Prólogo.

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Caminaba por las oscuras calles de Londres Muggle. Cualquiera que le viera hace unos años le llamaría cualquier sandez que le pasara por la mente, a estas alturas de la vida era lo más normal. Todo estaba vacío, no eran horas para andar deambulando por ahí, pero en casa, ese hombre de cabello platinado no tenia nada que hacer. Ese hombre se encontraba solo, sin amigos, sin familia... Solo. Se detuvo en seco al oír un ligero sonido a su izquierda, ventajas de ser un ex-mortífago, sentidos demasiados desarrollados, después de comprobar que no había nadie en los alrededores, sacó su varita apunto al arbusto, susurró un lumus, y al comprobar que el causante del sonido había sido un gato, guardó su varita en el bolsillo trasero del pantalón para seguir con su camino.

Los rayos del amanecer golpearon su rostro. Con un gruñido estiró sus brazos mientras bostezaba, intentando despejarse. 

Con un prolongado suspiro, sacó sus piernas por el borde de la cama. Descalza se dirigió al baño de su pequeño piso y se miró al espejo. Su pelo castaño seguía pareciendo un nido de pájaros, al igual que en sus tiempos de colegio, sus ojos chocolates estaban apagados en demasía. Se veía mucho mas delgada que semanas atrás. Volvió a suspirar, para después echarse agua en la cara. Se frotó enérgicamente el rostro, mientras un escalofrío la recorría de arriba a abajo. El recuerdo de la muerte de sus padres todavía la afectaba demasiado, tendría que empezar a hacer algo para ocupar su mente. Esa misma mañana empezaría a buscar trabajo. Lo necesitaba urgentemente, no podía seguir viviendo así, era joven, tenía que vivir la vida, no arruinarse de esta manera. 

Se dirigió a la cocina, se preparó un café y se apoyó en el marco de la ventana, viendo como comenzaba a iniciarse la actividad en las calles.

Los más pequeños, acompañados por sus madres y con unas bonitas mochilas de animalitos pasaban por la calle, gritando y jugando con sus amiguitos. Ellos eran los que conseguían sacarle una sonrisa cada mañana.

Terminó su café y fregó la taza. Se dirigió a su cuarto para vestirse, se enfundó unos vaqueros claros, una camiseta azul y unas deportivas. Miró el reloj, nueve de la mañana. Le daba tiempo a buscar por algún sitio algo que hacer, y después ir al supermercado, por lo que cogió la cartera, una chaqueta y salió de su departamento. Decidió bajar los cuatro tramos de escaleras, ya que no le apetecía encontrarse con ninguno de sus vecinos. Si llevaba días de mal humor, hoy era el día que se llevaba la palma.

Al salir a la calle, respiró hondo y miró al frente, emprendiendo camino hacia la biblioteca más cercana. Se situó frente a la puerta, murmuró un ligero "nunca dejarás de ser una come libros" y entró. Al fondo divisó una mujer, sentada en una silla tras un escritorio, leyendo un libro mientras mandaba callar a una serie de adolescentes que comenzaron a reír. Ella se acercó a la mujer, frente a ella carraspeó para llamar la atención. Cuando lo hubo conseguido, comenzó a sentirse nerviosa.

-Sí -habló la mujer, colocando el libro a un lado, centrando su atención en la castaña que tenía delante- Dígame que es lo que quiere.

-Yo había venido aquí a ver si tenían un puesto libre -habló la chica con voz firme y clara.

-Pues lo siento -la mujer la sonrió, pensando, pero no halló nada- Ahora mismo estamos completos.

-Vaya -se disgustó la castaña, cruzándose de brazos, pensando en su próximo destino- Muchas gracias.

-Hasta pronto.

La chica cabizbaja, salió del lugar, caminando en dirección oeste, no sabía a donde ir. Estaba completamente perdida. Si por lo menos estuviera en el Londres Mágico, avanzaría algo. Podría ser aurora, o simplemente profesora en Hogwarts. Pero no, no quería volver allí, en aquel maravilloso mundo no le quedaba nada. Sus amigos habían hecho sus vidas después de la guerra, había pasado el tiempo suficiente como para pasar página, ella intentaba hacer lo mismo con la suya. ¿¡Por qué tiene que ser tan complicado!? Era la pregunta que rondaba una y otra vez por su cabeza, hasta que chocó con algo duro.

Dulces Mentiras. (Draco Malfoy Y Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora