Capítulo 1: Un encuentro innesperado

122 5 1
                                    


Mundo Humano, veinte años despúes,

Dos días antes de Mira llegará y me secuestrara...

Estaba sentado en la galería admirando la belleza de las obras de arte colgadas en la pared, pensado un poco sobre mi mismo.

Siempre he tenido una vida tranquila, había vivido mi adolescencia con mis padres los cuales al cumplir dieciséis me revelaron que era adoptado -Que divertido- de por si no me consideraba normal y saber aquello me había dado un empujón a lo que se podria considerar -anormal-.

Aunque al final volví a casa pero cuando cumplí la mayoría de edad, decidí mudarme por ciertas razones y seguí mi sueño de ser artista.

Hoy en día soy un artista y por fin tengo la oportunidad de presentar mis trabajos en una galería de artes la cual ha abierto sus puertas al público en general. Así que mepase el día organizando las obras que iba a presentar y llevándolas a la galería junto con mis ¨compañeras¨ las cuales no dejaban de mirarme.

Sabía más que bien porque lo hacían, después de todo estaba consiente de mis dotes y los efectos que estos tenían en las mujeres que me rodeaban, para algo he trabajado tan duro en ellos ¿no? pero a ser sincero no tengo ningún interés en ninguna de ellas, de momento prefiero concentrar mi atención en cosas un poco más importantes -como yo mismo-.

Salí de la galería directo a mi departamento donde vivía completamente -solo- ya que me consideraba a mí mismo lo suficientemente peligroso como para vivir con alguien más.

Verán cuando tenía unos seis años como todo niño curioso mientras jugaba con un encendedor me di cuenta de que no podía quemarme, en ese momento no le di mucha importancia pero no fue hasta mi adolescencia que comprendí que era algo más que ser inmune al fuego.

Cuando me caía mis heridas sanaban rápido y ni siquiera sentía dolor alguno, muchas de mis capacidades físicas aumentaron significativamente como mi velocidad y otras mentales como mi habilidad para recordar cosas.

Me consideraba algo parecido a un x-men solo que yo era real y ellos pues estaban en una película, con el tiempo fui creciendo y tuve suficiente tiempo para desarrollar mis habilidades, no solo era inmune al fuego sino que también podía controlarlo y crearlo con mi cuerpo (al menos con mis manos) aunque las llamas que creaba tenían la peculiaridad de ser azules no en tonos rojizos como las que conocía.

Dure muchos años tratando de averiguar porque eran azules pero fue en vano, no había nada relacionado con fuego azul en ningún lado -sólo en las películas-.

Antes pensaba que me estaba volviendo loco o que vivía en alguna clase clase de pesadilla , pero por mas que me pelliscaba nunca despertaba.

Así que decidí no hablar del tema, no quería volverme alguna rata de laboratorio así que simplemente me dediqué a mí mismo, me separe del mundillo que men rodeaba y me sumergí en una búsqueda de personas como yo pero por mala suerte, nunca encontré más que foros donde los frikis hablaban de sus deseos de volar o ser como Flash.

Sin embargo ahora era un adulto y tenía otras responsabilidades, como pagar renta y comer aunque eso nunca me privó de hacer ciertas locuras de vez en cuanto. Tener veintitrés no era exactamente una declaración de ser un adulto maduro después de todo.

Estaba sentado en una de las ventanas que daba a un callejón en el cual nadie podía verme con la cabeza hacia abajo, permanecí así durante al menos treinta minutos.

Este era mi lugar feliz y me sentía vivo cuando colgaba de lugares altos, el peligro me llamaba era, como si la adrenalina fuera la sangre que corría por mis venas y al sentirla mi corazón se llenaba de alegría.

Exheberus: Un Mundo Sin FínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora