Acércate

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Hebreos 4:16
Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.

Este verso nos dice tanto, me llama la atención que debemos de presentarnos al Señor con confianza sin saber que el nos va a ignorar o a reclamar cuando queramos acercarnos a El, sino tener la confianza plena que su amor nos va a abrazar y no habrá más que postrarnos ahí a adorar, cuando nos arrepentimos de todo corazón Dios extiende su mano de misericordia sobre nosotros ¡Que inmerecido! Pero cuán hermoso se siente que El a pesar de todo lo malo y pecadores que somos nos da de su gracia y su perdón y nos ama de una manera que no tiene comparación.

Lo más esencial para acercarnos a El es poner nuestra vida en sus manos, reconocer que sin El nada somos, ofrecerle nuestra vida y cada uno de los días que vivimos. Para ello podemos hacer de nosotros mismos una ofrenda viva que tenga una acción de cambio para el bien en el mundo. Cada día podemos ofrecer nuestro trabajo para que el mundo conozca a Dios y se acerque a Él. Igualmente podemos ofrecer cada día lo que nos hace felices, nuestros deseos, anhelos e incluso las áreas que necesitamos que haga un milagro en nosotros.

Parte fundamental de la vida del cristiano es la oración diaria. Jesús practicó la oración de manera constante y enseñó a sus apóstoles a perfeccionarse en ella y no desesperar, sino a perseverar en los ruegos al Padre Celestial.
La oración es un acercamiento a Dios desde la intimidad del corazón humano. En ella podemos pedir auxilio, dar gracias, pedir perdón, ofrecer nuestras acciones y alabar la Gloria de Dios.
Con la oración nos acercamos especialmente a Dios, pues ella es un fuerte instrumento para ejercitar nuestra voluntad a cumplir los mandamientos de Dios para nuestro bien. La oración es una fuente de fuerza espiritual. Con ella podemos invocar la acción del Espíritu Santo, fuente de toda sabiduría y conocimiento.

Debemos de hacer pequeños sacrificios que son una realidad difícil de entender, sin embargo pueden ser ofrecidos a Dios para encontrar sentido en Él. No olvidemos que Jesús, siendo Dios, quiso sufrir una muerte de cruz para redimir a los hombres y llevarlos de vuelta al Padre. Con su cruz, Jesús nos ha enseñado que Dios también nos acompaña en el sufrimiento y sabe qué penas, dolores y pesares hay en esto.

Hay cosas que jóvenes es muy difícil pero lo hacemos por amor a Cristo, cada uno sabemos que son pequeñísimos sacrificios los que hacemos, pues El lo ha hecho todo ya.
El sufrimiento puede ser camino de santificación, y si el sufrimiento es voluntario, podemos enseñar a nuestro cuerpo a resistir el rigor de este mundo para tener siempre en claro que la felicidad última no la encontramos en el mundo, sino en Dios.

Jehová mira tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora