Femme sans limites

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Alec Pov's:

La fiesta al fin había acabado. Todos los infractores de la ley habían sido atrapados, y Alec caminaba por las oscuras calles de Brooklyn, junto a Jane, hacía el Instituto.

-¡Alexander!- La voz resonó por toda la calle, cortando el silencio.

¿Y quién más podía ser? Al instante reconoció la voz, y eso imposibilitó cualquier tipo de sorpresa al darse la vuelta.

-Magnus.

El brujo se apresuro en acortar la distancia y tomo la mano del nephilim.

-Pensé que pasarías la noche en el loft, conmigo- Los ojos de gato lo estudiaron con detenimiento, y Alec se preguntó si realmente lo había visto besar a Jane-Y me contarías que tal fue todo.

-Estoy cansado, Magnus. Iré al Instituto. Voy a acompañar a Jane, y quizás mañana pase a visitarte.

-Así que, tan simple ¿No?-ahora el brujo se dirigía a la muchacha-Le lavaste el cerebro en una sola noche. Cuanto talento, querida. Estoy impresionado.

-No le hables así.

- Ay Alec, realmente no importa lo que este mago, o lo que sea que es, diga. Por mi puede irse a comer pepinos con Valentine.

-Que original, rubiecita hueca.

-Basta, Magnus. Nadie me lavo el cerebro, puedo pensar por mi mismo.

-¿Y entonces por qué no vienes a casa conmigo?

- ¿Tengo qué repetirte todos y cada uno de los motivos porque no iré al loft contigo? ¿No crees que es porque este último tiempo me haz tratado como si fuese tu juguete, siempre a tu disposición, sin importar que sintiese? Si, yo te perdone. Pero no puedo sacar el dolor de dentro tan fácilmente. Y si ahora estoy confundido, es por tu culpa. Porque jamás habría dudado de nuestro amor si no hubieses sembrado esta duda en mi - Inhalo fuertemente por la nariz, antes de continuar. No estaba acostumbrado a soltar discursos, el callaba, el guardaba, pero cuando lo hacía largaba todo de una. Y sabía que sus discursos tenían impacto- Magnus, ahora voy a ir con Jane al Instituto. Mañana voy a salir con Jane, porque no soy de tu propiedad. Y porque quiero arreglar de una vez este desastre en que se ha convertido mi cabeza. Y puedes esperarme, esperar a que me calme y logré pensar que es lo que me esta pasando, o puedes irte. Entiendo que no lo soportes, que no soportes el que no pueda garantizarte mi corazón entero como siempre he hecho, pero ahora mismo no puedo hacer nada más. Quiero a Jane, y obviamente te quiero a ti. Y...

- Alexander, ya calla. Ven aquí.

Alec pudo ver por el rabillo del ojo como Jane volteaba y hacía todo lo posible por ignorar la escena.

Se acercó a Magnus y dejo que este lo rodease con los brazos.

El brujo le susurró al oído.

-Puede que no puedas perdonarme realmente, puede que nunca vuelvas a tener confianza en mi y mis palabras que te juran amor eterno, pero también tengo una mínima esperanza de que si lo hagas. De que nuestro amor sea más fuerte. Te voy a esperar, Alexander. Puedo esperarte toda la eternidad, porque ahora y siempre, desde el día que te conocí, eres lo que quiero. Ve mañana con Jane, aunque me caiga terriblemente mal, ten una cita. No eres de mi propiedad. Piensa que es lo que quieres en tu vida, que es lo que grita tu corazón, y entonces llámame. Dime que haz decidido. Voy a estar esperándote. Aku cinta kamu, garbancito.

Y a pesar de que el brujo había usado ese apodo que el detestaba tanto, Alec no pudo evitar apretarlo contra si. Susurrarle un cálido "gracias", y luego voltear para seguir su camino hacía el Instituto con la nephilim.

Calle a calle que lo separaba del Instituto, un solo pensamiento ocupo su mente.

Las palabras de Magnus no hacían más que duplicar su confusión. Porque con estas le había hecho recordar lo mucho que lo amaba. Y el amor en ese preciso instante era mucho más fuerte que el dolor por el que había pasado. Pero cuando giraba la cabeza, podía ver a la muchacha de cabello rubio claro, que a su lado avanzaba. El corazón se le contraía con su belleza, con su aparente fortaleza y la calidez con que lo trataba. Jamás había pensado que dos personas tan maravillosas podrían fijarse en él, y quizás ese era el problema. Nunca había sido bueno para decidir, pero gracias al ángel nunca había tenido que hacerlo. Siempre había dejado que Iz y Jace decidieran por él. Pero ahora no podían hacerlo, él tenía que elegir. Y tenía que elegir entre dos personas perfectas, sin lastimar a nadie. No quería herir a ninguno de los dos, y eso en parte le nublaba la vista para decidir fijándose simplemente en sus sentimientos. Isabelle lo habría regañado en ese momento, por pensar siempre primero en otros y luego en él.

Se dio cuenta, un poco tarde, que había hecho un gran agujero en la manga de su suéter, como siempre que estaba nervioso.

Quizás la solución estaba en salir al otro día, como había dicho que haría, con Jane. Tener una cita, y luego sentarse a pensar. Una introspección a solas y luego matar un par de demonios con sus hermanos para descargar tensiones, probablemente eso ayudaría.



Cazadores de Sombras: La hermana de Jace. (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora