cari, ¿qué pasa?

-Nada, entra.

-No me fío.

-¿No te fias de mi?

-Ante una chica poderosa, no.

-Por favor, entra.

-Que no, que no me voy coño. Que con putas no te dejo sólo.

Jesús se levantó lleno de furia y rabia, le Chillaba.

-¡Qué entres!

Me puse tras el y con mi mano agarré su brazo, lo eché hacia atrás y le puse delante mía.

-Tranquilizate.- Agaché la mirada y Asenti.

-Jesús, tu y yo, luego hablamos.- Entró en la casa.

-Es tu novia, no te tienes porque poner así.

-Te ha llamado puta.

-Si, ¿y que?

-Qué me jode.

-¿Qué soy? Soy una amiga tuya y tu vecina. No soy nada por lo que tengas que dar la cara por mi.

-Te quiero.- Me miró a los ojos.

-Jesús dejemos esto, quiero volver a ser tu amiga, a olvidarlo todo.

-Pero yo no quiero. Quiero seguir estando a tu lado, pero siendo algo más que amigos.

-No, me has engañado sin ser nada y le has engañado a ella.

-Escuchame, no la quiero, no la necesito, a ti si, a ti te amo. ¿Entiendes lo que es estar con alguien que hasta hace pico te has dado cuenta que no te merece? ¿Qué no quiere? E echo locuras, pero la locura más grande fue quererte. Ella es una hija dle jefe de mi padre, se cree que puede mandar sobre mi, sólo porque su oadre es el jefe del mío. Me he jugado el culo por quererte y mirarme, sigo aquí, luchando por ti, con ella cerca, sabiendo que malana nos podremos quedar en la calle yo sigo queriendote, me da igual todo, ¿entiendes? Me da igual el mundo si tu me acompañas.

Aquellas palabras tan bonitas me emocionaron.

Había jugado su vida, su propia vida y la de su familia, sólo por querer tenerme cera del.
Me acercó a el y le abracé.

-No tienes que jugar tu vida y la de tu familia por mi, sólo soy una más.

-No, eres mía.

-Jesús anda, ve a darle calor a tu novia.

-No, no quiero ni tocarla con un palo.- Reí.

Reí junto a el, hasta que nuestras sonrisas junto a nuestras carcajadas desaparecieron al ver quien se acercaba a nosotros.
Era la novia de Jesús, ya venía a molestar.

-Jesús, cariño.- Dijo dulcemente.

-¿Qué quieres Sara?

-Que quiero que entres, que no te enfades, que ella es muy maja.- Hizo aparecer una sonrisa forcede en su rostro.

-No tengo ganas, me voy a ir a casa.- Intentó hacer que se encontraba mal.

-¿Te acompaño?- Se ofreció.

-No, es aquí cerca.

Seguido eso se fue a dentro de la casa.

Aquella chica "Sara", daba parecer algo que no era realmente, como dice uno de mis ídolos "La tipoca que va de Santa por disimular, ella lo sabe..."

-Pues descansa.

-Que no quiero estar con ella, oero si contigo.

-¿Qué pretendes?- Dije no muy segura de mi replanteamiento.

-Pedirte perdón.- Se acercó a mi.

-Perdón, ¿por qué?- Sonreí.

-Por haberte engañado, cuando en verdad no te dije que te amaba más de lo que piensas.- Me agarró por la cintura.

-No, no. Sabes que es perfectamente.

-Que soy un cabron, un gilipollas, todo.- Dijo cabizbajo.

-Sigo enfadada, tienes a tu novia ahí dentró y oretendes que me lie contigo.

-¿Qué quieres que haga?

-Qué des la cara por lo que realmente según tu es lo que más quieres.

-Me sentiré mal.- Suspiró.

-¿No te sentias peor cuando estabamos sudando en la cama, hace por de echo? ¿Te sentias mal? Que aun tenías novia y encima me mientes.

-Déjame, ha pasado y ya está.- Lo soltó todo.

-Tienes razón, ha pasado y ya está, no significa nada.

-No, tampoco.

-Sí, sí. No es mada, pasó y ya está. Peor tranquilo que te voy a dejar.- Dije con lágrimas en los ojos.

Me acerqué a mi casa y me apoyé en la puerta.

-Emma déjame hablar contigo.

-Por favor, déjame, aunque sea un rato.- Habrí la puerta.

Entré en mi casa y con cuidado de no hacer ruido cerré la puerta.

Me sequé las lsgrimas y subí al piso de arriba.
Me quité los tacones y iba de puntillas, no quería hacer ruido.

-¿Em?- Preguntó saliendo de su dormitorio Carlos Mario.

-Dime.- Susurró.

-Sí, ¿qué pasa?- Dije en el mismo tono.

-No, nada. ¿También viene Jesús?- Dijo en el mismo tono.

-No, se ha quedado con su novia.- Susurré.

¿No eras tu?- Susurró.

-No, venga, duermete.- Entré en mi dormitorio.

Cerré la puerta nada mas entrar y me comencé a desvestir.
Me quité el vestido y el sujetador.
Me puse el pijama, unos pantalones cortos de colorEs tropicales con hojas y de tirantes.
Me desmaquillé y me senté en mi banquito.
Me hacía la ventana, recordandl rrecuerdos.

Cuando me cambiaba la ropa y nada más mirar a la ventana me estaban mirando los gemelos Oviedo.
En cuanto me veían hacían como si nada, intentando disimular con sus móviles.
Me acercaba a la ventana y mientras nos reíamos los tres hablábamos.

Me decían piropos, tonterías.

Lo pasábamos genial, hasta que mi confianza entre Jesús y Yo cambió, dimos un paso que no debimos dar.

Me di cuenta de que estaba Jesús sentado en su cama con la cabeza agachada y susurrando algo.
Eataba llorando.
Algunas lágrimas recorrieron mis mejillas.
Hasta que de pronto...

50 sombras de Danisu [Gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora