Capitulo 6: ¿Quién dijo que seria fácil?

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Apenas entre a mi departamento nuevo, caminé directamente al baño para darme una ducha sin poder quitar ese sentimiento dentro de mi pecho.

Era una tonta, solo fue una noche, nada más, pensé, e intenté gravar las palabras en mi cerebro.

Mientras secaba mi cabello recordé que tenía que ir a buscar el número de teléfono del comprador al hotel. Me vestí, como creí que lo haría la chica y salí de mi casa. Me tomó 30 minutos llegar al hotel, un hombre me atendió y pregunté por un paquete para mí, él asintió y me lo dio mientras apuntaba un papel donde debía firmar por él. No lo hice, solo me fui ignorando las quejas del tipo.

Caminé un rato y llegué a un restaurant, decidí desayunar allí, solo cuando acabé, 20 minutos después, abrí el paquete.

Dentro había un teléfono. Arrugué mi frente.

Se suponía que dejaría un número no esto, lo encendí y a los 5 minutos recibí una llamada.

—Viste mi regalo —dijo la voz con acento ruso.

—Esto no es lo acordado —dije después de beber café.

—Lo sé—dijo él —pero no es mejor.

—No —dije—, ahora dime un número de teléfono donde pueda llamarte sin complicaciones —me lo dio y anoté en una servilleta—. No vuelvas a hacer esto, si yo te digo que hagas algo de una manera es por una razón —miré el reloj en la pared, era bastante tarde —te llamaré cuando necesite algo—. Colgué y apagué el teléfono.

Lo observé largo rato, me estaba volviendo paranoica, tenía la sensación de que debía deshacerme de él así que lo hice. Fui a un parque, encontré un árbol y cuando nadie me veía lo metí en un hueco, el teléfono cayó un poco antes de tocar fondo, sonreí.

Llegué a las oficinas una hora después, ya eran más de las once de la mañana. Caminé hasta la oficina de Daniel, pero me encontré con Jonathan, él sonrió.

—Pero si  no es la desaparecida.

—Desaparecida —repetí confundida.

—Daniel te está buscando —volteé mis ojos.

—Y eso por qué—. Se encogió de hombros y me indico que lo siquiera, llegamos a una de las oficinas, no había nadie más. Él llamó por teléfono indicando que estaba con él y luego de acabar me miró.

—¿Qué? —pregunté, este hombre no me agradaba ni un poquito.

—Nada —dijo sonriendo.

—Este es el número de Vladimir —dije dándole el papel, él lo observo —ayer se lo pedí.

—Ya veo —dijo sin dejar de mirarme —¿cómo estuvo la noche?

Arrugué mi frente.

—¿Por qué preguntas? —dije tratando de sonar indiferente.

—Mm —dijo él —no sé, creo que ya sabes que es El Virgen María.

—¿Tú la has usado? —pregunté.

—No la necesito —dijo haciéndose el ofendido —puedo demostrártelo.

—Como no —murmuré y alguien abrió la puerta.

Daniel apareció con una cara de pocos amigos, al verme me mando una mirada asesina y aun así no me moví de la silla.

¿Qué rayos?, pensé.

—¿Dónde estabas? —me preguntó serio, como diciendo que cuidara mis palabras.

—Desayunando —dije con duda, casi como una pregunta.

Por un DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora