Treinta Y Dos

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He aprendido a ser feliz.

A recibir golpes y mantenerme de pie.
He aprendido a escuchar tu nombre y dejar que retumbe en mí sin causar efecto.

Observarte sin que mi corazón palpite tan rápido como para producir lastimaduras y desestabilizarme.

He aprendido a dejar que te desarmes con tu dolor sin tener que intervenir para aumentarlo.

A mantener mis pensamientos ocupados con otras cosas que no seas tú.

Si sumo todas las heridas que me has hecho, me doy cuenta del daño. Solo así.

La vida se ríe de mí, Damian.

La cama se burla en las noches. La almohada me odia de tantas quejas que le he planteado. El ropero descontento de tenerlo desastroso, me observa al pasar y rueda los ojos. El televisor no hace más que mostrar tu nombre para joderme. Las horas pasan más lento. El tiempo se ha vuelto aburrido. Las lámparas alumbran mucho menos y al forzar la vista mis ojos quedan hinchados y colorados. El viento trae piedras para golpearme al pasar. La acera me tira con más gravedad hacia abajo para estresarme. La lluvia solo aparece cuando no traigo paraguas. Mi pelo se quiere alejar de mí por lo que deja mi cabeza hecha un caos con frizz. Las personas que veo al pasar tienen alguna pareja para besar y con quien sonreír.

Y yo, yo... solo pienso en dejar de pensarte....

Lamento no ser como ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora