Capítulo 4: El diablo está en los detalles

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Una alarma repentina espantó a Jack fuera de sus sueños y por unos segundos se preguntó si era una nueva locura de Tom creada con el indirecto propósito de amargarle todavía más la vida. Apretó las sábanas entre sus dedos, sintió el olor de su propia cabeza en las almohadas suaves y parpadeó confundido a la luz ya encendida de su cuarto. Le tomó unos parpadeos poder acostumbrar los ojos pero finalmente pudo ubicarse en el tiempo y espacio, justo cuando una voz salió desde su costado.

-Buenos días -dijo Chrisitian, sentado en una silla.

Jack casi espantado hasta que reconoció de quién se trataba y sólo le quedó extrañeza.

-¿Por cuánto tiempo has estado ahí?

El hombre tenía un libro sobre el regazo que cerró con calma tras colocado un marcador de papel y lo dejó encima de una cómoda. Jack vio que se trataba de una novela grande cuya portada sólo contenía el título de la obra y el nombre del autor en letras doradas en relieve. "Crimen y castigo" de ya no sabía quién. Era un libro grueso y parecía que su lectura a manos de Grey estaba bastante avanzada. ¿Para qué se podía haber traído eso hasta su cuarto y justo antes de que se despertara?

Jack miró hacia su mesilla de luz. Un reloj alarma digital de última generación estaba entonando su segunda ronda para poder despertarlo. Estaba seguro de que eso no estaba ahí anoche. Se habría dado cuenta.

-Un tiempo ya -dijo Christian y se levantó con confianza para apagar la alarma finalmente-. Babeas mientras duermes.

"No lo hago", pensó Jack como inmediata respuesta antes de percatarse de que tenía la boca seca y al subir la mano se restregó la humedad dejada en su mejilla. En la almohada también había una mancha por el sitio adonde debería para alguien que hacía exactamente lo que Grey acababa de sugerir.

-Ah -dijo. Sinceramente no sabía que eso podía pasar. Habían pasado años desde la última vez que tuviera una almohada de verdad y no sólo su mano-. Disculpe -dijo, pensando que a lo mejor eso era lo que estaba esperando el hombre.

A él le parecería una completa estupidez, pero qué sabía él de lo que hacían o no los ricos. La idea de que lo estuviera esperando, viéndolo babosear sus cosas mientras dormía, tampoco le hacía especialmente feliz. Christian se irguió con las manos a la espalda.

-No te preocupes. De todos modos iba a enviarlo todo a limpiar. A las sábanas se las envía a limpiar diariamente -le informó Christian con un tono que sugería que ya sabía que esa novedad iba a maravillar a Jack.

No lo hizo. Pero era bueno prescindir de un regaño nada más levantarse. Salió de la cama restregándose los ojos y vio que Christian Grey no sólo estaba parado con el libro bajo el brazo, pero también tenía un traje de negocios que sin duda debía provenir de algún diseñador demasiado costoso para la mayoría de la gente. "Ah, claro", pensó en un súbito momento de claridad. "Hoy es lunes, debe estar por ir al trabajo."

-Levántate y estate listo en unos diez minutos -le indicó el hombre en cuanto lo vio de camino al armario adonde estaba la ropa con la que ya venía el cuarto-. Vamos a salir.

-¿Adónde? -preguntó Jack, sorprendido, volviéndose.

-Si vas a vivir aquí necesitarás tus propias cosas, ¿no? Ahora sólo tienes un aproximado, pero me imagino que son todavía demasiado grandes para ti. Todavía pareces un vagabundo con ellas puestas, de modo que es tiempo de arreglarlo.

Christian se dirigió a la puerta, sin darle oportunidad a responder. Tampoco se le ocurría qué podría responder a eso más que lo obvio: que todavía era un vagabundo. Pero antes de que el hombre saliera del cuarto, se giró hacia él.

Sugar DaddyWhere stories live. Discover now