Capítulo 7

251 13 5
                                    

Damien Bennett

Mamá me contó sobre ello cuando cumplí trece años, su mirada era indescriptible jamás la había visto de esa manera, se quebró ante mí, lloro y me dijo que lo sentía, que lamentaba que todo pasara de esa manera. Me confesó que había sido violada en su juventud y que yo había nacido a causa de eso, dijo que me amo desde que supo que vendría, sin importar lo que había pasado ella me amaba y me tendría junto a ella siempre.

Pero había dolor en su mirada, me pregunté si antes de que eso pasara ella había tenido una mirada limpia. La idealice así, con unos ojos limpios, sin rastro sufrimiento.

Las quimioterapias de mi madre habían subido su dosis, su cabello se caía nuevamente poco a poco, estaría más agotada las próximas semanas. Me sentía tan impotente con ello, quería ser yo el enfermo, quería ser yo el que sintiera ese horrible malestar y no ella.

Era viernes por la tarde, me había quedado en casa, cuidando de ellas.

Mi hermana estaba feliz por eso, pues era raro para ella tener me aquí tan temprano después de clases. Sabía cuanta falta le hacía el no tenerme cerca de ella más tiempo, aunque en el colegio convivía con niños como ella, en casa solo nos tenía a nosotros y yo me pasaba la mayoría del tiempo intentando ganar dinero en lugar de estar a su lado cuidando la.

Por la noche me quede leyendo un poco, pues mis exámenes empezarían la próxima semana, aunque que tenía un alto promedio no podía confiar me, mi beca no me lo permitía si mi promedio bajaba yo perdería mi matricula y sabía bien qué me sería imposible pagar un semestre en esa universidad.

El timbre del apartamento sonó, me alarme un poco ¿quién podría ser a esta hora? ¿Margot?.

Me sorprendió el encontrar me con Mario tras la puerta.

— ¿Que haces aquí amigo? — pregunte.

Siento venir sin avisar, pero necesitaba hablar con alguien — se veía bastante inquieto.

Pero que pasa...Estas bien hermano? — me hice a un lado, pidiendo le que entrará.

Será mejor si hablamos aquí afuera, no quiero que tu madre escuche — a sentí y camine hacia fuera, quedando ambos en el pasillo.

Mario habla de una vez, estas poniendo me jodidamente nervioso —mi amigo dudo una vez más y entonces hablo.

Ayer me quede hasta tarde después de que te fuiste, me quede hasta el cierre del bar. Cuando me marche y fui hacia mi auto escuche a una mujer gritando por ayuda, venía de uno de los callejones que están en la entrada de la calle. Había un cabrón en sima de ella y... — al oír eso le interrumpo.

Dime que llegaste a tiempo ¡Maldito hijo de Puta! ¿quién era? —pregunte subiendo de tono mi voz. Imagine la escena, imagine a esa mujer como si fuera mi madre. Podía soportar todo menos ver a una mujer siendo atacada, ultrajada.

Llegue a tiempo y por suerte no me con tuve lo golpee hasta dejar lo casi inconsciente. Mira se cómo te pones con estas cosas, pero si te lo estoy contando es porque creo que hay algo importante, y quizás tú puedas ayudar me. A quien salve, quien estaba ahí tendida en el callejón era la mesera, la chica que estudia contigo — hubo un silencio entre nosotros, trate de digerir lo que acaba de oír. Amelia Ehrich, había sido atacada al salir del bar y Mario la había ayudado.

EL HIJO DEL MAL ⊕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora