Siempre trato de estar linda y elegante para las ocasiones importantes, pero aquella noche era diferente...me veía mucho más bella...y creo que ya sé porqué. ¡Estaba natural! Es decir, no me había puesto demasiado make up y mi sonrisa era EL detalle. (Que por supuesto no duró demasiado).
Cuando terminé de arreglarme, golpearon la puerta de mi cuarto. Pregunté quién era y respondió Maxi, por lo tanto, lo dejé pasar porque él ya sabía que yo tramaba algo.
—Pasa, Maxi. Supuse que ibas a venir. —Dije mientras él cerraba la puerta.
—Gracias, Juli.
Se dio vuelta para hablar conmigo y al verme tan...¿diferente?, se acercó a mí.
—Estás muy hermosa. No me digas que te preparaste de esa manera sólo para hablar conmigo. —Dijo en tono burlón mientras él giraba alrededor mío.
—Sí, claro. —Respondí con tono de superioridad. —Tu ego y tú, cada vez más arriba, ¿cierto?
—No vine aquí para hablar de mí, ingenua. En la cena, —dijo, acostándose en mi cama— estabas muy rara; vengo a tu habitación y no tienes tu pijama puesta. ¿Quieres decirme qué sucede? —Y me miró con ojos suplicantes.
Lo pensé dos veces.
—Está bien. Me escaparé sólo por dos horas. Iré al cine con mi novio —dije, agrandándome— y luego vuelvo.
Golpearon la puerta, era mamá. Maxi salió de mi cama y yo me metí en ella, tapándome hasta el mentón.
—Permiso, —dijo mi mamá— vengo a darte las...—no terminó la frase porque se sorpendió al ver a Maxi en mi habitación. —¿Y tú, rebelde? ¿Qué haces aquí? —Preguntó a Maxi, mirándolo fijamente.
En fin. Mi madre luego se fue junto a mi hermanastro y él, levantó el dedo "gordo" como afirmando que no diría nada. (Y Maxi terminó castigado, también, por mi culpa).
Luego de que se fueron, salté de mi cama, acomodé mi vestido que se había arrugado un poco, puse relleno debajo de las sábanas (por las dudas, pero sabía que no iba a servir de mucho), tomé mi cartera, abrí la ventana y dije: "Comienza la misión".
Diego, que me esperaba en la vereda de mi casa, tenía una caja de chocolates. Supuse que eran para mí.
—Hola, princesa. Estás muy linda. —Dijo mientras yo salía de la ventana.
—Hola, bonito. Gracias, pues tú también estás bello. —Respondí francamente.
Iba a darle un beso en la mejilla, pero él se me adelantó y me dio uno en la boca...
—¡EPA! —Dije levantando la voz y secándome los labios. —¿No te parece que vas demasiado rápido? Porque a mí sí.
No es que el beso no me había gustado, pero, además de que todo me parecía muy apresurado (inclusive haberme escapado de la casa), no había sentido AMOR cuando me besó. Es decir...no tenía sabor a nada.
—Discúlpame, creí que iba a gustarte. —Dijo con tono triste. —¿Empezamos de vuelta o vamos para el cine?
Miré el suelo, pensé lo que iba a decir, levanté mi cabeza y con la frente bien en alto, respondí: "Lo hecho, hecho está."