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Cuando conocí a Candy, todo era maravilloso.

Fue una época preciosa, los pájaros llenaban el cielo.

Una gran bondad fluía entre nosotros.

»cielo«

Mechones de mi pelo caen sobre mi cara mientras troceo la pastilla con una pequeña cuchilla, convirtiéndola en polvo blanco.

Candy me mira con sus ojos verdes algo cansados, sentada enfrente de mí y bebiendo un vaso lleno de vodka.

Liam, sentado a mi lado, está haciendo marranerías con una jeringuilla.

Toso un poco, terminando mi trabajo y sacudiendo mi pelo.

"Toma." Le ofrezco a Candy.

Ella me mira divertida, rechazando mi propuesta.

"Esta vez quiero probarlo a tu manera."

La miro fijamente, intentado contestar tranquilo.

"Bueno... tomarla así está muy bien, ya lo verás." Insisto, de nuevo.

Ella muerde su labio, frustrada.

"¿Y por qué tú no lo haces?" Me pregunta.

Resoplo.

"Liam." Llamo su atención. "¿Por qué no lo hago?"

Liam carcajea.

"Daniel es un adepto, Candy. No un líder." Se encoge de hombros. "Tú esnífala y punto, atrévete a ser diferente."

Candy asiente, rindiéndose.

"Creo que la probaré en el baño." Dice levantándose y desabrochándose su roto peto azul.

"Eso es diferente." Afirma Liam.

Mi cabeza da miles de vueltas, estoy muy colocado.

Más o menos reconozco estar sentado al lado de la bañera, agarrando con mi mano izquierda la mano de Candy.

Con mi mano libre, restriego mis ojos despertándome un poco.

Noto como la mano de Candy deja de hacer presión sobre la mía lentamente.

Giro la cabeza y veo cómo Candy, metida desnuda en la bañera, empieza a hundirse.

"Candy..." Digo con voz cansada y tirando de su brazo hacia arriba. "Candy..."

Candy sigue sin reaccionar y me dio cuenta de que no es ninguna broma.

Me metí en la bañera encima de ella.

"¡Se ha venido, sobredosis!" Grito a Liam, mientras que con la poca fuerza que me queda mantengo a Candy fuera del agua. "¡Ven aquí!"

Cojo su cabeza entre mis manos. "Joder Candy, nena."

Liam entra en el baño con tranquilidad pero al momento se altera.

"Joder, le has dado demasiado Daniel." Me reprocha mientras yo intento abrir los ojos de mi novia.

"¿La puta solución salina no sirve para estos casos?" Grito a Liam. "¡Joder, trae un vaso de agua con sal! ¡Corre, date prisa!"

Vuelvo a centrar mi atención en Candy, que ahora está más pálida que nunca.

"Vamos nena." Insisto, golpeándola suavemente la cara con pequeñas palmadas. "Mírame."

"¿Cuánta sal?" Grita Liam desde la cocina.

"¡Joder! ¿Yo qué sé? ¡Mucha, remuévela bien, que se disuelva toda!"

Estiro mi brazo rápidamente y agarro una jeringuilla del cajón mientras Liam entra con el vaso.

"No creo que esto sea... ¿qué va a hacer la sal?" Tartamudea Liam.

"Cállate." Le ordenó llorando y preparando la jeringuilla con agua para reanimar a Candy.

"Vale, venga... agárrale el brazo."

Pincho delicadamente su brazo y le inyecto todo el líquido.

Tiro la jeringuilla sin mirar a dónde y vuelvo a suplicar a Candy que despierte.

"Candy mírame." Y mi corazón da un vuelco cuando Candy respira profundamente, abriendo los ojos despacio.

"Has vuelto." La abrazo con cuidado.

"No hay nada como la puta sal." Dice Liam atónito, dejándonos solos.

Candy sonríe acariciándome la cara. "Ha sido maravilloso... quiero más." Sonríe abrazándome.

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⏰ Última actualización: Nov 22, 2015 ⏰

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