Deseo Prohibido

Parte 1: Te Deseo.

El mar está en calma, los tripulantes del mugiwara hacen sus respectivas tareas para pasar el rato... Luffy, Usop y Chopper tratan de pescar la cena, Nami en su camarote realiza sus mapas mientras Robin lee sus libros, Sanji en la cocina prepara la comida para las señoritas y Brock toca su violín en medio del barco... Franky se dedica a construir raras maquinas y Zoro duerme tirado en un rincón.... todo pasa en calma hasta la noche en que el espadachín tiene que montar guardia mientras los demás miembros descansan... en eso estaba mientras en mitad de la noche el cocinero aparece con una taza de café

- y ¿esto? - pregunta Zoro.

- café para que no te duermas y nos ataquen mientras duermes, marimo estúpido.

- tsk. - responde pero aun así acepta el café.

La hora pasa y el espadachín se sienta a tomar el café, lo deja a un lado y se pone a mirar el mar... En un momento escucha pasos y al darse vuelta descubre al cocinero tapándolo.

- te has quedado dormido -

- no es cierto, estaba pensando -

- mientras dormías... -

- ¡serás! -

Lo toma del brazo y lo aprisiona entre la pared, lo mira fijamente con las ganas de pegarle pero en vez de eso le da un beso sin que el cocinero pueda reaccionar... Antes de darse cuenta de lo que pasaba, Sanji se rinde ante ese beso brusco pero apasionado. Le devuelve el beso y siente como Zoro comienza a soltar su brazo. El peli verde empieza a bajar sus manos para llegar a la chaqueta y desabrocharla para luego seguir con su camisa... suelta la boca de Sanji para lamer suavemente su cuello lo cual causa pequeños estremecimientos que lo impulsan a seguir con pequeños besos por su cuello hasta bajar a su pecho, lo lame suavemente para bajar su mano hasta la cremallera de su pantalón, donde al pasar su mano nota el bulto del cocinero ya duro por las caricias. Pasa sus dedos suavemente sobre su pantalón para que se impaciente y da resultado, Sanji sin darse cuenta había incrementado sus gemidos y movía sus caderas para poder sentir más las caricias que el espadachín le estaba dando.

- vaya que impaciente, mírate como estas de duro y eso que solo te he tocado un poco... - le susurra Zoro al oído con un tono de lujuria que hace que Sanji se estremezca.

- marimo estúpido, no me dejes así o te moleré a patadas - dice el rubio entre jadeos.

- vaya, vaya - le dice al oído - ¿tan impaciente estas por esto? - y acto seguido aprieta con su mano el miembro de Sanji haciendo que este de un gemido de placer.

- Aaahhh - sin pensarlo Sanji responde ante esa caricia - maaasssssss -

Ante esas palabras Zoro pierde el control y bajándole los pantalones a Sanji lo tira al suelo de espaldas, sujeta ambas manos del rubio con una de las suyas mientras la otra se dedica a masajear el miembro duro de este, entonces el cocinero se viene en la mano de Zoro pero él no para porque Sanji se hubiese venido, sino que con su mano cubierta con el semen del rubio, la utiliza para lubricar la entrada de Sanji a lo cual este se estremece al sentir uno de los dedos del espadachín en su interior y luego un segundo, sus gemidos siguen en aumento y su miembro vuelve a estar duro. Zoro al notarlo baja su pantalón para colocar la punta de su miembro en la entrada de Sanji a lo cual este inconscientemente mueve sus caderas de modo que pueda sentir más de ese miembro que está a punto de entrar en él. Zoro no se hace de rogar ante aquella invitación y mete su miembro lentamente en la entrada del rubio para sentir cada parte de él, su calor, su humedad, su estreches.... comienza a moverse y a aumentar el ritmo mientras los gemidos de Sanji se hacen más constantes, ambos terminan en un orgasmo que los deja rendidos a cada uno, Zoro sale del interior de Sanji para sentarse a su lado y a la luz de la luna puede ver como el cocinero le dice algo pero en ese momento...

- despierta, marimo estúpido ¡te has dormido! -

Zoro abre los ojos lentamente, la luz del día le llega en la cara, a su lado está el cocinero recogiendo la taza de café, un sueño, todo había sido un sueño de un deseo que llevaba guardado en lo profundo de su corazón a pesar de querer negarlo con todas sus fuerzas.