Capítulo 8: Cumpliendo condena

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- Y ahora le pones una rodaja de limón fresco.

Así Anakin terminó la exòtica bebida que le había pedido su maestro, ahora amo de él. Al acabar, se la ofreció a Obi Wan, en una bandeja de plata.

- Ah, por cierto jovencísimo aprendiz, la falda la tienes mal puesta, póntela bien.

Anakin, con toda la vergüenza del mundo, se dió prisa en ponerse bien la falda del atuendo femenino que su maestro le había obligado a ponerse.

- Te sienta bien el rosa. Hace conjunto con tus ojos.

- ¡Cállese de una vez! ¡Le odio!

- Es lo que te pasa por retar a tu maestro. Debiste tener en cuenta que ibas a perder. La inexperiencia de tus actos te traen sus consecüencias.

El jóven Anakin miraba con odio y rabia a su maestro. Se limitó a estar de pie al lado de Obi Wan, esperando nuevas ordenes, mientras éste se tomaba su bebida placidamente tumbado en una hamaca. Anakin apretó los puños y los dientes con ira. Obi Wan, se terminó su bebida, la alzó a señal de que su aprendiz de la llevara.

- Y tráeme otro, estaba delicioso. Tienes madera de mayordomo.

Anakin enfurecía por segundos. Mientras iba a preparar otro cóctel, Padme apareció en la sala, con un majestuoso vestido azul celeste y detalles perlados. Al ver la escena de su prometido con un vestido rosa de su suegra, sirviendo cócteles a su maestro como si se tratara de una sirvienta, no tenia precio. No sabia si reír o llorar. Se limitó a reírse. Anakin al oír la risa de su prometida, cayó en la más profunda de las vergüenzas. Su orgullo masculino había quedado para el arrastre.

- ¿Por qué no paráis esta locura? - dijo Padme, entre risas.

- Mi jóven aprendiz debe aprender a saber cuando está listo para enfrentarse a algo que está fuera de sus posibilidades. ¿Para cuando ese cóctel, Anakin?

- ¿Le estás haciendo un cóctel? - se rió todavía más Padme.

- Así es cómo me lo ha ordenado él.

- Te he dicho antes que me llamaras de otro modo, Anakin. - le reprimió Obi Wan.

- ... así es cómo me lo ha ordenado... mi querido amo.

Padme se rió más aún.

Entonces apareció la que faltava para que Anakin terminará desear que la tierra le tragase. Llegó la reina Shme. Al ver a su hijo con su vestido rosa favorito, entró en una crisis nerviosa.

- ¿Ese vestido que llevas no es mío? - preguntó Shme, sin esperar la obvia respuesta.


* * *


Terminó una jornada dura para nuestro príncipe Anakin. Había hecho coladas, preparado comidas, servido cócteles e incluso abrillantado las botas de su odioso maestro. Estaba agotado, y solo deseaba entrar en sus aposentos a quitarse ese maldito vestido rosa y poder olvidar el que había sido el peor día de su vida. Aunque se dió cuenta de algo. No podia abrir la puerta, se había dejado la llave electrónica en sus ropas. Y SUS ROPAS ESTABAN DENTRO DE SU HABITACIÓN.


- ¡Mierda mierda mierda mierda mierda mierda! ¡AHORA NO PUEDO ENTRAR!

Forcejeó la puerta mecánica y dió golpes en ella, pero era inútil. Vió a lo lejos como unos guardias del Palacio se acercaban mientras hacían su ronda de vigilancia. Si veían al príncipe vestido con ropajes de mujer, iba a ser víctima de risas y burlas el resto de su reinado. Estaba perdido.

"Y ahora qué hago..." se lamentaba Anakin por dentro. Entonces, apareció Obi Wan por el otro pasillo. Fue hacia su maestro corriendo, con una carita de lamentación.

- Me he olvidado la llave en mi otra ropa, no puedo entrar en mis aposentos y unos guardias verán al príncipe vestido de mujer. Estoy acabado, por su culpa, maestro.

- ¿Qué te he dicho con qué nombre debes llamarme?

- ¡No hay tiempo para esas tonterías ahora mestro! ¡Por favor, ayúdeme!

- ¡Llámame por el nombre que te he dicho antes! - insistió Obi Wan.

- ¡AYÚDEME, MI QUERIDO AMO!


De repente, Obi Wan cogió de la cintura a Anakin, atrayéndolo hacia él con delicadeza. Puso su otra mano en el rostro de su aprendiz, y acercó su rostro al de éste, con una mirada dulce. Anakin enrojeció y se quedó bloqueado, sin saber lo que iba a pasar a continuación. Los labios del maestro se juntaron con los suyos, quedándose sellados apasionadamente. Anakin, se quedó con los ojos abiertos, però fue siguiendo ese beso inconscientemente, cerrando los ojos y abrazando a su maestro. Éste pasó de poner la mano en la mejilla de su aprendiz, a acariciar sus cabellos castaños de la nuca, aprisionandolo así con él, haciendo una unión perfecta. Los guardias miraron a la pareja, pero pasaro de largo. No era de su incumbéncia con qué muchacha se relacionaba el maestro Obi Wan, sin tener ni idea de que se trataba de su príncipe y futuro rey. Al pasar de largo, Obi Wan entreabrió los ojos para ver dónde estaban los guardias. Ya se fueron.

Se apartó suavemente de Anakin, y ambos se miraron fijamente, algo tímidos.


- Ya ha pasado el peligro. Su reputación se ha salvado por los pelos. - dijo al fin Obi Wan.


Entonces, el maestro rebuscó entre sus ropajes Jedi, y sacó una cópia de la llave de los aposentos del príncipe. Se la dió a Anakin en la mano.


- Con esto podrá entrar. Ya me la devolverá en otra ocasión.


Y así, como si nada, se fue pasillo arriba, dejando a Anakin con la llave en la mano, con una expresión de desconcierto y alucinación.

- ...¿eh? - se limitó a soltar Anakin.










Star Wars: Un Amor Prohibido [Anakin x Obi Wan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora