Inconciencia y perdonado

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Comienza a escribir tu historia

Era, de mil y un formas, inaudito en cada uno de los sentidos. Percy por primera vez en años no la apoyaba a ella; si no todo lo contrario. Nico era un patán y Annabeth tenía  claro que, por primera vez, Sesos de Alga tenía razón. Lo único que podía hacer en estos momentos era dispersar todos esos pensamientos y trabajar en algo para ayudar a hacerla olvidarlos.

-Leo, ven a ayudarme a programar está cámara digital anti-monstruos

Los rulos marrones de Leo salieron de entre un carro para carreras y la observó lleno de hollín en la cara.

-Estoy algo ocupado, Jen, no se si lo notaste- respondió haciendo señas hacia el carro de oro que armaba para su cabaña.

Jennifer lo observó decidida a que la ayudase a armar la maldita cámara para filmar un comercial del ca lamento que habían solicitado Quiron y el señor D. Era absurdo ya que, según Jennifer, eso podría captar la atención de los mortales...tendría sus razones y, esperemos, algún plan.

-Esto es más importante que tu chatarra de allí-señalo en lo que Leo estaba trabajando.

Abrió la boca ofendido y acarició su artefacto.

-Esto es todo menos chatarra- hizo como si pensara y, después, añadió-. Bueno, por lo menos, no tanto como el que estás armando allí

Jennifer pensó que si el comentario no hubiera sido dirigido hacia ella hubiera cantado ese estribillo de la canción muggle "Turn down for what".

-Ah, bueno, te creí más talentoso- respondió despreocupada-. Nunca creí que un hijo de Hefesto comparará su trabajo con uno de Poseidon.

-Oh, esa dolió-por fin Leo se levanto y se acercó a ver en lo que Jennifer necesitaba ayuda.

La hizo a un lado en la silla y observó su trabajo despectivamente. 

-Um...-la giró lentamente entre sus manos- te falto el chip de memoria

- Insertalo, vamos, que esperas.

Me miró serio, demasiado para ser Leo.

-Habrá que desarmarlo todo- agitó la cámara como un cascabel.

-Me tardó  armarla tres asquerosas horas- le  mostré tres de  mis dedos-y, por lo menos, se llevó más de diez dedos.

Leo le mostró sus manos que estaban con más ampollas, rojas, callosas y magulladas que las de ella.

-No pueden superar esto, pero tienes razón-le concedió- . Tienes que descansar; estás aquí casi en el mismo horario que yo y, ambos sabemos, eso no es sano.

Se cruzó de brazos.

-Y no pienso salir, espero que vayas acostumbrándote a eso-y, antes de terminar, añadió susurrando-. Aparte, puede estar él

Leo se acercó más a ella para poder escucharla.

- Él?- preguntó- pero de que mierda hablas?

-Ya sabes, "ÉL"- hizo énfasis en el "él"-. Puede estar afuera

-Hablas de Nico-adivinó y su sonrisa se alargó-.Le tienes  miedo a en contraste a Nico

-No lo digas tan fuerte-susurró Jennifer avergonzada-. Alguien puede oírte

Leo se rió de su inocencia. Estaban en medio del bosque. Nadie iba a escucharlos

-Estamos en medio del bosque, nadie va...

Antes de que si quiera terminara la oración alguien entró por la puerta.

-Jennifer, tenemos que hablar.

Ahí estaba. Queriendo hablar con ella. Él, su mejor amigo y, a la vez, la persona que más la había dañado.

-Si, tenemos que hablar

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