.

21 1 0
                                    

Era una mal agradecida, le salvamos y no se molesto en decir un gracias.
Los tres estábamos a salvo de ser enterrados bajo tierra dentro de ese pantano.
Y un poco cansados por luchar con todas nuestras fuerzas.
Comenzamos a caminar y dudaba si sería seguro que Anayrin fuera con vosotros, sabía que era una asesina sin piedad, o al menos ¿esa era su forma de agradecerme?,-¿no matándonos.?
No nos hablaba y ni Dario, mucho menos yo intentábamos hacerlo.
Sólo le cedí el machete que traía conmigo antes de caer al pantano y no dudo en cogerlo enseguida, mientras me miro por unos segundos a la cara, pero la regreso de golpe.
Ya habíamos dejado por muy atrás el lodo pantanoso y el suelo era un poco más seco.
-¡Detengamos a descansar!.- dijo Anayrin
Se veía fatigada, bueno en realidad todos lo estábamos, sin decir que moríamos de sed, la deshidratación estaba cobrando el precio en nuestros cuerpos y necesitábamos encontrar agua o nos pondríamos peor.
El sonido agudo se hizo presente en el cielo, y junto con el, el himno y la foto de cada uno de los caídos hasta ahora, han muerto muy pocos y es razonable con tanto profesional en la arena, todos huyen de todos.
-Se sobré lo que ocurre con tu hija.- me dijo Anayrin mirándome.
-¿Que has dicho?.- le pregunte haciéndome tonta.

-Se que el tiene raptada a tu pequeña para hacerte sufrir y entrarás a los juegos.-
-La mayoría de los tributos lo saben y es por eso que todas las vencedoras queremos matarte.- me lo dijo tan seco que sonaba como si estuviera sobré de mi asesinandome, no sabía que decir más sin embargo le pregunte.

-¿Como lo saben?.-

No me respondió y se levantó de donde estaba sentada y camino por un lado de la malesa.
Darío y yo pronto decidimos seguirla, estábamos en busca de algún suministro de agua, abríamos paso cortando las leznas y escuchamos lejano aunque no tanto como sonaba el correr del agua.
Así seguimos unos 15 o 20 min más caminando hasta que las hojas de los árboles estaban algo humedecidas.
Frente a nosotros estaba un estanque con agua muy cristalina que al verla era casi imposible resistirse a beberla.
Mi garganta y lengua se encogieron de deseo por mojarse de ella y saciar mi sed.
Anayrin arranco una enorme hoja de plátano de una planta que está por ahí cerca y casi corriendo de acerco al estanque.
Zambulló con mucho cuidado la enorme hoja que apenas y mojó sus manos, y poco a poco se la acerco a la boca.
Darío camino al estanque y seguido fui yo.
Sumergimos nuestras hojas llenándolas igual de agua y veía como Anayrin se atragantaba de ella, cuando de pronto dejo caer su hoja con un poco de agua aún.
Se llevo las manos a la garganta y comenzó a dar un grito ahogado, mi impresión tanto como la de Dario hizo soltáramos nuestras hojas igual y veíamos como el cuello de Anayrin se comenzaba a derretir y su boca sangraba.
No era ni por lo más mínimo agua, voltee a ver las hojas y se estaban quemando.
-¡Es ácido!.- dijo Darío
-¡La esta deshaciendo por dentro!.- ninguno de los dos sabíamos que hacer y mientras veíamos temerosamente a Anayrin derretirse y dar vueltas en el suelo.
Poco a poco caminaba retrocediendo pero no podía dejar de verla, si todos hubiéramos tomado esa agua tan impaciente como ella ahora estaríamos muriendo de esa manera tan cruel y dolorosa.
Pronto el cañón había sonado y Anayrin estaba muerta, derretida con un enorme hueco en la garganta, yo estaba pegada a un árbol de espalda y Darío hincado, ambos mirábamos lo terrible que había sucedido y por un momento veía mi rostro en Anayrin y me veía muerta.
Camine con pasos muy pequeños hacia Darío y lo tome del hombro, no dejaba de ver el cuerpo y justo por arriba de su codo izquierdo lo levanté para que se pudiera poner de pie.
Lo abrace por abajo de su pecho y le sí la vuelta para alejarnos de ahí, dejamos de pensar siquiera en tener sed, ahora que íbamos a ser, teníamos que consumir líquidos antes de caer desmayados y presentar deshidratación.

El cuerpo de Anayrin iba quedando cada vez más lejos a nuestras espaldas, y Darío seguía en shock pero caminando.
Me hace recordar lo que sentí cuando vi a Augusto ser clavado con esa enorme estaca en el estómago, sabía que su pensamiento estaba en blanco y no era para menos, está arena era sádica por cualquier lado que la vieras o estuviera.
Pero tenía que ser precavida y mantenerme viva, ahora se que nadie podrá ser mi aliado y que están dispuestos a matarme al instante que me cruce en el camino de cualquier otro que no fuera Darío.
Comenzaba a sentir frío, la temperatura estaba disminuyendo y junto con ella la noche comenzaba a caer, a la vista una cavidad rocosa apareció y no dudé en llevar a mi compañero ahí para pasar la noche.
Cuide muy bien que no hubiera nadie a los alrededores, y poder descansar un poco.
Acurruque a Darío y me senté a su lado y logre escuchar como comenzaba a susurrar.
-¡Se derritió! !Se derritió!.-
Su mirada estaba llena de miedo y preocupación , lo cual no ayudaría en nada.
La arena registraba cuando sentíamos miedo y no quería volver a tener que batallar por vivir, o no por ahora que ah sido un día de muerte.
Acaricie su cabeza hasta que se tranquilizo y comenzó a cerrar los ojos hasta quedar dormido sobre mi hombro derecho.
Miraba a todos lados y mis ojos se cerraban algunos ratos pero los abría de enseguida, hasta que por fin el sueño me venció por completo.

Water above WeedsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora