♦ Capítulo 4 ♦

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♦ So You Hear My Heartbeat? ♦

Capítulo #4

Algo no podía estar bien con mi sistema después de haberme levantado dos días seguidos antes de las 9.

La noche anterior después del ensayo había quedado de acuerdo con Frank para tomar un helado en el parque. Una cosa casual, para tener algo nuevo que hacer mientras platicamos además de tirarle pelotas a Pansy. Una cosa normal que muchos adolescentes hacen, que yo mismo he hecho desde que empecé a tener conciencia social e independencia para escoger mis amistades. Nada nuevo, pero a la vez todo nuevo.

Aún me estaba acostumbrando a muchas cosas, y era bastante surreal la manera en la que todo estaba funcionando. Tanto que me quedaba horas volteando en la cama repasando las memorias ridículas por inusuales; los momentos donde había sido un completo imbécil aún me hacían llevarme la palma a la frente y los detalles perfectos me hacían reír por lo bajo. Y me sentía en un universo donde solo existía Frank, y la aventura insospechada que estaba resultando conocerlo.

Eran las 10 cuando yo ya estaba más que listo para salir, sentado en el desayunador de la cocina tratando de perder tiempo con mi celular, con el sonido apagado del microondas mientras mi hermano calentaba pancakes que mi mamá habrá dejado preparados antes de salir a trabajar, alimentando nuestra pereza al no hacernos levantar temprano.

Mikey aún seguía en su ropa de dormir, con unos pantalones cortos y una camisa muy holgada, sin ningún interés ni razón verdadera para vestirse. Yo traía skinnies verde obscuro y una camisa a rallas, botas cortas y un péndulo de obsidiana. Era mi forma habitual de vestir cuando salía un viernes por la noche a algún café pseudo bohemio en el centro con mi bola de actores adolescentes, pero no era la forma habitual de vestir para tomar un helado en el parque dos cuadras calle abajo.

Cuando terminaba de vestirme y me examinaba frente al espejo de cuerpo entero a la puerta del baño, me convencí a mí mismo de que era mejor ir muy esforzado que muy desinteresado. Y me dejé llevar por la vanidad; aunque tal vez no era solo la vanidad, porque en algún momento escuchando mi subconsciente susurrar ideas dentro de mi cabeza, una pasó haciendo eco; "Voy a salir con Frank". Y era tan simple que me causó tanto ruido.

La conexión de Frank con el mundo era a través de los ojos. Era sorprendente pensar que nunca conocería mi voz, y para bien o para mal mi rostro y mi persona era la única carta de presentación y despedida que tenía para con él. Nunca había pasado tanto tiempo mirando a los ojos a una persona, él me hacía notar lo mucho que esquivaba el contacto visual fijo con otros, porque cuando por alguna razón lo intentaba con él, se me recordaba enseguida que el hilo de comunicación era frágil, tenso y colgaba sobre la nariz.

— ¿Llevas puesto delineador? — Preguntó mi hermano acercando un dedo a mi cara. Le aparté la mano rodando los ojos.

—Un poco —contesté, tratando de ignorar su risa y sus resoplidos infantiles.

Si llevaba delineador en la parte interna del párpado. Había aprendido a maquillarme para las funciones, podía hacer varias cosas, y de hecho me gustaba pues acentuaba mi mirada y según mis ideas excéntricas de adolescente alternativo, el maquillaje no era cosa de mujer sino un recurso mascárico para resaltar los rasgos del rostro a los caprichos de la belleza social. Y por mi estaba bien, porque mis rasgos me tenían conforme y me agradaba resaltarlos de vez en cuando.

Mi hermano me molestaba como cualquier hermano lo haría. No nos llevábamos mal en términos generales, aunque tampoco éramos el ejemplo de hermandad, estábamos acostumbrados a la presencia del otro y aunque no lo expresáramos por los caminos diferentes que perseguíamos, la ausencia del otro se sentiría.

Heartbeat Hearie [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora