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27/Mayo/2013

Abrí los ojos y la luz de la ventana me encandilo horriblemente, nota para el futuro: Gracelyn, corre la cortina en las noches para no quedar cegada al despertar. Sobre todo si sabes que probablemente estarás con resaca.

Era de imaginarse, luego de haber tenido otro día deprimente solo quería olvidarme de todo y Nathan me ayudo a lograrlo. Los recuerdos de lo que paso anoche no están muy claros: yo sin nada que hacer en la tarde, aburrimiento, mensaje de Nathan, estaba tan desesperada que le respondí después de ignorarlo todos estos meses, un bar, llame a Eileen, otro bar, baile, un antro, Eileen junto a... alguien. Podría haber sido Erick, no lo recuerdo bien.

Dios, mi cabeza explotara. ¿Por qué mi pierna duele? cerré los ojos intentando recordar que había pasado anoche.

Eileen llego, luego mi teléfono sonaba, Eileen hablando por teléfono, una pelea... ¿Una pelea? ¿Por eso mi pierna duele? Mierda. Nunca había bebido tanto como para no recordar.

Me senté lentamente y revise la hora en mi celular, la pantalla estaba negra, no tenia batería. Genial, jodidamente genial. Me levante y conecte el celular a la corriente, debía llamar a Eileen para saber que rayos paso la noche anterior. Ahora, necesito drogas, digo, medicinas para quitarme este dolor de cabeza.

Me dirigí a la cocina donde encontré a la abuela preparando un tipo de papilla para Leah, no olía mal, pero al verlo sentí nauseas, ojala que no sepa tan mal como se ve, pobre bebe. La abuela me dedico una mirada des-aprobatoria, seguramente me veía tan mal que ya tenia mil conclusiones de que me pasaba.

-Veo que no dormiste muy bien.

-Emm, si, me siento un poco mal ¿Tienes alguna pastilla?

-¿Qué te duele?

-La cabeza.

-Tengo paracetamol en ese cajón, pero acércame el bolso -dijo apuntándolo en el comedor a unos metros de la cocina- para la resaca es mejor ibuprofeno y ahí están.

Trague saliva.

-Abuela...

-Es muy temprano para inventar excusas, Elizabeth, y no te pediré explicaciones, ya eres mayor, solo te pido que no se te haga una costumbre.

Diablos, me llamó Elizabeth.

-Claro abuela, gracias. -Dije sacando las pastillas de su bolso.- Lo siento.

Ella solo hizo un movimiento de manos que tome como un "ya que" de su parte. Tome dos pastillas y luego me serví jugo de naranja.

-¿Qué hora es?

-Son como las once, necesito que estés lista a la una.

-¿Lista para que?...

-Hoy es lunes querida.-suspiro- Te mencionamos el sábado que hoy será la lectura de testamentos.

Lo había olvidado. Ni siquiera quiero ir, solo quiero acostarme y fingir que soy un objeto inanimado. La abuela puso una galleta de avena frente a mi.

-Por lo menos come eso, te vez tan delgada y pálida, se que no planeabas desayunar, asi que no te dejare subir hasta que esa galleta este en tu estomago.

Minutos después termine la galleta y pude subir a mi habitación, lave mi cara y dientes para luego entrar a la habitación continua, donde Leah dormía en su cuna. Ella siempre parece un angelito, pero solo lo es cuando está dormida. Vi como se estiro y abrazo su unicornio de peluche, eso me hizo sonreír. Si la abuela estaba haciendo papillas seguramente ya casi termina su siesta.

Líos del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora