Capítulo XIV

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- ¡Sehun!, ¡Sehun! - grito y golpeo con mis puños la puerta ya cerrada- ¡Sehun, sal de ahí! - insisto, pero no obtengo respuesta...

Grito desesperada, golpeo con todas mis fuerzas, lloro desconsolada. Estaba perdiendo todo el control de mi misma. Sehun había tenido la oportunidad de salvarse. Él podía haber estado con nosotros en aquel momento si no hubiese tomado la maldita decisión de quedarse y rendirse. Sehun se rindió, se rindió para que nosotros pudiésemos ganar el juego.

- Sun, Sun cálmate... -oigo la suave voz de Yixing atrás de mí intentando calmarme, pero es como si no lo hubiese escuchado. - Sun, ¡Sun! -vuelve a llamar, esta vez subiendo su tono de voz y tomándome por los hombros para tirarme hacia atrás y evitar que continúe golpeando la puerta.

- ¡Hay que ayudarlo, Yixing! - digo desesperada al momento de girarme y quedar frente a él.

- No, Sun. No podemos.

- ¡Tenemos que sacar a Sehun de ahí! -grito y Yixing niega con un movimiento de cabeza.

-No podemos hacer nada por él, Sun. Ya es demasiado tarde...- la ultima frase sale casi en un hilo de voz y los ojos llorosos de Yixing me hacen darme cuenta de que tiene razón.

Habían pasado un par de minutos desde que la puerta se había cerrado con Sehun adentro y que los extraños ruidos se hicieron presentes. Ya no se oía nada más desde el interior. Ya todo había acabado. Ya era demasiado tarde.

La rabia, frustración y tristeza se apoderaban de mí, haciéndome caer de cuclillas al suelo y llorar como no lo había hecho desde que estaba en ese lugar.
Ya no quedaba nada. Todas las personas con las que había llegado a ese sitió habían desaparecido, se encontraban muertas. Sólo quedábamos Yixing y yo.

- Sun, tranquilízate. - Yixing pide, cosa que para mi es imposible en aquel minuto. Yixing imita mi acto y se coloca de cuclillas frente a mí. - Sun, escúchame - sostiene mi rostro, haciendo que mis ojos se claven en él y pueda ver como una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios. - Cariño... somos libres.

Libres. Lo que acababa de escuchar hace que la impresión, junto con una mezcla de emoción e incredulidad se refleje en mi rostro, ya que Yixing asiente reiteradas veces con su cabeza, sin quitar su vista de mí. El rostro más sereno de Yixing, sus pequeños ojos brillando de la emoción y la pequeña sonrisa en sus labios, triste y a la vez aliviada; me hacen creer en lo que acaba de decir.

Ya sólo quedábamos nosotros dos. Ya habíamos quitado todas las argollas de nuestro cuerpo y superado los juegos. Ya no había nada que nos impidiera salir de ahí y podríamos ser libres... o eso creíamos.

La sarcástica, burlona y repugnante -para mí-, risa de aquel chico se escucha en cada rincón de la casa e interrumpe el minuto de alivio que habíamos conseguido.

Muy bien, juguetes, consiguieron salir de aquella habitación, aunque... Sehun no corrió con la misma suerte. Sus demonios pudieron más contra él. Pero ¿saben?, tomo una buena decisión.

Aprieto los puños a mis costados y quiero gritarle, pero no lo hago, me contengo. Yixing me coge de la mano y ayúda a levantarme. Ambos nos ponemos de pie, unidos muy cerca el uno del otro, casi abrazando nuestro cuerpo. Yixing busca con su mirada hacia arriba, y me doy cuenta de que la expresión de su rostro se ha endurecido.

- El juego ya acabó, somos libres. Déjanos salir de este maldito lugar-espeta.

Uno...

Dos...

Tres...

Y la risa de esa persona volvía a retumbar en nuestros oídos.

Já, ¿Libres?, ¿Creen que por haber quitado las argollas son libres?, ¿Creen que esto ya terminó?, pues no es así. Aún necesitan de una llave final para ser completamente libres.

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