Hora de la despedida

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Capítulo 1 "Hora de la despedida"

Respiro profundamente una vez más y paso mis sudorosas manos por las piernas con nerviosismo. El señor Morgan luce tranquilo y relajado (todo lo contrario a mí) mientras ordena el papeleo. Trato de no mirar directamente al bigote canoso del señor Morgan, así que desvío la mirada hacia cualquier otro lugar que no sea a él. Estoy a punto de dar un paso muy importante, de hecho, el paso más importante en toda mi vida, arruinarlo ahora no es opción.

Aunque no sé por qué estoy tan nerviosa, me han preparado para esto desde hace años y yo me había estado preparando mentalmente durante meses. Supongo que, aunque crecí en un orfanato sabiendo todos los días que no tengo familia y que mi futuro depende solo de mí, no será lo mismo a experimentarlo en carne propia. No se lo he dicho a nadie pero, tengo miedo.

Miedo de lo que me deparará el futuro, miedo de no volver a ver a mi pequeña familia que tengo en el orfanato, miedo de fracasar y de no poder salir adelante por mí misma... Miedo de todo.

El sonido de las hojas pasar de un lado a otro por las manos del señor Morgan estaba poniéndome cada vez más ansiosa, así que decido dar un recorrido visual por su oficina en lo que el hombre termina de leer el papeleo.

La oficina del señor Morgan es cálida, con paredes pintadas de color vino, hay un gran ventanal que cubre la pared entera a su espalda, dejando a la vista las casas de enfrente y los autos al pasar, junto con el bullicio de la gente madrugadora. Me resultaba estresante ver pasar corriendo a los hombres que llegan tarde a su trabajo y tienen que maldecir a todo el que se cruza en su camino debido al estrés o las madres que llevan a sus niños al colegio, desesperadas porque éstos se van deteniendo cada dos por tres ante algo bonito que les llamó la atención y deben comenzar a jalonearlos antes de que se vuelvan a detener en otra cosa colorida y es cuento de nunca acabar. Es temprano, así que me ha tocado la mala suerte de ver mucha gente que va de aquí para allá, lo cual no me ayuda en nada con mi nerviosismo. Regreso mi mirada al interior de la oficina.

Muebles rústicos es lo que destaca en la decoración, sobre todo libreros, son de esos que llegan hasta el techo llenos de libros gruesos, con pastas desgastadas por los años y ese olor peculiar que los identifica. La oficina solo tiene un pequeño sofá individual color caoba y frente a éste una mesita de cristal con una botella de wiskey y dos vasitos de vidrio a los lados. Los cuadros en las paredes son muy escasos, pero los que hay son pinturas abstractas y títulos de reconocimiento en psicología y pedagogía.

El señor Morgan carraspea y rápidamente dirijo mi mirada hacia él.

- De acuerdo Camile, en cuanto firmes estos documentos puedo liberar tu fondo de ahorros y podrás irte. – Dijo el hombre al otro lado del escritorio antes de deslizar los papeles de mi libertad hacia mí.

A continuación tomo el bolígrafo que me ofrece, leo con cuidado cada palabra que está escrita y ... finalmente, firmo. Dejo con cuidado el bolígrafo encima de la carátula del contrato y miro al señor Morgan, su rostro redondo y de piel morena, sus pequeños ojos y su nariz chata. También presto atención en los vellos que cubren su cara casi completamente, cual orangután. Un recuerdo llega a mi mente por este último aspecto de su persona, en cómo desde hace años mis amigos del orfanato y yo nos la pasábamos burlándonos del señor Morgan y hasta le dimos el apodo de "El gran mono". Suspiro, pues mis recuerdos serán solo eso a partir de ahora, porque finalmente me iré y comenzaré una nueva vida, dejaré a la chica huérfana de diecisiete años justo aquí, en la oficina del señor Morgan, detrás de esa pila de papeles y yo comenzaré mi camino, finalmente lo haré.

Aunque si extrañaré al señor Morgan. El hombre que se encuentra frente a mí, es uno de los más sabios, generosos y amables que he conocido en mi vida. No hay ser humano en esta tierra que defienda los derechos de los niños con su vida como él, desde que llegó a asumir el cargo directivo en el orfanato, suplantando a su difunta esposa todo en el lugar cambió radicalmente.

Borrón y vida nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora