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Era un día cualquiera, a principios de octubre. Yo ya me dirigía hacia la puerta cuando se me cruzó mi madre y me dice:

-Aquí tienes, no se te vallan a olvidar la llaves de casa. Hoy llegaré tarde a casa ya que tengo un recado importante que me durará toda la mañana.

-Vale.- contesté yo sin hacerme mucha gracia, prefería que estuviera aquí mi madre para no tener que comer sola.

Al salir por la puerta me dirigí al ascensor para recoger a una amiga mía que vivía en el 2º piso de mi misma torre. Cuando llegué al 2º llame a la puerta y de inmediato me abrió un señor muy alto con el pelo rizado y despeinado, era el padre de Tania, mi amiga.

-¿Está Tania ya preparada?- pregunté mirando de reojo al salón de dentro de la casa.

Justo cuando me fue a responder se oyó:

-Sí, me falta ponerme el abrigo- al terminar la frase vi como Tania aparecía por el pasillo conectado al salón y habitaciones.

Bajamos por las escaleras para llegar antes. Al llegar a la calle nos pusimos a hablar de qué tal nos iban las clases y si nos gustaba la clase que nos había tocado, ya que era nuestro primer año separadas de clase.

Llegamos a una rotonda pequeña con un pequeño árbol en medio y alrededor de éste pequeñas flores amarillas y blancas. Nos paramos a esperar a otra buena amiga nuestra, Macarena (todo el mundo la llamaba Mac pero yo siempre la picaba mucho llamándola Macarena). Cuando llegó seguimos el trayecto hacia el mismo instituto, Comendador Dalo.Cuando llegamos ya había tocado el timbre así que cada una se fue para su clase.

Cuando entré a mi clase , 3ºF, ya estaba el profe sentado pasando lista, por lo que entré medio corriendo a sentarme a mi sitio. Nos tocaba inglés, un coñazo a primera hora. La clase fue entretenida hasta que el profesor se enfadó con Mario, un compañero que repitió curso, y nos puso a todo el mundo 8 ejercicios de más. Que rollo yo tenía pensado ir al cine pero parecía que no iba a ir.

Por fin finalizó la clase, todos nos levantamos y nos pusimos a hablar. Y sólo faltaban 5 horas más de clases y a casa.

Lo que no me esperaba es que dentro de 6 horas las cosas cambiarían mucho para mí.


Llego Sin AvisarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora