Capítulo XIV

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Habíamos viajado en autobús alrededor de 16 horas, realmente estaba cansada, aunque daba gracias que alfin pude salir de ese lugar y a que mi hermanita no haya llorado demaciado, la mayoría del tiempo se la ha pasado dormida en mis brazos, los cuales se encuentran entumecidos y temo a soltarla, por esto mismo no me he permitido dormir ya que me asusta dejarla caer, me siento jodidamente agotada, mis ojos amenazan con cerrarse y no volverse a abrir hasta después de tres días, me encuentro observando la ventana para mantenerme despierta observando cada detalle del paisaje que se encuentra detrás de la ventana pero siento que esto me provoca más sueño por lo que aparto la mirada. Tengo unas enormes ganas de orinar y temo hacerme en los pantalones, el baño del autobús se encuentra al fondo, pero no puedo dejar a Isabella sola y tampoco puedo ir con ella al baño, por lo que decido aguantarme pero definitivamente me haré en los pantalones si no logro ir a ese jodido baño en pocos minutos. Observo a una señora que se encuentra despierta cuando las demás personas están dormidas profundamente, me levanto y me dirijo hacia ella.

—Hola.— 

—Hola. ¿Necesitas algo?—

—Sí, am necesito ir al baño y necesito quien me cuide a mi bebé.—

—por supuesto— me dice emocionada —tu ve tranquila—

—Muchísimas gracias— corro hacia el baño del fondo y no evito soltar un suspiro de satisfacción al sentirme liberada y aliviada de no haberme hecho en los pantalones. Siento el sabor de mis lagrimas y no se cuando he comenzado a llorar, las limpio de inmediato, pues me he prometido no volver a llorar en mi vida, ahora tengo la oportunidad de ser feliz con mi hermanita, y haría todo lo posible por hacerla feliz a ella, cueste lo que cueste.

Siento cómo el autobús se detiene y anuncia que he llegado a mi destino, me levanto del aciento con Isabella en brazos, tomo mi mochila y bajo del autobús para que me entreguen mis maletas, cuando bajo los pequeños escalones cubro a la bebé con la manta porque para mi buena suerte está lloviendo y aún nose dónde hospedarme. Tomo mis maletas con dificultad y corro dentro de la estación. Son más de las  cuatro de la mañana y saberlo solo hace que me agote más, decido salir en busca de un taxi, porque de verdad necesito descansar, mis brazos duelen demaciado y temo dejar caer  a mi hermanita y lo que menos quiero es eso, la cubro muy bien y comienzo a andar por las calles en busca de un taxi, pero temo que a estas horas de la madrugada no haya servicio, sé que estoy muy mojada de mi espalda, se que las maletas están muy mojadas, y ahora se que Isabelle se está mojando porque ha comenzado a llorar, me regaño mentalmente por arriesgarla de esta manera pero es que ya no soporto mis brazos, me detengo bajo un pequeño techo  que apenas si logra cubrirnos, al parecer la vida me ama tanto que decidió que lo mejor para mi era aumentar la fuerza de la lluvia, la parte frontal de mi cuerpo, en su mayoría no está mojada ya que la lluvia solo lograba mojar mi espalda con mayor intensidad que el frente de mi cuerpo, acurruco a mi hermanita en mi pecho para darle calor, pero se que estoy demaciado fría para lograrlo pero aún así lo hago, la cubro aún más y comienzo a temer por su salud <<que estúpida soy>>.

Mi cuerpo tiembla e Isabella no ha dejado de llorar y siento que la sieguiente en romper en llanto seré yo si no encuentro una manera de salir de aquí <<putos taxis, puta lluvia, putos todos>> empiezo a maldecir todo lo que llegue a mi mente pero me detengo al saber que de esta forma no lograré encontrar una solución y ahí estaba yo, empapada con una bebé en brazos que se rompería la garganta si no dejaba de llorar de esa manera, vaya pulmones que tenía para poder gritar de esa manera, pero lo entendía y hacía todo lo posible para hacer que se calmara y mantuviera calor, las maletas estaban peor que yo, esas ni como rescatarlas, un sonido hace que levante la mirada para encontrarme con un auto negro, enseguida se abre la puerta del copiloto y lo primero que pienso es huir enseguida.

—¡SUBE!— El grito de un hombre me sobresalta y ahora mis ganas de huir se vuelven más intensas, pero por algún tonto motivo no puedo hacerlo, al darse cuenta que no obedezco, se baja del auto corriedo hacia mi dirección, es un hombre alto e intimidante un escalofrío me recorre cuando esta muy cerca de mí, por instinto doy pasos hacia atrás pero me detiene la pared fría detrás de mi y en este momento me gustaría ser fantasma para poder atravesarla. Su mano sujeta mi brazo con fuerza, pero se detiene al notar el pequeño bulto entre mis brazos, al fin había logrado calmarla y este tipo ya la altero y ahora esta volviendo a llorar como nunca, y lo que logró fue que ya no le tubiera miedo a él si no que odio por haber asustado a Isabella, parece aturdido y yo solo puedo fulminarlo con la mirada y arrullar a la bebé en mis brazos para calmarla, el me observa a los ojos con gran intensidad pero enseguida me regala una de desaprobación y logro comprenderlo si tubiera los brazos libres ya me hubiera abofeteado mil veces por hacer esta tontería pero sólo  puedo hacerlo mentalmente y no solo a mí sino al tipo frente a mí.

—con mayor razón debes subir al maldito auto— suena calmado pero logro percibir cuan enojado está, sin pensarlo niego con la cabeza lo cual provoca que el estalle. <<vaya Shay no puedes ser más imbécila>> —¡¿ACASO QUIERES QUE MUERA DE FRÍO?!— y esas palabras causaron que me moviera rápidamente hacia el interior de su auto, me sorprende que tan rápido llegue, el auto estaba encendido, y no pude evitar pensar en tomarlo he irme a gran velocidad y abandonar a aquel malhumorado que está tomando mis maletas para subirlas al auto. Pero es demaciado tarde para llevar a cabo mi plan, ya está sentado junto ami colocándose el cinturón. — Dame el bebé— ¿que se cree este mandón? <<ni lo pienses idiota>> —estás mojada y yo no. Yo le daré calor, asi que dámela—

—No podrás conducir— no pienso dársela, peligro y sea un robabebés y en cuanto la tenga en sus brazos me sacará del auto y se irá, llámenme paranoica pero no, me niego a entregársela.

—DÁMELA YA— al notar que me sigo negando, se quita el cinturón y se inclina hacia mi para arrebatarme a mi bebé por más que intente resisitirme no lo logré <<idiota>> se coloca a la bebé en sus piernas y se quita su chaqueta de cuero, dejando ver sus musculosos brazos <<Shay eres más estúpida por pensar eso>> gracias mente por tu gran apoyo,  me concentro en lo que hace y no en su ajustada camiseta y por esto último me abofeteé más de mil veces. Retira las mantas que cubrían a mi bebé y se paraliza al notar la cinta de hospital que envuelve su pequeña muñeca, me fulmina aún más con la mirada y yo solo desvío la mía por lo avergonzada que estoy, realmente fue una estupiez salir así a la calle. La cubre con su chaqueta y con un solo brazo la sostiene, me sorprendo cuando inmediatamente Isabella deja de llorar y se tranquiliza y siento celos, prende la calefacción y me impresiono cómo logra hacer lo necesario para poner en marcha el auto con una sola mano, solo puedo mantenerme en silencio y mantener la vista fija en mi bebé por si algo llega a salir mal, el sueño se vuelve más intenso al igual que el frío y lo que hago es pegar mi cara en el lugar por donde sale el aire caliente.

— te enfermarás— su voz dura no me interesa y ya no me causa miedo lo que quisiera es sacarle el dedo y luego abofetearme por ser muy pendeja.

—al diablo, lo merezco— y en unos minutos el sueño logró vencerme quedandome dormida sin saber cuál sería mi destino pero ya no podía seguir resistiendome ante el sueño y solo me deje llevar.



Los Golpes de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora