Cada roce... aún ardía en mi piel.
Cada beso... aún mojaba mis labios.
Cada palabra... aún flotaba en el aire.
Tus manos seguían recorriéndome, acariciándome, sintiéndome... erizandome la piel.
Tu boca perseguía mis lágrimas, las cuales caían y caían, terminando en el suelo.
Tus dedos, marcando el arco de mis pechos... bajaban hasta mi cadera y ahí descansaban, para después volver a subir...
Tu pierna enganchada a la mía, me tenía prisionera en ella...
Tu calor, aumentaba el mío, volviéndome loca.
tu aliento se mezclaba con el mío.
Tu cuerpo... encima de mí, cubriéndome, amándome, llenándome como si fuera el último día de nuestras vidas.
Grité. Grité por más.
Supliqué.
Lloré hasta el cansancio.
Y me diste más. Mucho más.
Y a la mañana siguiente, desperté en una cama fría y vacía.
Una sola nota yacía en la almohada, secas palabras en ella.
Me vestí, y salí por la puerta.
Como siempre hacía.
De día yo no era tuya, no era nadie.
Sólo las noches presenciaban lo ocurrido, el éxtasis, el engaño, el amor, todo.
Sólo de noche, yo era tuya.
Y vos nunca fuiste mío.

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Palabras a Nadie
De TodoHay palabras que sólo fueron hechas para ser arrojadas al aire, palabras que no tienen nombre, palabras que sólo son oídas por la nada, por Nadie.