Vaya suerte la mia.

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HERMIONE P.V.

Después de encontrarme, nada más y nada menos, que a Draco Malfoy llamando al timbre de mi casa, apunto de quemarlo, decidí olvidar el tema y comencé a guardar las cosas en sus respectivos lugares. Justo cuando terminé, me dispuse a hacer la comida, y mientras estaba en ello, una llamada al timbre me interrumpió. Fui a abrir, y unos brazos me rodearon, mientras la propietaria lloraba en mi pecho.

-¿Qué te pasa, Layla? -pregunté mientras la metía en mi casa y cerraba la puerta con el pie- ¿Por qué lloras?

-Me han despedido, Herms -volvió a sollozar, mientras colocaba su pelo rubio y rizado tras la oreja.

-Mujer... -me arrodillé frente a ella y pasé mi mano por su brazo- Eres guapa y lista, seguro que encuentras trabajo pronto, ya verás.

-No tengo estudios de ningún tipo, Herms -comenzó a llorar de nuevo- Nadie va a querer a alguien sin estudios.

-Pues lo primero que tienes que hacer es dejar de llorar -intenté sonar firme, pero apenas me salió un susurro, me dolía ver así a una de mis mejores amigas, ella se limitó a asentir- Y ahora, vas a intentar sacar algo.. ¿vale?

-Vale -intentó sonreír ella, pero solo pudo mostrarme sus blancos dientes- ¿Qué estabas haciendo?

-Iba a hacer la comida -sonreí al ver que estaba mucho más animada que antes, la verdad es que me recordaba demasiado a mi amiga la pelirroja, pero no me gustaba tocar el tema, por lo que me centré en la cocina- ¿Quieres quedarte?

-¿Enserio? -preguntó ella, abriendo la boca, provocándome la risa- Me encanta como cocinas, enserio.

-Muchas gracias -contesté, pensando que hacer- ¿Te apetece algo en especial?

-Me encanta como haces esa ensalada... -comenzó a gesticular con las manos, sin decirme nada más- ¿Sabes cuál te digo?

-Creo que sí -contesté después de reírme lo mío- Ayúdame entonces.

-A sus órdenes, jefa -rió, acercándose a mí- ¿Qué hago?

-Saca las cosas de la nevera -reí cuando ella hizo un gesto militar y se acercó a la nevera de un salto- Voy a cambiarme ¿vale?

-Perfecto -me sonrió, mientras me guiñaba un ojo- Pero no te pongas muy sexy, a no ser que quieras que hagamos cosas.

-Eres una perturbada mental -reí mientras me alejaba por el pasillo. En el cuarto, rápidamente cogí unos shorts de algodón naranjas, una camiseta de tirantes blanca suelta y descalza me enfundé unos calcetines y me dirigí a la sala- He vuelto.

-¡Te dije que no te pusieras sexy! -me regañó ella, abanicándose con la mano- Ahora no estoy caliente, estoy lo siguiente.

-¡Layla! -me quejé, acercándome a todo lo que había sacado y comenzando a prepararlo, hasta que sonó el timbre- Voy yo.

Extrañada por quién pudiera ser, me coloqué bien el pelo, la ropa y abrí con mi mejor sonrisa, que se petrificó en mi rostro, al ver a ese rubio prepotente delante mía.

-¿Quieres algo, Malfoy? -pregunté, cubriéndome con la puerta.

-Puedes dejar de taparte, Granger -rió, cruzándose de brazos, mientras alzaba las cejas- Venía a pedirte sal, ya que eres a la única del bloque que conozco, ¿me das sal?

-Si, claro -respondí extrañada, abrí la puerta y le dejé pasar- Ven.

Le hice un gesto con la mano y le llevé hasta la encimera, donde Layla sonrió como una auténtica tigresa, yo la advertí con la mirada, pero ella me ignoró.

Dulces Mentiras. (Draco Malfoy Y Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora