Cincuenta

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Cuando empaco las cosas para mudarme veo un pequeño sobre blanco como las nubes entre mis cosas y una sonrisa se escapa de mi rostro. 

Juré nunca leer aquella carta, hasta estar segura de que lo que sea que allí dentro estuviera escrito no me causaría nada. ¡Y a quien engaño!, eso nunca pasará, y yo no rompo mis promesas.

Guardo el sobre dentro del bolso y corro hacia ti al escuchar tus gritos.

—¡Mi amor! Deja ya todo y ven aquí. No dejo de extrañarte, quiero vivir contigo en este momento y olvidar a esta mujer que dice ser tu madre ¡me está volviendo loco!

Llego al salón y me levantas en un abrazo volador.

—¡Van a pegarle al televisor! —grita Lila, mi madre, alterada.

Tú me sueltas y luego vas a donde está ella.

—Ven aquí suegrita, sabes que también te amo a ti —dices y la levantas en un abrazo mientras ella ríe y se queja a la vez.

Lamento no ser como ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora