La vida es una partida de ajedrez y sólo acaba cuando uno de los jugadores muere o mata al otro.
Hay que pensar con frialdad al tomar las decisiones porque sino el otro jugador se aprovechará de ello y acabará con la pieza que más querías, dejándote sumido en un profundo pesar del que rápidamente te tendrás que recuperar.
No puede afectar a tu siguiente jugada porque sino esto se repetirá una y otra vez. Aquí, al contrario que en la naturaleza, gana el más frío y el más inteligente y si te dejas llevar por los sentimientos perderás una pieza tras otra.
Hay que aprender a recuperarse lo antes posible de cada golpe o al menos evitar que éste afecte en nuestras próximas jugadas.
Tienes que hacer jugadas con la cabeza bien fría y en las que puedas vengar a las piezas perdidas dentro de lo moral y ético.
Así que, lectores míos, les deseo mucha suerte en sus partidas y ante todo, dispónganse a ganar.
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Sensaciones
SpiritualPequeños relatos que he inventado según vivo y experimento en esta vida