Capítulo 3

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  Nos levantamos. Cojo la falda, las medias, un polo y el jersey y voy al baño a cambiarme. Hoy iré con mi madre de compras. Espero que me compre vaqueros y no faldas y vestidos. Me quito el camisón y me pongo el uniforme. Llaman a la puerta. Susana abre y entra una de las limpiadoras con nuestra ropa limpia. La recogemos y vamos a desayunar.

   Entramos en la cafetería y cogemos las bandejas. Hoy hay cruasanes. Después de desayunar, volvemos a nuestra habitación y nos preparamos para ir a clase.

   Las tres primeras horas son bastante aburridas. En el recreo, Susana me presenta a sus amigas, Nerea y Carlota.

   —Entonces, ¿me estás diciendo que estás aquí porque robaste en una tienda con tu exnovio porque te obligó y te amenazó con contarle a todo el mundo que habías tenido sexo? —dice Nerea, incrédula.

   —Exacto —digo.

   Las chicas están asombradas. Ellas me cuentan que están aquí porque las expulsaron de sus institutos anteriores.

   Durante el recreo hablamos de muchas cosas y quedamos en volver a vernos por la noche. Las horas pasan y llega la hora de la comida.

   Comemos en silencio. Después, vamos a nuestra habitación. En diez minutos vendrán a buscarme. Llaman a la puerta. Me levanto y abro. Es la directora.

   —Te están esperando —dice.

   Salgo de la habitación y la sigo por el pasillo. Mi madre está esperando en la entrada.

   —Hola —me dice.

   —Hola —digo.

   —A las nueve tiene que volver al centro —dice la directora.

   Mi madre asiente y salimos del edificio. Me subo al coche.

   —¿Cómo llevas lo del cambio? —me pregunta mi madre.

   —¿Cómo crees que lo llevo? Hace tres días que no me pongo unos pantalones. El uniforme es muy femenino, igual que el camisón.

   —Bueno, hoy te compraré algunos pantalones —dice.

   Quince minutos después llegamos al centro comercial de la ciudad. Entramos en Zara y vamos a la zona de ropa femenina. Mi madre me da una camiseta verde de manga corta para que me la pruebe. Voy al probador y me la pongo. Me queda perfecta. Me vuelvo a poner el polo y el jersey y le doy la camiseta a mi madre. Coge otras seis de esa talla de distintos colores (roja, azul, rosa, morada, amarilla y negra). Después coge unos shorts y me los da. Me los pruebo. También son de mi talla. Coge otros iguales. Después me pruebo unos tenis, unas botas y unas sandalias. Cuando acabamos, salimos de Zara y vamos a Inside. Allí me compra tres vestidos, dos vaqueros muy ajustados y una falda larga. En Breshka me compra un par de jersey y chaquetas. En Primark me compra una chaqueta vaquera y un par de sudaderas. Por último vamos a Stradivarius, donde me compra una minifalda, un vestido largo azul que creo que es el de las ocasiones especiales y un abrigo morado. No sé pare que me compra el abrigo, si ya tengo el azul marino del colegio. También me compra unos botines. Se gasta 200€ en ropa para mí en una tarde. Después, volvemos al internado. Me despido de mi madre y voy a mi habitación a guardar las compras. Susana me mira sorprendida.

   —¿Te gusta mucho la ropa? —dice.

   —No, le gusta a mi madre —corrigo.

   Susana se ríe.

   —¿Puedes probarte el vestido? —me pide.

   —De acuerdo... —respondo, no muy convencido.

   Voy al baño y me pongo el vestido. No tiene mangas ni nada que me aguante a los hombros, pero es tan apretado en el pecho que es imposible que se me caiga. Tiene una falda de vuelo que le da un toque demasiado femenino para mi gusto. ¿Pero qué estoy diciendo? Llevo tres días vestido de chica y estaré así casi nueve meses, a excepción de las vacaciones. Salgo de baño para que me vea Susana, que pone cara de asombro.

   —¡Dios, te queda genial! Eres guapísima —dice.

   —Gracias... —respondo, algo incómodo por la situación.

   —¿Puedo probármelo? —me pregunta.

   —Claro.

    Se quita el jersey. Al hacerlo, se le levanta el polo. Tiene un cuerpazo.  Después se quita el polo y la falda, quedando en ropa interior. A los pocos segundos tiene puesto el vestido. Está preciosa con él.

   —Eres preciosa —digo.

   —Tú también eres preciosa, Raquel.

   —No tanto... Tú estás guapa hasta con el uniforme —digo.

   —Tú también —dice.

   —Mentira —digo riendo.

   Doy una vuelta sobre mi mismo para demostrarlo. Susana se ríe.

   —Vamos a cenar, anda. Me muero de hambre —dice.

   Vamos a la cafetería y cenamos. Después volvemos a nuestra habitación. Me ducho y me pongo el camisón. Después se ducha Susana. Cuando terminamos, nos metemos en nuestras camas. No puedo dormirme. Doy vueltas sobre mi mismo. Me enredo en el camisón. Consigo colocármelo bien y dormirme al rato. Mañana será otro día

Chico en un internado femeninoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora