Capítulo :3 Amueblar el desván del cerebro: el poder de la observación

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     Era domingo por la noche y había llegado el momento de que mi padre empezara su lectura vespertina. Hacía unos días que habíamos terminado El conde de Montecristo —después de un viaje angustioso que tardó meses en llegar a su fin— y el listón había quedado muy alto. Y allí, lejos de los castillos, las fortalezas y los tesoros de Francia, me encontré cara a cara con un hombre que podía ver a alguien por primera vez y decir con toda certeza: «Por lo que veo, ha estado usted en tierras afganas». Y la pregunta que se hace Watson —«¿cómo diablos ha podido adivinarlo?»— es la misma que me hice yo. ¿Cómo era posible que lo supiera? Me quedó muy claro que allí había algo más que la simple observación de los detalles.

     ¿O no? Watson se pregunta cómo ha podido saber Holmes de su estancia en ese país. Es del todo imposible que alguien pueda decir algo así simplemente... mirando. Y supone que, sin duda, alguien se lo habrá dicho.

«En absoluto», dice Holmes. Y prosigue:

              Me constaba esa procedencia suya de Afganistán. El hábito bien afirmado imprime a los                             pensamientos una tan rápida y fluida continuidad, que me vi abocado a la conclusión sin que                 llegaran a hacérseme siquiera manifiestos los pasos intermedios. Estos, sin embargo, tuvieron               su debido lugar. Helos aquí puestos en orden: «Hay delante de mí un individuo con aspecto de                 médico y militar a un tiempo. Luego se trata de un médico militar. Acaba de llegar del trópico,                 porque la tez de su cara es oscura y ese no es el color suyo natural, como se ve por la piel de                     sus muñecas. Según lo pregona su macilento rostro ha experimentado sufrimientos y                                   enfermedades. Le han herido en el brazo izquierdo. Lo mantiene rígido y de manera forzada...                 ¿en qué lugar del trópico es posible que haya sufrido un médico militar semejantes                                       contrariedades, recibiendo, además, una herida en el brazo? Evidentemente, en Afganistán».                   Esta concatenación de pensamientos no duró el espacio de un segundo. Observé entonces que               venía de la región afgana, y usted se quedó con la boca abierta.

     En efecto, el punto de partida parece ser la pura y simple observación. Holmes mira a Watson y, en un instante, capta detalles de su aspecto, su conducta, su actitud. Y a partir de ellos forma una imagen de aquel hombre como un todo, igual que el Joseph Bell de la vida real había hecho en presencia de un atónito Conan Doyle.

     Pero eso no es todo. La observación con «O» mayúscula —la manera en que Holmes utiliza la palabra cuando ofrece a su nuevo compañero una breve historia de su vida a partir de un solo vistazo— supone más que la observación normal (con «o» minúscula). No se trata solo del proceso pasivo de dejar que entren objetos en nuestro campo visual. Se trata de saber qué y cómo observar y dirigir la atención en consecuencia. ¿En qué detalles centramos la atención? ¿Cuáles omitimos? ¿Cómo captamos los detalles en los que elegimos centrarnos? En otras palabras, ¿cómo maximizamos el potencial de nuestro desván del cerebro? Recordemos otro consejo de Holmes: no dejemos que en él entre cualquier cosa; es mejor que esté lo más limpio posible. Todo aquello en lo que decidimos fijar la atención puede acabar en el desván; y no solo eso: su presencia supondrá algún cambio en el paisaje interior que, a su vez, afectará a todo lo que pueda entrar en el futuro. Así pues, debemos elegir con tino.

     Elegir con tino significa ser selectivos. Significa que, además de observar, debemos observar bien, pensando lo que hacemos. Significa observar con plena conciencia de que lo que percibimos —y cómo lo percibimos— formará la base de las deducciones futuras que podamos hacer. Significa ver la imagen completa fijándonos en los detalles importantes y saber contextualizar esos detalles en un marco más general de pensamiento.

¿CÓMO PENSAR COMO SHERLOCK HOLMES?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora