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De camino a la casa Hardford mi mente se volvió un desastre total, si, yo estaba decidida a dejar el sueño, pero todo tomó un giro inesperado con la llamada de la insistente mujer, ahora algo dentro de mí me decía que debía replantearme la situación. Yo no quería renunciar a los planes que tenía para mí misma antes del accidente.

El problema era la situación de Leah, me sentiría horrible al dejarla sola, sin sus padres y luego sin su hermana apoyándola.

Leah no es el problema Gracelyn, tú eres el problema.

Si, el problema soy yo, a quien engaño, Leah es una bebé. Probablemente ahora extraña a mamá y Mason, pero crecerá sin ellos...yo soy quien está siendo egoísta, puedo simplemente aceptar que viva con los abuelos, con los Hardford o con los Selander, ella estará bien, seguro estará más que bien, pero yo no lo estaré. Todo el maldito problema soy yo y mi egoísmo, asegurándome el amor que tendré con ella a mi lado pero sin pensar en su bienestar, solo en el mío. Ahora que lo pienso, ella estaría mucho mejor bajo el cuidado de alguien responsable y con experiencia.

Esa es una solución... Leah en Londres con los abuelos o los Selander y yo en el extranjero continuando con mis estudios y aprovechando una oportunidad de uno en un millón, después de todo no he firmado nada... lo consideraría, pero tampoco se sentía correcto. Nada se sentía correcto.

Seguí conduciendo por unos quince minutos hasta que estuve en la entrada de la familia paterna de mi hermana, le envié un mensaje a Marion y un minuto después las puertas negras de fierro se abrieron hacia adentro y yo pude entrar, seguí el camino rodeado de árboles hasta llegar a la puerta principal y apague mi auto, normalmente hubiera aparcado afuera pero estaba demasiado fresco como para caminar con Leah por varios minutos hasta afuera de la mansión, siempre que estaba con los Hardford no podía evitar pensar que era obvio que Mason había sacado lo excéntrico de ellos.

Baje del auto y le sonreí un poco a Marion, que me esperaba con la puerta abierta, subí las escaleras de la entrada rápidamente y la salude con un beso en la mejilla.

-Hola linda, pasa, está un poco fresco afuera.

-Hola Marion, si, esta frio ¿Cómo se portó Leah?

-Oh, Mariace fue un encanto como siempre.- Aproveche que ella ya caminaba por el pasillo dándome la espalda y puse los ojos en blanco ante la mención del segundo nombre de mi hermanita, Marion solía llamarla así la mayoría del tiempo y a mi me sacaba de mis casillas que lo hiciera, más cuando solo la llamaba Mari, verán, mama no quiso romper la tradición que fundo cuando decidió mi nombre y tomo la decisión de combinar el nombre de sus abuelas también, como lo hizo conmigo, eso no me molesta en absoluto, es solo que es estresante que ella aprovecha cada oportunidad para llamarla así, está bien que lleve la mitad de su nombre, pero estaría bien que lo tomara con calma. Cada vez que lo hace puedo imaginar a una Leah adolescente rodando los ojos al escuchar a su abuela llamarle.

-Si...ella es un encanto el 95% del tiempo.

- ¿95%?

-Creo que no la has visto molesta o encaprichada con algo Marion. -Ella rio un poco.

-Oh, solo una vez, tienes razón, se pone como una fiera.

-Sip, bueno... ¿Dónde está?

-Frank cuidaba de ella mientras yo hacia la cena ¿Por qué no te quedas a cenar?

-Me encantaría pero no puedo, prometo que algún día de la semana los visitaremos de nuevo, y me quedare a cenar.

-Está bien, no te presionare, ahora vamos a buscar a esos dos.

Líos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora