Mi ojo izquierdo no llora

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Subaru y yo no intercambiamos palabra en el trecho que nos quedaba para llegar a la mansión. No necesitábamos palabras. Prácticamente, ya nos lo habíamos dicho todo.

Cuando entramos, no encontramos a nadie, así que supuse que ya habrían llegado y estaban en sus habitaciones. Sin decirnos nada, cada uno se dirigió a su habitación. Aquella conversación me había hecho plantearme muchas cosas. Demasiadas.

Cuando llegué a la mía, no pude evitar sonreír con ternura.

Yui se encontraba dormitando en la cama, arrebujada en las sábanas. Se había cambiado de ropa y llevaba puesto su un camisón largo y blanco, con un lazo rosa en el escote y volantes al final. Roncaba muy suavemente, y tenía el cabello ligeramente desordenado.

No pude evitar pensar en un ángel al verla.

Intentando no hacer mucho ruido, me dispuse también a cambiarme de ropa. Nyu, por su parte, se subió a la cama y se estiró de forma mimosa, sacando sus pequeñas zarpas y arañando la colcha de la cama. Le acaricié la cabecita suavemente, a lo que respondió con un suave ronroneo.

Con cansancio, empecé a desvestirme hasta quedar solo cubierta por las cintas de mi pecho. Fui a cambiarme la parte de debajo de la ropa interior, así que abrí el cajón de Yui. Mientras, me quité las cintas del pecho y descansé un rato de ellas. De tanto llevarlas, la tela me dejaba unas marcas dolorosamente rojas por todo mi pecho y parte del vientre. Pero ahora que me había acostumbrado, cuando no las llevaba me sentía completamente desnuda e insegura.

Rebusqué por su cajón de ropa interior, hasta que di con algo que me dejó un poco sorprendida. Parecían unas braguitas, pero eran mucho más livianas y tenía mucha menos tela, solo un triangulito por la parte de adelante. Era de color rosa y negro, bastante bonito

–Y esto... ¿qué es?–me pregunte, mientras lo sostenía entre mis manos, estirándolo un poco. ¿Sería un tipo de ropa interior?

Me decidí a ponérmelo, comprobando mi teoría. Me sentía algo raro con él puesto, pero vi que era mucho más cómodo, como si no llevara nada. Era irónico como no me importaba en absoluto no sentirme en contacto con las cintas ahí abajo, mientras que la necesidad se hacía casi agobiante en el pecho. Al andar, sin embargo, descubrí que era un poquito incómodo. Sin embargo, al poco pude acostumbrarme a ellas.

Me puse la camiseta interior blanca y la sudadera roja, a la que había llegado a tomar especial cariño, y también me puse los vaqueros cortos. Sin embargo, no utilicé los calcetines ni las zapatillas altas. Los zapatos del uniforme me habían hecho una rozadura algo molesta, por lo que necesitaba descansar un rato y dejar los pies libres.

Iba a salir de la habitación, pero antes me dirigí hacia Yui, la cual seguía durmiendo. No podía creer que estuviera durmiendo, ya que aún faltaba mucho para que saliera la luz del sol.

Me senté en el borde de la cama a su lado. Con suavidad, acaricié con cariño su rostro angelical. Pero luego, mi ojo reparó en algo. Algo mucho más oscuro.

En su cuello, en sus manos, en sus brazos...había marcas de mordeduras por todos lados. Del olor de Ayato, Laito y Kanato.

Mi mano tembló por un segundo, para luego cerrarse con fuerza. Un pequeño rayo luminoso se coló por el ventanal, anunciando un imparable amanecer. Mi rostro se contrajo en una mueca de furia...y posiblemente también de impotencia.

La única persona viva que no me ve como un monstruo...y ni siquiera puedo defenderla.

"No puedes defenderla. Ni a ella, ni a nadie. "

Tocada por la luna (Diabolik Lovers Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora