El Vestido Rojo

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La otra noche, me puse  pensar.

Con el vestido rojo.

Ya sabes, ese vestido. El que tanto me gustaba. Tenía unas hermosas piedras cosidas en la manga, y era corto, cayendo en cascada por mis piernas. 

Bueno, ese vestido. Pensé en él.

Recordé la primera vez que lo compré; estaba de oferta, y era el último que quedaba. 

Me quedaba perfecto, como si hubiese sido hecho sólo para mi.

Me lo probaba todos los días, imaginando el momento justo para usarlo.

Sólo había pasado unos meses. Y el vestido, todavía seguía ahí, en el placard, colgado y sin estrenar.

Ese día, cuando llamaste, había llegado una invitación. Un evento, ya no recuerdo de qué era; sólo sé que podía usar el vestido, el vestido rojo. 

Estaba tan emocionada. Recuerdo que lo había sacado, y perfumado. Recuerdo que lo había dejado sobre la cama, mientras me iba, para encontrarme con vos.

Nunca fuiste. Estaba sola, en aquel bar. Pero por primera vez, no me había importado. Incluso no te había esperado demasiado tiempo; veinte minutos después estaba volviendo, a casa. 

Ahora entiendo, esa expresión de "totalmente ida". Ese día estaba así, ida. Quería usar ese vestido.

Pero cuando llegué a casa, el vestido no estaba sobre la cama. No estaba donde lo había dejado en la tarde.

Recuerdo que lo busqué, por todos lados. Las cosas volaban, se rompían, y tarde me di cuenta, que algunas de ellas, no las había roto yo.

Y entonces lo vi, el vestido roto, o lo que quedaba de él. 

Sólo me querías fuera de la casa.

E hiciste tu magia, cariño.

Siempre me pregunté, ¿Por qué?  No había necesidad de destruir nada. Pero lo hiciste. 

Nunca fue suficiente para vos. 

Yo nunca fui suficiente.






Palabras a NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora