Alec Povs:
- Alec, no lo diré devuelta.
- ¿Decir qué?- Preguntó El Nephilim a la alta mujer rubia que lo acompañaba, la cual reacciono a su pregunta con el ceño fruncido.
- ¿Podrías dejar de mirar como un psicópata a todos lados? Solo porque Magnus haya dicho que nos seguiría no quiere decir que sea verdad. Y en todo caso, somos Nephilims, en cuanto este cerca nos percataremos.
- Es solo que no quiero hacer nada que el pueda malinterpretar.
- Vamos camino a una fiesta en la que fingirás ser mi novio, todo lo que hagas puede ser malinterpretado, pero el accedió a esto.
- Vale. Estas bonita- comentó al pasar.
- No necesitas comenzar con la función hasta que estemos allí- contestó La nephilim, con cierto malhumor.
- Lo digo en serio, Jane- Y así era. Jane se encontraba hermosa. Si bien siempre estaba resplandeciente y no podía evitar que todo lo que hiciese tuviese cierto aire seductor, en ese preciso momento se encontraba más bonita que nunca. Puede que fuese la forma en que obligaba a su rostro a marcarse en un estúpido rictus, cuando en realidad quería sonreír, o puede que fuese el contraste de sus labios pintados de rojo contra su pelo casi blanco. Alguna de estas razones fue la que obligo a Alexander a soltar este comentario.
- Gracias, tonto. Y ahora camina más rápido o llegaremos cuando ya no haya nadie.
Y así hizo. En menos de diez minutos, habían llegado al famoso aposento de Abyl Rekster.
Para encontrar el lugar había que atravesar un oscuro túnel que llevaba a una pequeñísima puerta blanca, que solo podía ser atravesada caminando arrodillado.
- Pasa primero, Alex. No pienso dejar que veas que hay debajo de mi falda.
- No iba a hacerlo...- contestó el Ojiazul como pudo, a la vez que sus mejillas se iban tornando de un color bordo fuerte.
Atravesaron la puerta blanca, y aguardaron a que una nueva puerta de roble se materializara en el aire. La puerta de entrada para Nephilim's.
Alec sacó su estela y comenzó a dibujar una runa de apertura.
- ¿Crees que Magnus este cerca?- preguntó ahora Jane.
- Supongo que ya debe estar dentro, ya sabes que los brujos entran por otra parte y mucho más rápido.
- Pobre Abyl, se venga de nosotros de un modo tan patético.
- Silencio...- murmuró el pelinegro y abrió la puerta.
La música estalló inmediatamente en sus oídos, y entraron abriéndose paso entre montones de personas bailando pegoteadas.
Hombres lobo, vampiros, Hadas, brujos, demonios... Había toda clase de seres, y Nephilims claramente. No bailaban, y por eso era muy fácil identificarlos. Rondaban entre los bailarines, estaban sentados en la barra, y otros apoyados en las columnas, lo observaban todo, vigilantes.
- Vamos al patio, Alec- susurró en su oído Jane, y lo arrastro tomado de la mano.
Si bien en el patio también había música y gente bailando, estaba todo mucho más despejado y se podía hablar.
Jane se sentó sobre un sillón formado con troncos.
- Un regalo de las hadas- comentó mientras cruzaba las piernas.
- Y las hadas no hacen regalos gratis- dirigió su mirada a donde la gente bailaba un poquito apartada- ¿Ya lo has visto?
- ¿Abyl? Si, esta dentro. Del otro lado de la barra, no ha notado el porque de nuestra presencia, eso esta claro. Pero parece nervioso.
Alexander no pudo corregirla, aclarando que en realidad estaba hablando de Magnus, así que en lugar de eso se sentó a su lado.
- Jane, ¿sabes que lo siento? ¿Verdad?-y la miró a los ojos, para no perderse ninguna expresión de estos. Sabía que Los Herondale's siempre expresaban más gestual-mente de lo que decían en palabras.
-Lo sé, pero eso no cambia el que me duela.
Y agachó la cabeza, parecía tan vulnerable, tan rota.
No como Magnus cuando se habían separado, siempre superior, siempre inmune al dolor. A Jane parecía importarle realmente.
Alec le levantó la barbilla.
-No quiero que estés mal, Jane. No sé que hacer.
-Amas a Magnus, no hay nada que hacer. Me acompañaste a esta fiesta, y estoy agradecida, pero supongo que después de todo las cosas terminan acá.
Y corrió la cara bruscamente para que él la soltará.
-Yo ya no sé que es lo que siento. Amo a Magnus, pero cuando él me soltó la mano apareciste tú. Y haz llenado un hueco en mi pecho que no sabía que existía. Tienes todo lo que quiero, y lo que necesito... Pero aún así amo a Magnus. Y puedo decir que te quiero, aunque no entiendo como, y no entiendo que tan profundo es este sentimiento. Nunca serví para leerme a mi mismo, y aún así puedo entender perfectamente a los otros.
-¿Y qué ves en mi, Alec?- Preguntó la muchacha, acercándose un poco, más suavemente, más dulcemente.
-Creo que llevas mucho tiempo sola, que estás herida, al igual que Jace. Creo que encontraste en mi una persona con quien bajar ese escudo de aparente superación que usas con el resto. Como hizo Jace con mi familia hace ya tantos años.
-¿Y no ves nada más?- La mano de ella ahora cubriendo la de él.
-Me quieres, y estás irritada porque te rechacé, no estás acostumbrada al rechazo.
- Y a demás de eso, estoy dispuesta a hacer lo que sea por tenerte. Pero no puedo obligarte. Prometo estar a tu lado hasta que comprendas que significo para ti, que soy en tu vida y que es lo que quieres. Magnus ya ha accedido a eso, aunque se comporte como si ya hubiesen vuelto, así que ahora todo queda en ti. Tendrás que elegir, y a pesar de lo que me grita mi mente, mi corazón alberga una pequeña esperanza de que me escojas a mi.
-Jane, ¿y tu ex novio?
-Oh, vaya a saber uno donde esta- Susurró muy cerca, demasiado. El aliento de ella elevando a penas un poco el flequillo de él. Era devuelta ella, alegre, seductora, segura.
Alec le soltó la mano y en lugar de eso la estrechó contra sí rodeándola con su brazo derecho. Casi se sorprendió de su propio movimiento, tan natural, sin titubeos.
Tuvo la sensación de que los observaban, y a medida que se acerco al rostro de ella le pareció que su visión periférica captaba unos ojos de gato, pero no le importo.
Extrañamente descubrió, recién en ese momento, que había estado toda la noche deseando probar esos carnosos y seductores labios colorados.
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Cazadores de Sombras: La hermana de Jace. (Malec)
FanfictionMagnus acaba de terminar con Alec y Jace descubre que tiene una hermana, convirtiéndolo en el anteúltimo de Los Herondale. ¿Estas dos realidades podrán fusionarse cuando un despechado Alec conozca a Jane Herondale? ¿Triunfará el amor que existe en...