Capitulo 9: No siempre es mejor.

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Los días pasaron con rapidez, mi entrenamiento me mantenía ocupada siempre, entrenaba mi cuerpo en la mañana y entrenaba con Edward en la tarde, llegaba la noche y tenia pesadillas sobre quien era en realidad, si ella o yo, Sofía o Maya, ¿Quién? Me costaba diferenciarme de ella.

Dos semanas completas pasaron hasta el día en que Edward tuvo el famoso resultado en sus manos. Estábamos en su departamento, sentados uno frente al otro, mirando el sobre blanco, sin movernos o hablar. En ese segundo me pregunte por qué había tardado tanto en llamarme.

—¿Qué esperas?— pregunte ocultando mi nerviosismo, no sabía porque estaba así, era obvio que Daniel y Jonathan arreglarían el examen pero, aun así estaba nerviosa, él me observo unos segundos.

Cuando abrió el sobre mi corazón latía muy rápido, mientras leía el papel detenidamente sentí la urgencia de correr fuera del lugar. Luego de un momento me tendió el papel y lo tomé, como no se veía molesto me relaje un poco, solo siguió observándome detenidamente.

Leí, y de lo que entendí era que yo era un 97% idéntica a Sofía. Me congele, 97%, eso era increíble. Claro, es mentira me dijo una parte de mi cabeza, pero por qué me molestaba, por qué arrugue el papel y lo deje en la mesa, por qué cruce mis brazos sobre mi pecho para evitar que él viera mi molestia, de cómo temblaba.

Y sabía el porqué.

Porque si el papel hubiera dicho que no era igual a ella, yo hubiera tenido una oportunidad de salir de todo esto, de regresar a mi vida, claro de que también me mataran, pero era mi única oportunidad y se había esfumado, porque aunque después saliera de toda esta mentira, aun otros creerían que era su hermana, o que era ella. La odiaba, con todo mi ser.

Mire a Edward.

—¿Y bien?—le pregunte, no dijo nada— con esto ya estarás más tranquilo— seguía sin hablar, me puse de pie— es mejor que me vaya.

Alcancé a llegar cerca de la puerta antes de que él me detuviera, me agarro de un brazo y me arrastro a una silla, luego se sentó delante de mí, tan cerca que nuestras rodillas se tocaron. Otra vez cruce mis brazos y en ese punto note que tenía una pistola en su mano, la dejo en la mesa, lejos de mí.

—¿Qué esperas obtener de esto?—pregunto de repente, lo mire.

—Saber quien la mato—se supone que eso quería, negó.

—¿Qué esperas?—repito, solo lo mire.

—Ya lo dije—llevo su mano a mi cuello tan rápido que me sorprendí y no fui capaz de moverme, pensé que apretaría, que me quitaría el aire, pero solo me sostuvo ahí, sin dejar de observarme.

—Y cuando lo averigües—pregunto, me obligaba a mirarlo— ¿que harás?—lo pensé, que haría. La voz de Daniel me decía que me calmara, sabía que podían ver todo, porque se habían encargado de eso, me decía que no reaccionara, muchas cosas que deje de escuchar luego de un momento.

—No lo sé—solté cansada, espero— no sé qué hare luego— no dijo nada— suéltame—le dije, lo hizo y se inclino en su silla, solo me observo.

—No te entiendo—murmuro— ¿por qué dejas tu vida por algo así? ¿Por qué no solo te vas y olvidas todo? no podrás salir luego de esto— lo mire a los ojos— estarás tan metida que aunque quieras no podrás dejar esta vida.

En ese punto supe la verdad de sus palabras, yo ya sabía que me sería difícil, pero que de algún modo lograría salirme, que cuando arrestaran a los terroristas y vendedores, continuaría con mi vida, pero no era así. Porque no solo los que ayudaría a arrestar me conocerían, si no otros, que se enterarían de esto, de lo que hice, y que no les gustara que alguien que se parece a uno de ellos ande por ahí, ayudando a los policías. Todos querrán deshacerse de mí aunque ya no les haga daño, aunque sea demasiado insignificante, y claro estaban los que buscarían venganza. La policía no podría protegerme siempre y, en algún momento, alguien se cobraría. Jamás podría regresar a mi vida, nunca sería igual.

Por un DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora