Capítulo 1: Desde El Apocalípsis Hacia Adelante

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Tengo que ser demente o suicida. Quizás ambas, porque las dos no son mutuamente exclusivas.
       Pete está sentado frente a mí. Una sonrisa floja en sus labios. Mi boca se mantiene abierta, mientras miro de nuevo el papel y luego devuelta a él.
       - Podríamos hacer algunos cambios. – me informa reafirmando, y está claro que estaría feliz de empujar algunas otras fechas más ahí. Estaría encantado, ese bastardo hambriento de dinero. Es sin ninguna duda el hippie mas capitalista que conozco.
       Le paso el papel a Joe, quien se quita de su bella cara su pelo café rizado. Sus ojos azules se iluminan y, conociéndolo, ya se hizo una idea de cuantas chicas y todas las fiestas que habrán. Brent se asoma por el hombro de Joe, haciendo sonidos aprobadores. Sabía que Joe estaría conforme, ¿pero Brent? El maldito me apuñaló por la espalda. Spencer enfrenta las noticias como un hombre, actuando como un mediador, como siempre.
       Niego con la cabeza y río sin poder creérmelo. Mis compañeros de banda no se dan cuenta de mi presencia. - ¡¿Estás bromeando?! – Grito para obtener la atención que merezco, y mis palabras generan eco en las paredes de la oficina de Pete. Los sonidos de las oficinas de afuera de Capitol se vuelven mudos momentáneamente y puedo imaginarme a todos los internos de A&R's escabulléndose a escuchar a escondidas fuera de la puerta de la oficina.
       - ¿Hay algún problema? – Pete pregunta calmadamente, su voz es como pacíficas olas viniendo desde el mar, gentilmente haciendo contacto con el puerto. Sus ojos cafés me miran pacientemente. Cabellos negros cubren su ojo izquierdo. Así es. Escóndete, bastardo.
       - ¡Si lo hay! – Agarro la hoja de nuevo y la arrojo hacia Pete. Mis manos están atadas en cuanto a despedirlo, pero puedo reclamar tan fuerte como quiera y hacerle saber que éste vocalista no está feliz. - ¿Qué mierda es esto? Accedí a una gira de verano, ¿pero esto? ¡Mierda! ¿Cinco conciertos en Nueva York? ¿Por qué diablos necesitaríamos cinco conciertos en Nueva York?
       - Te aman allí. Te aman en todas partes, ¿o acaso has estado durmiendo por estos últimos meses? Ustedes son lo que pega ahora, ¡son geniales! Ah, y deberías leer tu contrato. Ya accediste a esta gira. No puedes salir de esta, Ryan.
       Pete puso un arma en mi cabeza y presiono el gatillo. Mis manos están atadas.
       Spencer me da un codazo suavemente. – No es como si tuviéramos otras cosas que hacer, ¿cierto? – Pregunta, pero su voz contiene casi tanto entusiasmo que la mía.
       - La verdad, sí tenía otros planes. – Beber. Coger. Drogarme. Escribir canciones. Grabarlas. Negarme a todas las entrevistas que me pongan encima. Spencer es un buen portavoz; puede soportar a la prensa. Llamar a papá, recordarnos a los dos de la constante olvidada familia y ver si puedo conducir a Bismarck a pasar unas semanas en su cabaña. Solo yo y los pinos.
       Pero a nadie le importa lo que yo quiero. Ellos quieren cincuenta y cinco conciertos agotados, fuertemente divididos en dos partes: este y oeste. Esos lugares son más grandes que todo lo que hemos hecho antes. Brent y Joe empiezan a hablar de las presentaciones, Spencer sugiriendo que hagamos un show de luces.
       Si. Exactamente lo que necesitamos. Copiar otras bandas que lo hicieron antes que nosotros. Hacer trucos que no convengan para nada nuestra singularidad.
       Pete dice que las fechas de la gira siguen siendo algo que podría cambiar. Spencer insiste en que hagamos un show en Cincinnati, y Pete promete hacer algunas llamadas a los promotores del área.
       Me imagino a las miles de caras que mis ojos miraran en el futuro cercano. Me da náuseas.
       - Oh, y ya que están todos aquí, - Pete dice – Sugiero que hagamos una reunión de banda.
       - Qué gracioso, pero tú no estás en la banda. – Yo apunto.
       - Deberíamos refrescar el ambiente antes de la gira. Empezar con un sentimiento positivo. Así que cualquier pensamiento o preocupación, ahora es la hora de compartirlo. – Pete cruza los brazos y se inclina en la silla.
       ¿Pensamientos y preocupaciones? Bueno, veamos. Ni siquiera quiero ir a esta gira. No hemos hecho nada excepto pelear desde que fuimos al estudio a grabar nuestra lista de canciones. Si el álbum está lleno de 'ondas de energía oscura' es porque estábamos enojados. La mayoría de las bandas empiezan como un grupo de amigos que solo quieren tocar su música, pero luego los negocios obstaculizan el camino. La fama cambia la realidad. Ya no quieres hacer música para ti, si no para los fans. ¿A qué responden mejor? ¿Qué es lo que quieren? ¿Qué te mantendrá en la cima? Y todos tienen una respuesta distinta para eso. Estamos atascados juntos, los cuatro mas Pete, y los lazos que nos mantienen juntos están poniéndose cada vez mas delgados. Pensamientos y preocupaciones. Bueno, empecemos desde el apocalipsis en adelante.
       - Creo que debería estar un poco mas cerca de Ryan en el escenario. Y al frente como él. No atrás. – Joe dice firmemente. – Mis fans quieren verme.
       - Naturalmente – Pete asciente.
       - Más luces en mí. Y quiero un micrófono.
       - Tú no cantas – Sonrío.
       - Pero quiero compartir con mi audiencia. – Joe también sonríe.
       - ¿Brent? – Pete pregunta.
       - Bocadillos de queso en los vestidores. Cerveza de cortesía. Solo hoteles de cuatro estrellas en las noches de hotel. Siempre tienen que haber donas y condones en el bus. Quiero que solo un ayudante esté encargado de mi bajo y mi teclado, que no juegue con eso. Solo un chico para saber a quien gritarle si es que algo sale mal. Um... dejame pensar... ¿Sabes qué? Haré una lista. – Brent sonríe, con una pisca de auto adoración en su cara de rasgos fuertes, como si Dios simplemente no podía hacer otro esfuerzo por él ese día. Cuando Brent se enfada, sus cejas invaden sus ojos café oscuro y sus labios se van a los lados, y siempre me recuerda un poco a un chimpancé.
       - ¿Spencer?
       - Estoy bien.
       - ¡Vamos!
       - No, enserio, estoy bien. Ya decidimos el tipo de batería, así que no necesito nada.
       Pete me mira - ¿Ryan? ¿Quieres algo?
       Miro hacia la ventana y veo que el viento primaveral empuja un árbol afuera, y me pregunto si hay algún viento lo suficientemente fuerte como para sacar ese árbol del piso, con raíces y todo, y si lo hay, entonces tendría que decirme su truco.
       - No quiero compartir habitaciones. – Murmuro.
       - ¡Hecho! – Pete sonríe, como si todo estuviera arreglado, perfecto. Estamos curados. Joe me sigue mirando mal, Brent se mueve sin cesar y Spencer trata de seguir sonriendo, y me gustaría no haber despertado esta mañana.
               * * *
       Spencer trata de convencerme luego de unos tragos. Ya se agotaron dos de los cinco conciertos en Nueva York, así que no es como si pudiera hacer algo al respecto.
       - Será divertido, amigo – Spencer dice casi con corazón, el tampoco lo cree, y mi mano se levanta al darme cuenta que es nuestra canción la que suena en la radio. El barista calvo esta tarareando la canción, pero no me reconoce cuando fue a pedir mi segunda cerveza. Bien. Es una estación de rock, y es casi media noche, lo cual justifica que estén tocando nuestra canción. Es mejor que no las toquen durante el día, cuando America de clase media está recogiendo a sus niños de la escuela.
       - Ry, ¿siquiera me estás escuchando?
       El barista está imitando la letra, su boca se abre y se cierra para acomodar su voz a mis palabras. El no sabe de que se trata la canción, como me sentía cuando la escribí, cual es el mensaje. Per ahí está. Sirviendome otra cerveza y abusando de mis palabras, robándolas, hurtándolas, vistiéndolas de terciopelo cuando yo quería satén.
       - No importa. – Spencer suspira y se queda viendo la cerveza que queda en su vaso, lo cual no es mucho. Spencer es completamente talentoso en ese aspecto. Spencer está acostumbrado a escucharse en la radio pero yo me siento irreal oyendo mi propia voz en la radio. Spencer se toma el resto de su cerveza, sus ojos azules comienzan a quedarse quietos. Se rasca la barba y yo miro los fuertes músculos de su brazo moviéndose por debajo de su piel. Tiene una cara amistosa, de esas que te dan ganas de contarle todos sus secretos. Me ha tomado años resistir esa ansia.
       El locutor de radio dice "y esos fueron The Followers con su nuevo sencillo Alienation, de su nuevo y aclamado álbum Boneless. No se ustedes, pero ese disco ya está en mi colección!"
        No escucho el resto.
       -Mira, ¿recuerdas cuando hicimos un show para Floyd en el '71? - Spencer comienza a hablar, yo asiento. Claro que sí recuerdo. Nueve mil personas y cuatro de nosotros en el escenario. Nadie nos conocía. A nadie le importaba. – Lugares como esos, es como... tener sexo con un desconocido.
       - ¿Y eso es algo que yo hago a menudo? – Sugiero, y Spencer menea una mano para decirme que me calle.
       - Mi punto es que, sí, seremos el show principal esta vez. Pero ya nos aman, de otra manera no estarían ahí. Y lugares como esos no tienen absolutamente nada de intimidad. Así que no importa, no tienes que impresionarlos. Nos subimos al escenario, tocamos las canciones, hacemos una reverencia. Y luego nos vamos. Es como un amorío de una noche. – Explica. Tiene sentido de alguna manera. Podría llevar mi alma para que los fans lo vean. Ellos no mirarán lo suficientemente cerca para verla.
       - Tal vez. – Le concedo después de un rato, poniendo la botella vacía en la mesa. – Tengo que irme. Jac dijo que podría venir a verme.
       Él niega con la cabeza – No sé porque la sigues aguantando.
       - ¿Por qué no debería? – Pregunto y me pongo la chaqueta. – Es fiel la mayoría  del tiempo. Más de lo que podrías pedirle a una mujer en estos tiempos.
       Spencer se burla, pero él todavía es joven. Su cabeza sigue dopada de corazón roto, pero cuando vea claramente, se dará cuenta de que ya no estamos viviendo en los cincuenta. Los sesenta ya sucedieron, no puedes retroceder. Perdí mi virginidad en Woodstock, no puedo retroceder y evitarlo tampoco, pero tampoco quiero evitarlo porque Fiona era una mujer hermosa. Ella no quería nada de mí excepto esa noche. Así es como son las mujeres ahora, queren experimentar algo hermoso contigo, y no se molestan tanto si desapareces después de eso. Es 1974, por el amor de Dios, el mundo cambió y el cambio es irreversible. Y con la revolución musical, también viene una sexual.
       - ¿Así que Jac viene con nosotros a la gira? – Spencer pregunta
       - No lo creo.
       No la quiera cogiendo con todos mis amigos. Spencer me pide que me quede para tomar otro trago, pero me niego – Sé que yo no soy nadie para decirte esto, pero no deberías beber tanto. Enserio. Han sido meses y meses, amigo. Era solo una chica, y de todas maneras no te merecía. – Le digo firmemente, y asiente mansamente. Él ya lo sabe, por supuesto. Ella era una chica, él pensó que estaba enamorado, pero ya acabó. Hizo la decisión correcta eligiendo la banda por sobre su novia, incluso si ahora somos... los caballeros de la destrucción. Los embajadores de la pérdida. Juntándonos, pero luego separándonos.
       - Un centavo por docena – Spencer concluye, y siento que nos podríamos juntar por un momento.
       Encuentro a Jac fuera de mi departamento, fumando un cigarrillo y me detengo a hablar con ella. Me cuenta sobre la perra de su hermana, y un chupón se hace notar entre medio de su pelo rubio. La verdad no me importa quién lo dejó ahí, justo arriba de su clavícula. Sé que le gustaría que fuera más celoso, pero nunca he sido así. No por ella ni por nadie. No es como si me amara.
       - Cincuenta y cinco conciertos – le digo – nos vamos en un mes.
       Sus ojos se iluminan, y conozco esa mirada. Está planeando algo y sabe que lo podrá cumplir. Es una chica linda, con cara de muñeca y ojos grandes e inocentes. Es pequeña y increíblemente hermosa cuando está desnuda, y muchos hombres lo saben. Algunas mujeres también si sus historias son ciertas, pero dudo que lo sean. Tiene confianza suficiente para los dos, lo que es probablemente la razón por la cual me quedo con ella. O tal vez ella se queda conmigo. Me mantiene preguntándome acerca de eso.
       - Vamos, subamos. – dijo.
       No llegamos a mi cama y ya estados casi desvestidos en la sala de estar con sus pantis en sus tobillos y mi cierre abierto cuando se entera de que no la planeo llevar conmigo en la gira. Me insulta y me empuja, se saca su ropa interior de los tobillos y se dirige a la puerta.
       Si nunca regresa, podría quedarme con sus pantis como recuerdo.
       - Es un bus pequeño – Le explico – No hay espacio para ti, bebé. Podrías volar a Detroit para verme si quieres.
       - ¿Y qué mierda querría en Detroit? – Me ladra. La ilusión en su cara de muñeca desaparece cuando empieza a odiarme. Sus cejas pintadas forman una línea delgada y fija. Sus manos son ahora puños, y los levanta dramáticamente pero luego las baja, haciendo un sonido como si, en vez de ser una mujer delgada, fuera un toro lastimado mirando a su matador.
       - No lo sé – Me encojo de hombros.
       - Púdrete, Ryan Ross. Púdrete. – Me apunta con el dedo para que tenga claro que yo soy el Ryan Ross de sus pesadillas antes de irse cerrando la puerta de un golpe. Murmullo un insulto y encuentro una botella de whisky. Saco mi guitarra eléctrica negra y comienzo a tocar White Light/White Heat para calmarme a mí mismo. Me esfuerzo para no pensar acerca de los cincuenta y cinco conciertos. Cincuenta y cinco conciertos. Cincuenta y cinco malditos conciertos.
       Me suicidaré en el vestidor en Philly. Eso le enseñará a Pete.
       La abuela en el departamento de al lado golpea la pared para callarme. La cuento como una persona que estará feliz con mi ausencia.
       *  *  *
       Las luces del estudio me hacen sudar. Estoy maquillado, pero no lo suficiente como para ponerme tras una muralla defensiva. La audiencia está sentada y no es un desastre alentador, solo rockeros tomando cerveza. Miembros organizaciones de caridad, amas de casa, esposos aburridos con incluso el botón de arriba arreglado, todos ellos me miran sobre sus gafas y se preguntan qué error cometieron mis padres. La mujer encargada del maquillaje está tratando de convencer a Joe para atar su largo y rizado cabello en una cola, pero se niega mientras Spencer prueba las baquetas y ajusta su bandana alrededor de su cabeza. Es un nuevo toque a su estilo de escenario. Brent no tiene un estilo distintivo propio realmente, solo deja que su cabello largo y café cuelgue sobre su cabeza como una toalla mojada, y las puntas barren sus hombros. A él no le importa. Joe quiere causar la misma impresión y se obsesiona con cada cinturón y ropa apegada a la piel que muestra la mayoría de su pelo de pecho con un cuello en V que baja hasta su ombligo.
       Sé que estamos atrasados con nuestro enfoque de mezclas y combinaciones, montando la ola que podría ser la última en reventar. Fui a ver el show de David el verano pasado cuando estaba promocionando a Ziggy. Cuando era Ziggy y la banda eran los Spiders. Fue un show asombroso, debo admitirlo, pero sería mucho trabajo para nosotros inventar personajes e historias. No es que seamos reprimidos. A la mierda con lo reprimido, con el cabello de coro y los trajes combinados, estos no son los años sesenta. Solo somos nosotros. Quería tener ese nivel de urgencia con la música, con ninguna mierda teatral involucrada. Pero el barco de la sinceridad musical ya zarpó. Un gran show alinea a la audiencia, difumina la música. Y los grandes lugares como estos tienen la culpa. El dinero tiene la culpa. No quiero convertirme en Ziggy.
       Pero cuando estás en la radio, tienes tres opciones. Puedes reprimirte, triunfar, o rendirte. Estoy tratando de no irme por la tercera.
       - ¿Estás listo para tocar? – El asistente del director me pregunta. Yo asiento, asegurándome de que mis compañeros también estén listos. Spencer se sienta detrás de su batería Y Joe prueba el micrófono una vez más. Nuestra primera presentación en TV.
       Esperamos que se arregle la iluminación y veo al director regañando al ingeniero de sonido. Detrás de las cámaras, Pete y Jac están mirando en las galerías. Jac me saluda y me sopla un beso, una sonrisa salvaje en su cara, exactamente la misma que tenía cuando la conocí. Es mas alta que Pete en sus zapatos de plataforma verdes. Estoy usando uno de sus diseños de sombrero que tiene flores rojas a los lados. No lo elegí yo, pero de verdad me gusta. Es un cambio bueno cuando no tengo que mentirle.
       - Pensé que se había enojado contigo – Spencer murmulla cuando voy a hablarle.
       - Si lo estaba. – Me encojo de hombros. Sus amenazas no significan nada – ¿Cuándo tenemos practica de equipo?
       - Brent, ¿cuándo es la practica de equipo? – Spencer lo llama.
       - Mañana – Dice el bajista. El tiempo pasa deprisa. Necesito empacar para la gira.
       - Es mejor que estés ahí. – Spencer farfulla y me da una mirada. Me lo tomo a la ligera y lo insulto silenciosamente. Estaba pensando en tener el funeral de mi abuela por treinta y seisava vez.
       La gente de la tele esta lista, y los extremadamente entusiastas locutores nos presentan cuando empiezan a grabar. Tocamos nuestra canción. Es la mas corta del álbum, solo cinco minutos y veinte segundos. Me olvido de las cámaras y me concentro en la música, el momento cuando la batería empieza a sonar en la tercera y cuarta parte, un segundo antes de que cambiemos a 11:31. Brent cambia de bajo a teclado a la mitad de la canción, y yo canto. Mi voz es rasposa e inexperta, pero asi es como la música se supone que debe sonar, aunque cada segundo haya sido calculado y causado obsesión. Sé que hice una canción decente si me volví loco y perdí horas de sueño por ella.
       El director me señala para que mire a las cámaras, pero lo ignoro y canto para sus zapatos.
       -¡ The Followers, damas y caballeros! – El locator dice y la gente aplaude. Joe y yo somos dirigidos a las sillas donde nos entrevistan. Joe insistió en ser entrevistado mas. Bien. Mientras menos entrevistas haga, más feliz seré. Pero el entrevistador me habla a mi la mayor parte del tiempo, porque sabe que soy el escritor de las canciones, el hombre de al frente, el vocalista. Yo soy el producto que están comprando.
       Respondo sus extrañas preguntas.
       -Este es su tercer álbum. ¿Qué es lo que le dio a este álbum el reconocimiento que los otros dos no tuvieron?
       Me rasco el cuello. Las cámaras me auntan. Sonríe, Ryan. Se amable, Ryan.
       - Nuestros dos primeros álbumes fueron muy bien recibidos en algunos círculos, no es mi culpa que nunca alcanzaron sus oídos. – Digo y me salgo con la mía con una sonrisa. La audiencia se ríe. Mi piel pica. Tengo sed. El locutor tiene unos dientes horriblemente amarillos.
       - Son músicos muy talentosos – Dice, pero frunce el ceño. – Solo tengo una pregunta; ¿por qué tiene que ser tan ruidoso?
       Detrás de las cámaras, Jac se tapa la boca con una mano para disimular la risa. No tengo nada que decir.
       *  *  *
       La practica de equipo es como una reunión de secundaria, excepto que nadie se siente avergonzado cuando van directo hacia el alcohol para sufrir menos la extraña junta. Andy Hurley y William Beckett escuchan y preguntan mientras nosotros caminamos por el set. En las noches en las que tocamos Sore Skill, Joe necesita su guitarra Fender azul afinada un tono más abajo. Si tocamos Miranda's Dream, Brent necesitaría un bajo de cinco cuerdas. Llenamos la practica con todos los arreglos que se necesitan para esta gira mientras Pete toma notas de las cuerdas extra, cejillos y baquetas. Andy tiene memoria fotográfica, por lo que me acuerdo de las giras pasadas, y mira el tablero de efectos solo una vez antes de acordarse de los patrones correctos. Hemos ido de gira con ambos en el pasado.
       - ¿Dónde están Zack y Simon? – Joe pregunta mientras instalamos todo para tocar. Los escenarios de verdad van a ser tres, cuatro o quizás cinco veces mas grandes que este. Miro a mi alrededor buscando a los ayudantes que no aparecen y William niega con la cabeza. Tomó consejos de cabello de Joe, pero en vez de los rizos cafés chocolate de Joe, William tiene un café más claro. Es tan alto y delgado como yo, pero mientras yo trato de esonder mis muslos huesudos, William siempre parece poder ponerse los jeans más apretados de lo que uno podría imaginar. Es muy femenino y emocional para mi gusto, incluso sus gestos faciales lo hacen ver como una chica, pero incluso yo tengo que admitir que hace bien su trabajo, aunque no me guste tanto.
       - Estoy seguro de que Zack y Simon llegaran en poco tiempo. – Pete se apura a decir, con miedo. Spencer se pone un chaleco sobre su camiseta roja y se sienta detrás de su nueva batería, una alegría infantil en sus ojos. Me relajo cuando lo veo. Lo necesito en esta gira. No podré sobrevivir este verano si Spencer no está ahí, y mientras reconozco eso, me resisto a ser un dúo dependiente. Esto no solía ser así.
       Pero hay varias cosas que ya no soy.
       Andy camina con cables y un rollo de cinta adhesiva entre sus dientes, cargandolo como un perro carga un hueso. Pega mi cable del micrófono al piso, arrastrándose en sus manos y rodillas. - ¿Lo quieres así o así? – Me pregunta mirando hacia arriba y empujando sus resbalosos lentes hacia arriba. Tiene el pelo grueso y café rojizo que cae hasta sus hombros, cejas abundantes que se sostienen sobre sus ojos azules y atentos. Andy es el filosofo del grupo. Él y Spencer se han sentado a hablar de amor, muerte, guerra, y cualquier otra cosa hasta el amanecer. A veces me siento con ellos y los escucho. Andy complementa las drogas y como abren su mente. Abren su mente demasiado a veces, pero es bueno tener al menos alguien intelectual en el bus.
       Averiguar como tocar las canciones en vivo es difícil. Terminamos peleando luego de veinte minutos cuando Joe mágicamente empieza a cantar el coro en Her Shadow. Yo canto el coro, Brent canta algunas armonías. Joe no canta en nunguna canción. Nunca lo ha hecho.
       - Dijiste que querías el micrófono para hablar entre medio de las canciones, y...
       - Bueno, ¿y por qué no puedo cantar yo también?
       - ¡Porque no puedes sostener ni una sola nota!
       - Oh, ¿y tu si?
       - ¡La verdad es que sí!
       Joe mira a Pete - ¿Y tu qué crees?
       - ¡No le hables a él! ¿acaso el estaba ahí cuando los cuatro empezamos la banda? ¿huh? ¿lo estaba? No le preguntes a Pete...
       - Yo creo... - Pete comienza a decir.
       - ¡Callate! – Lo apunto con el dedo, amenazándolo.
       - No amenaces al abogado del diablo... - Brent susurra lo suficientemente fuerte para que yo lo escuchara. No está siendo diplomático, Brent tan solo no está de mi lado.
       - Si yo quiero cantar...
       - ¡No importa lo que tú quieras! No puedes empezar a abusar de mi musica...
       - ¡Oh! ¡Oh! ¡Ahí lo tenemos! ¿Tú música? ¿Escuchaste eso, Andy? ¿William? Pete, ¿Escuchaste eso? – Joe pregunta mirando a su alrededor buscando apoyo. La alegría de Spencer se desvanece y una cara gris y cansada mira a su batería. Mi sangre hierve y aprieto el cuello de mi guitarra con ambas manos, queriendo levantar el instrumento sobre mis hombros y estallarla sobre la cabeza de Joe.
       Spencer se levanta. Cuando habla, su voz no tiene emoción. – Estoy seguro que lo que Ryan quiso decir fue...
       - ¡Se lo que quiso decir! – Joe revienta.
       La puerta se abre de un golpe y Zack Hall entra en la habitación. Es un tipo gigante, aproximadamente del tamaño de un gran gabinete de roble de los del siglo dieciocho. Soy un tipo bastante alto, pero Zack es mas alto que yo, y probablemente pese cinco veces lo que yo peso. Tiene la fuerza de un toro y mantiene su cabello corto, para que nadie lo tire cuando se involucre en alguna pelea. Al menos eso es lo que él dice. Pero detrás de esa aterradora primera impresión, es una buena persona. Caprichoso, definitivamente. Cruel, a veces, pero no es ni un poco malo. Mantiene a la gente en su lugar, y tal vez es su aparición la que nos hace a mi y a Joe callarnos.
       Pete exhala - ¡Zack! ¡Estás aquí! ¡Excelente! ¿Dónde está Simon?
       - En su casa. Se despertó esta mañana y seguía ebrio, se cayó de las escaleras y se rompió la pierna en dos lugares. Lo llevé al hospital, lo cual es la razón por la cual llegue tarde, y oh, hablando de eso, Simon no vendrá a la gira con nosotros. – Zack se detiene y nos mira a todos. - ¿Por qué las caras largas?
       Se acabó. La gira se acabó.
       Pongo mi guitarra en su lugar y Brent se da cuenta de el daño que se le ha hecho a el mismo. - ¿Entonces quién será responsable por mis instrumentos? – Brent pregunta enojado, y tan desafiante como yo cuando les dije que no confiaran en Pete, y ahora estoy agradecido de tenerlo aquí para que toda la culpa caiga en el. Puedo cambiar de opinión como los demás.
       La habitación esta llena de enojo y exclamaciones frustradas cuando rodeo a Zack y salgo de ahí, subo las escaleras del sotano y camino por el corredor y fuera del edificio. Los Angeles está nublado.
       Enciendo un cigarrillo con las manos temblorosas. Se acabo. No hay gira. No podremos hacero.
       Un vagabundo está apoyado en una muralla de ladrillo y le tiro tres cuartos del cigarrillo. Me dice que me vaya a la mierda.
       - ¿Acaso no sabes quien soy? – Le digo mitad serio y mitad burlesco.
       - ¡No! – Me ladra enojado, rascándose la cara con sus dedos sucios y susurrando para si mismo incoherentemente.
       - Yo tampoco. – Admito y camino lejos de él. Maldito Simon. Fue mi culpa por mostrarle es whisky la gira pasada. Solo tres cosas pueden arruinar a un hombre: la fama, las mujeres y whisky añejo. Maldito Joe. No necesito un guitarrista que piensa que puede ser el vocalista. Joe es el hombre mas bello de los cuatro, gracias a su carisma, su cuerpo bien formado y su cara varonil con un par de ojos azul brillante. No necesita cantar para tener mas chicas, así que ¿por qué hace esto? ¿para torturarme? Eso es, para torturarme.
       El cigarro se tambalea entre mis dedos mientras la tensión de la habitación de practica hace que mi cuerpo tiemble. Hay sudor en mi cuello y trago fuertemente, cierro mis ojos cuando el mundo se desenfoca. Quiero esta musica. Quiero esta banda. Pero está entrelazada con millones de cosas que no quiero en mi vida.
       - Ryan.
       Abro mis ojos. Brente toma mi cigarrillo y esta casi sereno cuando mira la calle como si no le importara nada en el mundo. – Escucha, William dijo que tiene un amigo, algún chico que conoce, que puede reemplazar a Simon. William confía en el.
       - ¿Vendrá en tan poco tiempo?
       - ¿Para ir de gira con la mejor banda de America? – Brent pregunta, claramente disfrutando de esa descripción. – Si no lo hace, es un idiota. Lo hará.
       El chico nuevo podría no adaptarse, aunque probablemente el mas antisocial en la banda soy yo, así que no me afectará. Tal vez no importe mucho, pero me preocupa. Si se trata de esta gira, me preocuparé de todas las malditas cosas.
       - Estaba pensando en que podríamos que podríamos decirles a los ingenieros de sonido que apaguen el micrófono de Joe en las canciones. O es eso o es dejarlo avergonzarse a si mismo una vez y luego lo dejará. El maldito narcisista no puede cantar, tienes razón acerca de eso. – Brent dice pensando. Piensa que Joe es un imbécil. Pero Brent piensa que todo el mundo es un imbecil, y lo piensa de mí también.
       - Joe no puede arruinar la música. El solo... Yo tengo que proteger la música.
       - Acaso de eso se trata? De la música? – Suena divertido.
       - Si no es acerca de la música entonces ¿de qué? – Pregunto enojado. Brent se termina el cigarrillo y me de un golpecito en la espalda. Me tiene lastima más que a nada.
       - Esta situación no es la ideal para ninguno de nosotros. El chico nuevo tendrá que aprender de el trabajo, y ¿quien sabe que tan calificado sea para cuidar los instrumentos?, pero lo superaremos – Se encoge de hombros - Vamos, tenemos que ir a averiguar el resto de las canciones. – Brent empuja su cabello grasoso de su frente y vuelve adentro.
       Y espera a que lo siga. Después de todo somos The Followers. Cristo.
       Estoy volviendo cuando dos chicas me reconocen cuando camino en frente de ellas. Mi aparición espontanea no les da tiempo para hacer nada mas que mirarme con la boca abierta, y susurran "Ryan" y "The Followers". Me volteo. Joe les lanzaría una risa encantadora, Brent les sonreiría, Spencer las saludaría, pero yo las ignoro, y camino lejos mientras siento sus ojos en mi espalda encorvada. Sus irises crecientes se sienten pesados en mi corazón.
       El mendigo sigue al lado de la puerta, viéndose confundido por todas las miradas que recibimos. – Debes ser famoso...- Le digo y vuelvo a entrar en el recinto.

The Heart Rate Of A Mouse- Volumen 1: Over The Tracks (Traduccion Al Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora