Puse un pie fuera de la habitación de las niñas y pude sentir un frío que calaba mis huesos. ¿Qué había sucedido? ¿Acaso sin darme cuenta ya era invierno?
Me burlé un poco por mi última pregunta, no podía ser invierno, sólo han pasado unas horas desde que estaba encerrada en mi habitación.
Mi sonrisa no duró mucho, escuché algunas pisadas. No quería regresar a la habitación de las niñas, así que corrí en dirección opuesta al sonido.
Corrí y corrí, hasta que mis piernas se sintieron entumecidas por el cansancio. Había corrido tanto, ahora me encontraba un piso más abajo que antes. Su ambiente era distinto.
Frío, silencio y se percibía la desolación en cada rincón. Parecía un lugar inhabitado, abandonado, pero no. Habían celdas con puertas de metal y una pequeña rejilla cerca del suelo por la que, he de suponer, darán los alimentos a los residentes.
-Aléjate...-escuché una especie de susurro casi inaudible.
Volteé mi rostro a todas direcciones, para descubrir de quién se trataba.
Nadie.
¿Acaso mi mente me estaba jugando un broma de mal gusto? ¿Y si era Luna? ¡Debería encontrarla lo más pronto posible! Si no fuera Luna, ¿de quién era esa voz?
-Vete...-replicó la misma cansada voz, esta vez un poco más fuerte. Era la voz de un chico.
-¿Qué? -Seguía girando mi cabeza a todos lados, pero... ¡Demonios! ¡No había nada!
Busqué en las celdas, algunas estaban vacías y tras con jóvenes paciente que no podía ver claramente. Todos estaban en silencio, como el niño llorón del almacén.
-¿Quién eres?-musité intranquila, el que una voz te hable y te ordena que te alejes no es algo muy cómodo.
-¡Lárgate!-Se escuchó un estruendoso y desgarrador grito.
El horrible grito hizo que mi cabeza adquiriera una punzada, sentía que todo se movía y todo volvía a tratar de estar en su sitio. Abrí los ojos, era yo la que sentía eso, pero no era lo que pasaba. Observé como la obscuridad tomaba aquel lugar.
Todo es negro. Todo es silencio.
Reaccioné asustada, me levanté como pude. No había nadie a mi lado, pero sentía que Luna me enviaba las fuerzas que necesitaba. Me sentía extraña, la oscuridad se había disipado un poco, pero no totalmente. Me acerqué a una pared, la necesitaría por si aquella punzada en la cabeza volvía.
Cambié mis pensamientos por algunos más útiles, tenía curiosidad por la voz, pero no lo suficiente como para abandonar mi libertad.
-Te dije que te fueras...- de entre la penumbra surgió un chico, era más alto que yo.
No respondí, tal vez por temor a que gritara de nuevo. Intenté irme en otra dirección, pero su voz me detuvo.
-¿La buscas no es así? -No era necesario mirarle para saber que me miraba con indiferencia.- A Luna.
Mis ojos se ensancharon, mis pasos se detuvieron y los pocos recuerdos que tenía con ella vinieron a mi cabeza. Ella me ayudó, me dio esperanzas y ahora me da fuerzas para seguir.
-¿La conoces? ¿Sabes dónde está ella?- Tenía muchas preguntas y pocas respuestas, le interrogué con frenesí.
-Algo así...-susurró con desgano.
Nunca puedes encontrar un lugar que sea agradable y tranquilo, porque no existe.
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Hi, guys.
En multimedia está Ágatha, es lo más parecido que encontré a ella, no me culpen. Debo admitir que me costó algo escribir este capítulo, no se porqué.
Pasando eso de lado, necesito ayuda. Ponerle el nombre al chico, estaba pensando el nombre de una estrella -del cielo,no de hollywood-
Si alguien tiene alguna sugerencia, por favor déjela en comentarios o me puede enviar un mensaje privado.
Bye~
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Mi amiga la Luna #FesBooksAwards
FantasyÁgatha, una niña de ocho años, se encuentra en un manicomio. Ésta pequeña es huérfana de padre y madre. Sólo tiene un pariente y es su tía Dan, hermana gemela de su madre, con la que desea estar. Al no soportar el trato en dicho establecimiento, b...