El pulpo gigante y el gusanito suicida

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Capítulo 26 "El pulpo gigante y el gusanito suicida"

Después de mi vergonzosa escena frente a las puertas del orfanato no supe cómo actuar ante Adam sin que se notara forzoso, por lo que decidí no decir nada.

A pesar de eso, Adam demostró ser un caballero una vez más, pues en el camino de regreso al auto su brazo nunca dejó de rodear mi espalda, como si con ese gesto me dijera que él estaba ahí para mí y a decir verdad si me sentí reconfortada. Sin decir una palabra él supo lo que necesitaba.

Me abrió la puerta del copiloto y antes de cerrarla me dedicó una mirada dulce y una sonrisa ligera, cuando estuvo en el auto no dijo nada tampoco, solo se dedicó a manejar. Pronto noté que tomaba un camino que no conocía, aunque en mi defensa llevaba poco en la ciudad y lo único que hacía era ir de la escuela a la casa y viceversa, por lo que prácticamente solo conocía un camino en particular.

Pasaron los minutos y él seguía manejando, no fue hasta que noté que habíamos pasado varios cines y restaurantes que hablé.

- ¿A dónde vamos?

- Es una sorpresa – se limitó a responder mientras un extremo de su boca se levantaba ligeramente. No dije nada, solo mantuve mi expresión confusa mientras pensaba en posibles lugares para una cita que no fueran los clásicos ya mencionados. – Pon música en lo mientras ¿sí? – me indicó mientras encendía el estéreo del auto – solo enciende tu bluetooth y conéctate a la red del estéreo.

Aún era nueva en esto de la tecnología, sin embargo Lucas ya me había explicado aquello antes, así que no tarde en recordar cómo conectarme y mientras revisaba mi lista de canciones no pude evitar poner una que siempre me daba una recarga de energía, no lo pensé ni un segundo cuando ya estaba sonando en las bocinas del auto.

Conforme la canción sonaba pude sentir que mi ánimo iba creciendo, llegamos a una zona de la ciudad en donde las casas iban disminuyendo y los árboles hacían acto de presencia en ambos lados de la carretera, Adam zigzagueaba entre los autos cada vez menos, pues el camino se fue limpiando minuto a minuto. El cielo se encontraba soleado y despejado y la tensión en el ambiente fue desvaneciéndose con cada verso de la canción que Adam y yo cantábamos a la par.

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- ¡Ya! Dime en donde estamos, me pone nerviosa todo ese ruido – exclamé, pues de no hacerlo Adam no me hubiese podido escuchar.

Antes de llegar al lugar sorpresa que mi cita había preparado para mí, Adam me ató una venda en los ojos (que en realidad era una bufanda) e incluso después de bajar del auto me había hecho caminar varios minutos hacia un lugar desconocido en donde el ruido de voces, risas y gritos se intensificaba con cada pisada que daba.

- De acuerdo de acuerdo, Camilicious, no te desesperes, ya te quito la venda – respondió Adam en el mismo tono y al segundo pude sentir sus manos maniobrar el nudo de la bufanda, cuando éste se deshizo la bufanda se deslizó de mis ojos y tuve que cerrarlos abruptamente gracias a la luz del día que, pese a que ya pasaban de las cinco de la tarde aún era intensa.

Cuando mis ojos comenzaron a adaptarse las miles de voces a mi alrededor se convirtieron en personas caminando, charlando, riéndo y comiendo algodón de azúcar cerca de mí, pero no me tomé mucho tiempo viendo a aquellas personas pues mis ojos se fijaron en una enorme estructura construida de varias curvaturas del tamaño de 30 metros de altura que se alzaba frente a mí y luego lo que parecía ser un gusano de colores apareció subiendo una de sus curvas lentamente y al llegar a la cúspide se tomó su tiempo inclinándose, como si se asomara y al ver la altura en la que se encontraba comenzara a titubear sin embargo no pasó mucho cuando el gusano tomó su decisión y se deslizó a gran velocidad en el otro lado de la curva por la que había llegado, varios gritos hicieron eco cuando el gusano bajó hasta que desapareció entre los árboles.

- ¿Dónde estamos? – pregunté asombrada mientras giraba para mirar a Adam, él tenía la mirada de un niño al que le dan un juguete nuevo y quiere jugar contigo, incluso pude notar como hacía un esfuerzo para no sonreír de oreja a oreja.

- ¡En un parque de diversiones! – exclamó, por fin dejó de contener su sonrisa, otra serie de gritos se hizo presente – Ven, esto te va a encantar – me tomó de la mano y comenzó a correr en dirección a la enorme estructura de curvas, la cual curiosamente me recordaba a los tentáculos de un pulpo, incluso cruzó por mi mente la posibilidad de que en cualquier momento una enorme cabeza de cefalópodo se asomaría para comerse al gusanito.

Adam me guió por un pasillo delimitado por cordones que indicaban por donde seguir el camino, aunque a mi parecer los cordones resultaban inútiles, pues el estrecho pasillo era lo único que había y por ende solo se podía seguir un camino, mientras caminábamos las paredes de madera del pasillo comenzaron a desaparecer para dejar en su lugar a enormes mallas, las cuales a través de éstas dejaban ver una serie de tablas de madera insertadas en el suelo con placas de metal, las tablas eran muy grandes y gruesas que se unían formando una especie de telaraña gigante de madera, luego la tierra tembló y se escuchó como si algo pesado pasara a gran velocidad más allá de nuestras cabezas, miré hacia arriba pero lo único que veía era la telaraña de tablas que seguía y seguía y nunca terminaba.

Finalmente llegamos al final del pasillo en donde un hombre nos pidió unos boletos de entrada, Adam ya los traía en la mano por lo que no pasaron ni dos segundos cuando ya nos encontrábamos dentro de lo que parecía ser una pequeña estación de metro hecha de madera. Unos torniquetes delimitaban el área en donde el metro tendría que llegar, para evitar que alguien pasara antes de tiempo.

Pasaron un par de minutos y lo que llegó no fue el metro, sino una serie de carritos sin techo entrelazados unos con otros, en donde en cada carrito había lugar para dos personas.

Giré la cabeza en dirección a Adam, le lancé una mirada de preocupación, pero el solo me dio un apretón cariñoso en la mano. Su tranquilidad hizo que mi preocupación se convirtiera en confusión y en expectativa.

Los torniquetes se desbloquearon con un fuerte sonido y pudimos avanzar, Adam me ayudó a subir al carrito que quedaba frente a nosotros y cuando estuvimos sentados me puso el cinturón, el cual solo se enredaba en mi cintura, no como el de los automóviles que también cruzaba mi pecho para mayor seguridad, aquello me preocupó de nuevo.

Pero veía a las personas que se subían en los demás carritos que sonreían y estaban ansiosos por estar ahí, justo como Adam se encontraba, así que puse mi mente en blanco y me abrí ante la emoción de lo desconocido. Un joven con la vestimenta similar a la que tenía el hombre que nos había pedido los boletos vino a nuestro carrito y bajó una barra enorme dentro del carrito, la cual pegó a nuestros estómagos sin dejar espacio para respirar, cuando quise acomodar la barra esta no se movió ni un centímetro, Adam me dijo que era por protección.

Cuando finalmente todas las barras de los carritos se habían bajado para proteger a los ocupantes, el carrito pudo avanzar. Salimos de la estación de madera y fue cuando me di cuenta de que la telaraña de madera era la base que sostenía el tren de carritos en el que iba sentada y no fue hasta que comenzamos a subir una especie de colina hecha de madera que lo descubrí.

El gusanito era en realidad el tren de carritos, la telaraña de madera eran los tentáculos del pulpo gigante y los gritos que había escuchado antes provenían del tren de carritos que se deslizaba por los tentáculos como si su vida dependiera de ello.

Quise mirar a mi cita para dedicarle una furiosa mirada, pero justo en ese momento el carrito se detuvo en lo más alto de la colina mientras se inclinaba lentamente hacia abajo, cabe mencionar que Adam había escogido el primer carrito del tren por lo que la experiencia fue intensificada y la vista que me proporcionó aquella posición tampoco ayudó mucho a mis nervios.

Nunca en mi vida había estado a tal altura, inconscientemente me incliné hacia atrás para evitar la caída, pero aquello era imposible de parar, por lo que lo único que pude hacer fue contener la respiración, por el rabillo del ojo vi que Adam había levantado los brazos y su sonrisa se ensanchó aún más, yo comencé a rezar el padre nuestro, pero ni bien dije "padre" el gusanito suicida tomó su decisión y saltó.


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Dato curioso: La canción que puso Camile fue la de "safe and sound".


Borrón y vida nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora