Cincuenta Y Tres |FIN|

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Butterfly me extendía su pequeña mano que balanceaba junto a la mía caminando por el parque.

Sus rulos se movían al compás y tarareaba una canción imaginaria.

Cuando eligió un lugar, nos sentamos un rato mientras ella parloteaba comentarios divertidos sobre la gente que pasaba.

Cuando de repente mi atención se desvío hacia él.

Del otro lado del parque apresuradamente se acercaba a pasos agigantados, provocando que mi corazón se desbocara.

Me paré de golpe, impactada.

Nuestras miradas quedaron fijas por unos segundos que parecieron eternos

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Nuestras miradas quedaron fijas por unos segundos que parecieron eternos.

—¡John! —exclamé sin aliento.

Y eso fue suficiente para que me tomara por el aire fuertemente, abrazándome como si no hubiera un mañana, ondas de felicidad viajaban por todo mi cuerpo.

—¡Mamá, ven! —sentí que gritaba Butterfly alterada interrumpiendonos el momento.

Él y yo nos miramos por unos segundos más  pero ante la insistencia de mi hija, tuvimos que acercarnos a ver que pasaba.

—Mira que bonita. —En sus regordetas manos descansaba una mariposa azul con un ala un poco rota.

No supe que decir. Mi corazón me estrangulaba.

—Se está rompiendo, ¿va a morir?

Respiré hondo, pensé en Damián...

—No... no, ella sólo está lastimada —habló John con aquella voz que tanto me tranquilizaba.

Butterfly lo miró con brillo en sus ojos.

—¿Pe-pero cuánto tiempo viven? —interrogó ella con ilusión.

—Ellas viven para siempre, cariño, son eternas —afirmé.

Y en ese momento juro que con toda mi alma, lamenté no ser como ella. Eterna e invencible, hermosa, libre y sin dolor. Lamenté no ser una mariposa, si que lo lamenté, y aún lo lamento Damian, lamento no ser como ella.

FIN


Muchísimas gracias por terminar de leer...

Lamento no ser como ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora