Capítulo 9: Confusión

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Obviamente el entrenamiento no era como de costumbre. Obi Wan marcaba demasiados golpes a Anakin. Parecía no acordarse de lo sucedido el día anterior, como si besar a su aprendiz no fuera nada del otro mundo; pero Anakin quedó traumado de por vida, ya no podía acercarse a atacar a su maestro sin recordar el suceso, bacilar y echarse atrás en la estocada para finalmente ser derrotado una y otra vez. Obi Wan lo notó.

- Hoy no te noto muy en forma, mi joven aprendiz.

"Vaya, como para no estarlo", pensó Anakin.

- Vamos, ¡en guardia! - gritó Obi Wan a la vez que atacaba a su aprendiz. Anakin reaccionó patosamente, provocando la pérdida de la espada. Ni siquiera hizo intento de ir a cogerla; no tenía ganas.

Obi Wan mostró una expresión de enfado en su rostro al ver la pasividad de Anakin.

- ¡A qué esperas! ¡Ve a coger tu arma! - le exigió Obi Wan.

- ¡No! ¡No quiero entrenar más contigo! - dicho esto, Anakin se fue, con pasos furiosos.

- ¡Eh! ¿¡A dónde vas!? ¡Vuelve aquí y sigue con tu entrenamiento! ¡Anakin! - Obi Wan se acercó rápidamente y cogió del brazo a Anakin, evitando así que siguiera en su huida.  Anakin forcejeó un poco para liberarse, pero Obi Wan le tenía cogido con fuerza.

- ¡Suéltame!

- ¡Déjate de estupideces y vuelve al entrenamiento!

-¿¡Después de lo que me hiciste ayer!?

- Me pediste que te salvara de esa situación, ¿no? Pues lo hice.

- ¡PERO NO DE ESE MODO!

- ¿Qué más podía hacer con cinco segundos de tiempo y sin nada a nuestro abastecimiento?

- ¡Pues...! Yo... - No se le ocurría nada en ese momento.

- ¿Lo ves? Ahora deja ese tema de una vez y entrena. Habrán ocasiones en las que tendrás que hacer cosas que realmente no quieres, pero que no te quedará más remedio que hacerlo para poder seguir adelante con tu vida. Cuanto antes aprendas eso, mejor te irá.

Anakin se quedó sin habla. No sabía cómo responder ante las palabras de su maestro. Lo único que se le ocurría era lo que siempre solía responder:

- Sí, maestro...

* * *

Finalmente, el entrenamiento terminó. Anakin se fue a lavar el rostro en la fuente del jardín. El agua estaba refrescante y limpia, ideal después de un entrenamiento. Cuando Anakin disfrutaba del agua fresca en su rostro, Obi Wan se le apareció por detrás, con los brazos cruzados.

- Anakin, te quedarás tres horas más entrenando.

- ¿¡Qué!? ¡Por qué!

- Por no haberte puesto serio con tus obligaciones esta mañana. Me has hecho perder mucho tiempo, y no pienso permitir que te marches ahora de rositas.

Dicho eso, Obi Wan se fue sin decir nada más. Anakin se enfureció y dió un manotazo al agua de la fuente, maldiciendo entre dientes.  Cogió su espada, y empezó a dar mandobles a los obstáculos que habían preparados por el jardín, decapitando y amputando extremidades de muñecos con armaduras de los sith. Estaba tan furioso que no le importaba el estado con el que se estaba quedando el jardín, repleto de pedazos de armadura, paja y quemaduras. En medio del entrenamiento, oyó algo. Había alguien detrás del matorral del fondo. Anakin se preparó, pensando que se trataba de su maestro espiándole para asegurarse que cumplía el castigo. Cuando estuvo a un par de metros se abalanzó sobre el matorral, cortando la mitad de este y viendo así a Padme agachada con las manos en la cabeza, temblando como una hoja.

- ¿Princesa Padme? ¿Qué hace aquí?

- Yo solo...

- Espera, deje que la ayude - dijo mientras incorporaba a la asustada Padme.

- Gracias...y lo siento mucho. Yo solo quería contemplar su entrenamiento, y lo que he hecho es despistarle.

- Tranquila, no pasa nada. - dijo Anakin, con una sonrisa. "Menos mal que no era el maestro" pensó para sus adentros.

Anakin se fijó en Padme, y vió como lucía una hermosa tela color salmón claro, algo transparente, mostrando así la forma de sus pequeños pero insinuantes senos. Por un momento a Anakin se le fue la mirada, pero recuperó la compostura al instante, intentando sacar un tema de conversación.

- Y... ¿estáis a gusto en el palacio?

- Oh sí, nos tratan muy bien y nos dan lo que necesitamos.

- Perfecto. Cualquier cosa, no dudéis en decírmela. - En ese instante, a Padme se le iluminó el rostro.

- Pues de echo... sí que hay algo que podéis hacer por mí, Príncipe Anakin.

- Decidme vos misma.

- Acompañadme.

Padme ofreció su mano a Anakin, para que este se la cogiera. Anakin la miró, algo nervioso, hasta que finalmente se la cogió y se dejó guiar por Padme. Tiraba de su brazo mientras le llevaba por todo el palacio, hasta llegar a los aposentos de Anakin.

-¿Mi habitación? - se extrañó Anakin.

- Venid. - insistió Padme.

Entraron a la habitación, y Anakin se quedó alucinado. En las paredes de la habitación había proyectada la imagen de la galaxia, brillante y bella. A Anakin se le escapó la sonrisa al contemplar tal belleza.

- ¿Os gusta?

- Es precioso, princesa Padme. Así seguro que dormiré más a gusto, contemplando las estrellas.

- Bueno... no falta mucho para que las podamos contemplar juntos.

- Cierto... nuestro compromiso. - Anakin aprovechó para preguntarle a Padme su opinión.

- Princesa Padme, ¿qué opináis de... nuestro compromiso?

Padme se sorprendió un poco al oír esa pregunta, pero de inmediato sonrió, y se acercó a Anakin, abrazándole el cuello.

- Pienso que soy una mujer afortunada, príncipe Anakin.

Anakin se puso algo nervioso. Jamás había estado tan cerca de una mujer. Padme bajó los brazos, y puso sus manos en sus hombros.

- ¿Y vos, príncipe Anakin? ¿Qué opináis?

- Pues... no estoy seguro.

- Deje que... le ayude a estar seguro.

Entonces, Padme tiró de los tirantes de su vestido y dejó que la tela resbalara por su aterciopelada piel. Anakin abrió los ojos como naranjas, contemplando el escultural cuerpo desnudo que se mostraba ante él. De repente, se abrió la puerta del dormitorio sin previo aviso y Obi Wan entró sin más.

- ¡CON QUÉ SALTÁNDOTE EL CASTIGO QUE TE...!

Padme se escondió rápidamente detrás de Anakin, soltando un pequeño grito de vergüenza. Anakin alzó las manos a modo de intentar ocultar lo que tenía detrás suyo, pero ya no había mucho que ocultar. Empezó a balbucear, intentando dar explicaciones a algo bastante inexcusable.

- ¡No es lo que piensa maestro! ¡Padme... bueno... yo..!

Obi Wan se quedó unos segundos perplejo, poniendo una expresión seria, cuando finalmente reaccionó, se dio la vuelta y se fue por donde había venido. Al cerrarse la puerta de nuevo, Padme salió de su "escondite".

- Padme, lo lamento mucho pero... debo pediros que os vistáis.





Star Wars: Un Amor Prohibido [Anakin x Obi Wan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora