Capitulo 3

120 22 14
                                    

Mientras caminaba detrás del mayordomo, Paul se preocupaba cada vez más. La verdad era que veía poco a sus nietos y que de golpe se presentara uno de ellos allí no hacía mas que producirle malos pensamientos.

-Aquí está, Sir. –dijo el mayordomo, dándole paso.

Paul se asomó a una de la salas de su productora, y vio allí a una muchacha, sentada y comiendo con ganas. Esa, para nada, era alguna de sus nietas.

-Pero...¿quién es ésa chica?

-Sir Paul, dijo que era su nieta....-al mayordomo le tembló la voz. Si había sido engañado, en cinco minutos estaría despedido.

Su patrón negó con la cabeza, mirando a aquella chica, y entró a la sala con paso rápido, visiblemente indignado.

-¡¿Pero qué es ésto?! ¡¿Quién eres tú?! –hasta él mismo se notó lo alterado que estaba. Vio que la chica lo miraba sorprendida.

-Mmm...-Midori levantó una mano, haciéndole señas a Paul para que la esperara hasta que tragara lo que estaba masticando. Cuando terminó, se limpió con una fina servilleta –Disculpe, pero estaba comiendo y no podía hablarle con la boca llena. Midori Watts, un gusto.

Le tendió la mano pero Paul no respondió. La miraba alucinado, sin entender nada.

-Le explicaré bien quién soy.

-Eso es lo que quiero. Dígame ya mismo quién es y qué quiere, antes de que llame inmediatamente a seguridad.

-Bien. Soy su nieta.

Lo miró con una sonrisa pintada en la cara. Ante todo, tenía que ser simpática con su posible abuelo. Por dentro se felicitaba a sí misma por la facilidad con la que lo había dicho, aunque eso no era una ventaja para el pobre Paul.

-¿Q...qué?

-Espere, espere, le diré bien todo. Mas o menos entre los años '64 y '65 usted anduvo con una chica. Bueno, por lo que sé, anduvo con miles.

-No tantas....-contestó Paul, inexplicablemente avergonzado.

-En fin, una de todas esas chicas era mi abuela. Quedó embarazada y tuvo a mi madre.

-Mira...¿cómo me dijiste que te llamabas?

-Midori.

-Ok, tienes un nombre raro. Midori, es muy improbable lo que estás diciendo.

-Tengo pruebas.

Paul tembló. A saber qué pruebas eran esas.

-Son algunas fotos, y el diario de mi abuela –explicó. Abrió un pequeño bolso que había dejado colgando en la silla y se sentó.

Paul miró a su mayordomo, que hizo un leve carraspeo, y con la mirada le dio a entender que podía retirarse. Su experiencia le decía que aquella chiquilla no encerraba ningún peligro para su seguridad.

Midori desparramó unas seis fotos sobre la mesa, luego de alejar hacia un costado su tazón de cereales y el vaso de jugo.

-Estas son las fotos, y aquí el diario –le tendió a Paul un libro blanco que en sus buenos tiempos también habría tenido hojas blancas. Ahora estaban amarillentas y desprendían olor a polvo y humedad.

-Mira, yo...

-Ábralo donde está el señalador rojo, no quiero que lea lo demás, son cosas íntimas de mi abuela –lo interrumpió.

-Dime una cosa, ¿por qué no viene tu abuela a verme?

-Falleció. –Midori bajó la mirada. Era la primera vez en toda esa "reunión" que su ánimo enflaquecía.

Mi abuelo es un beatleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora