Capítulo 37

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Hacia horas que pasaba el tiempo mirando la televisión, acomodada en la cama, con el pijama y relajada.
Pero alguien debía interrumpir mí tranquilidad. Tocaron a la puerta.

-¿Sí?- Respondí con cierto miedo de que nada del plan funcionase.

-Me voy, ni se te ocurra salir.

-Vale.

Volví a mi cama.

(...)

El día se me estaba haciendo eterno, no podía salir.
Un viaje a París con tu familia y tu novio y no puedes salir de la habitación de hotel.

Mientras hacía zapping tocaron de nuevo a la puerta.
Habri los ojos de par en par, sonreí como una completa tonta al pensar que sería Jesús.
Me acerqué y mí ilusión terminó.

-Ah, hola.- Intenté mostrarme amable, aunque no eran los mejores momentos.

-Hola señorita Emma.- Sonrió tímido.- Ha llegado algo a su nombre.- Me entregó una carpeta que debía firmar.

-¿A mí?- Pregunté mientras firmaba.

Asintió.

-Aquí tiéne.- Arrastró una gran cesta de su derecha y me la entregó.

La arrastre con su ayuda a dentro de la habitación.

-¿Desea algo más?- Se mantubo firme.

-No, gracias.- Sonreí.

-Para cualquier clsa estoy aquí.- Sonrió de nuevo y se fue.

Llevé la cesta cerca de la cama y la habrí.

Dentro de ella había una caja en forma de corazón, con chocolates deliciosos dentro, chucherías en diversas bolsas, algunos dulces deliciosos de París, un peluche mediano de un oso celeste, una nota doblada que llevaba mi nombre. La desdoble y la comencé a leer:

"Amor, te envio está nota aunque sepamos que dentro de varias horas volvamos a encontrarnos, pero ¿quién nos acierta que sea Real? ¿Qué Gisela no se encuentra enfadada junto con ellos? En estos momentos nose que pensar, en la única que confio es en ti y no puedes estar aún conmigo.
He conseguido hablar cordialmente con mis padres, están dispuestos a que me vaya contigo hasta el fin del mundo. No saben nuestro futuro plan, tampoco saben que cuando lleguemos te raptare y te haré mía, para siempre, pero tiempo al tiempo.
Podemos confiar en Dani, lo sabe todo y estará dispuesta a ayudarnos en cualquier cosa, hasta en Madrid, tenemos ayuda.
Y tranquila prqueña, que París es demasiado grande, nosotros demasiado astutos y Richar con contactos, estaremos genial.
Te juré hace muchísimo tiempo un para siempre y así se cumplirá.
Esto es para ti, para que pases esas horas sola ocupada.

Te quiero, Jesús"

Recordé aquel día que me juró un para siempre.

Anabell acababa de irse y no nos veríamos hasta dentro de mucho tiempo, eso me hacía pasarlo mal, pero ahí se encontraba él, para resolver todas mis dudas, todos mis problemas... Estaba ahí y me apoyaba en este tema, me servía de gran ayuda.

Estábamos los dos arecostados en la cama, yo sollozaba en su hombro y él me anibama, haciéndome tonterías o contándome un futuro, servía de algo, pero no de mucho.
Y derrepente lo solté, tenía miedo de su respuesta, pero me salió sólo.

-¿Tú te irás como se ha ido ella?- Sollocé.

Me miró durante unos segundos que se me hicieron eternos a los ojos.
En el se reflejaba el miedo, miedo de no poder cumplir su palabra.

-Jamás me iría de tu lado.

-¿De verdad?

-De verdad, pequeña.- Acarició dulcemente mi mejilla.- Te juro un para siempre.

-Nadie cumple eso.

-Soy de los que mienten, pero mienten a esos dragones malos, no a las princesas bonitas.

-¿Te has convertido derrepente en un Príncipe de cuento?

-En tu futuro Príncipe de cuento.- Sonrió con Aires de superioridad.

Hace tanto de eso, pero lo recuerdas y es como si te lo repitiera todos los días.
Sus actos son de bondad, de alguien que no te miente diciéndote que te quiere, es alguien que es tímido a enamorarse, pero sincero una vez enamorado.
Estas reflexiones las hacía cuando me aburría, cuando le pensaba mucho y no podía ni comunicarme con él, ni tenerle.

Acomodé el oso en el centro de la cama, comí algunos chocolates y admiré las demás delicias de París.
El día se me pasó más rápido de lo imaginable. Entre lágrimas de lo recuerdos dolorosos que aparecen sin imaginarlo, comiendo algunos de los dulces.
Así comencé a pasar los dos días que pasaron sin saber absolutamente nada de nadie.
Mi madre apareció el otro día y sus palabras seguían siendo firmes y dolorosas. No parecia tener compasión por alguien, eso me hacía tener las cosas más claras.

(...)

Pasaba el tiempo recordando, volviendo a llorar, se estaba combirtiendo en mi rutina.
Las lágrimas brotaban de mis ojos, pero algo hizo que tubieras que secarmelas. Alguien permanecía sin fin aporreando mi puerta.

Me acerqué a ella y la habrí.
No me dio tiempo a reaccionar cuando Jesús tenía sus manos a cada lado de mi cara y nuestros labios pegados.

-Venga, que tenemos poco tiempo. Preparate rápido. Cuando estes ves a la esquina de recepción, te esperaremos ahí.

Comencé a prepararme cuando ellos ya habían salido.
Me vestí por una sudadera Blanca, con dos cremalleras doradas en los hombros, unos leggins negros y unas Converse blancas.
Me peine y me deje el pelo suelto, lo guarde todo y me hice la raya de abajo, negra.
Cerré la maleta con todo preparado. Los dulces en las manos, junto con la llave y salí corriendo hacia recepción, con el miedo de que mi madre me viese.
Llegué a recepción, deje la llave, di mis datos y corrí hacia mi destino, la esquina, donde se encontraba Jesús esperando junto la limusina de Richar.
Sonreí y la abracé fuerte.

-Vamos, que llegan ya.- Cogió mi maleta y la metió en el maletero, nos metimos en la limusina y cuando todo iba genial, pasó.

¿Nos pillarian?

50 sombras de Danisu [Gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora