.

28 4 1
                                    

¿Era esto acaso una mala broma?

Se suponía que la urna estaría llena de sólo papelitos con mi nombre.
Me había arrebatado a mi hija de la manera más despiadada y cobarde.
Estaba parada un paso adelante del resto de las vencedoras.
La voz diciendo otro nombre que en verdad no era mío me volvía loca por dentro aunque mi cuerpo no reaccionaba.
Ibsen caminó hacia mi para que retrocediera a la fila cuando mi garganta reacciono.

-¡Me ofrezco como Tributo Voluntaria!-

Sentí como todos voltearon sus miradas hacia mi, incluso el mismo alcalde e Ibsen.
No entendían la razón del porque me ofrecía en lugar de Matilde.

-¡Me ofrezco como tributo!- repetí de nuevo.

Ibsen estaba de vuelta al frente del micrófono y aún sin entender la razón, acepto mi decisión que para todos era una estupidez.
A Matilde ni siquiera la conocía como para dar mi vida por ella, pero esa no era mi razón.
Ruggero estaba haciendo de mi vida un verdadero circo y tenía que pagar por eso, se estaba divirtiendo conmigo como su conejillo de indias.
La gente me miraba como si estuviera loca y pues así me veía ofreciéndome voluntaria por alguien que no tiene nada que ver conmigo.
Ruggero debe de estar muriendo de risa.
La cosecha estaba lista.
Pronto el joven Darío y yo entramos al palacio de justicia, como ya conocía el protocolo, ambos fuimos dirigidos a espacios diferentes para que nuestros familiares pudieran despedirse de nosotros
Yo no tenía a nadie que viniera a verme antes de entrar al vagón y marchar rumbo al Capitolio.
Espere varios minutos en ese cuarto sólo pensando en como llegar hasta Ruggero y matarlo.

La puerta pronto de había abierto, un par de agentes de La Paz habían vuelto para escoltarme hasta el vagón.
Recorrimos todo el pasillo del palacio hasta salir por la puerta principal.
Un par de autos negros muy elegantes nos esperaban para llevarnos hasta la vías del Ferrero.

-¿Porque te ofreciste tributo?.- pregunto Darío.

No sabía que decir, era sólo un niño de 16 años, no sabía si podría entender el porque lo hice.

Más aun sin embargo tome la decisión de contárselo.

-Ruggero ah raptado a mi pequeña, el hizo un trato, tenerme en los juegos de nuevo e intentara ganar, sólo así me devolvería a mi hija.-

El Chico me quedo viendo por unos segundos y replico.

-¿Y si aún ganando o no la recuperas?.-

Otra vez esa pregunta que daba vueltas en mi cabeza, también el lo pensaba, sabía o al menos imaginaba lo malvado que podría llegar a ser...
Cuando otra pregunta salió de su boca nuevamente.

-¿Y si se ensaña en ti y te mata buscando mil maneras?.-

No sabía sí Darío buscaba ayudarme o atormentar más mi existencia.

-¡Yo te ayudare!.- esa frase que no había escuchado desde que Marían Anne había muerto.
Me dio un enorme alivio a mi ser, sólo jale un poco mi cuerpo hacia Darío y di un fuerte abrazo diciendo "gracias"

Los autos se habían detenido, una multitud de gente estaba en la estación.
Cámaras del Capitolio y fotógrafos que lo único que buscaban eran hacernos olvidar íbamos a un matadero y hacernos sentir como artistas.

Pero eh vivido esto antes y no me deslumbra, al menos no como a Darío.
Ahora puedo ver todos los distractores que usan para que nos volvamos locos no sólo para ganar y seguir vivos, sino también para disfrutar de todos esos lujos.
El enorme vagón estaba de nuevo frente a mi, pero está vez sin Augusto.
Esto reviviría cosas que trataba de suprimir en mi conciencia y volverán a atormentarme.

Camine junto con mi compañero para entrar en el tren, Ibsen nos acompañaba y como siempre hablando tanto que no le tomó importancia.
Sólo nos giramos para una última foto e imagen para los televisores y se cerró la enorme puerta de titanio sólido.

El viaje comenzaba de nuevo, esos enormes kilos de maquillaje, el estrés de ser la atención, de conocer las debilidades de cada uno de los demás tributos.

Esta vez no habrá mentores, cada distrito lleva una profesional y el chico de la cosecha, era como si la mamá cuidara que no maten a vuestro hijo.
Y era prácticamente lo que estaba yo haciendo.

Pensaba que estaría haciendo Zenda, si estaba feliz o angustiada de no verme, si en verdad me había creído que se iría de vacaciones, las lágrimas se querían salir de mis ojos que ahora rara vez se cerraban.
Darío caminaba por todos los vagones, comía de todo un poco y platicaba como si fuera amigo de hace años con el gritón de Ibsen.
Era como si yo no estuviera en la habitación, o al menos estaba tan apartada de mi entorno que no hacia caso a algo o alguien más.

El tren seguía en camino, jamás había deseado tanto estar en los juegos, de no ser por Zenda.

Camine hasta el vagón bar para servirme un poco de trago, quería relajarme un poco, tranquilizar mi cuerpo para mañana tener una buen charla con Darío sobre lo que son los juegos.
No quiero encariñarme con nadie, no quiero volver a sentir el dolor que sentí al perder a Marian Anne.

Aún recuerdo cuando en mi viaje de la victoria tuve que pasar por su distrito, llore como niña chiquita, era como mi hermana.
Pero siempre la recuerdo, tengo una foto de ella en la mesa de la sala.

Zenda la llama Tia Mary, me ha visto acariciar varias veces su foto y contarle mis cosas.
Ella lo hizo una vez igual, le preguntaba a la foto porque estaba yo triste que le preguntará a papá cuando lo viera, tenía aún 3 años y ahí supe que debería dejar la melancolía y cuidar de mi hija.

La tarde había caído y junto con Darío e Ibsen nos sentamos en el vagón restaurant para merendar algo.

Eran patatas con aderezo de apio, eran muy deliciosas, o tenía demasiada hambre que lo disfrutaba mucho, cruce un par de palabras con Ibsen.

Recordando cosas de mis anteriores juegos, cosas buenas no de esas que suelen alterarme.
Por un momento hubo risas y olvide de mis pensamientos absorbentes, hasta que la voz de Zenda salió del televisor .

Water above WeedsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora