Prólogo

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Sam entró a clase, caminó hasta su asiento dejando sus libros en la mesa. Giró su cabeza disimuladamente hacia él. Daimon. Y lo miró, Sam reprimió una sonrisa. Él reía con sus amigos y su risa se escuchaba tan clara que Sam volvió a sonreír.

A mediados del año anterior, Sam lo observó a Daimon por primera vez y ella realmente le pareció lindo, no sólo lindo sino que había quedado mirándolo sólo unos segundos. Jamás se había animado a hablarle. Ella pensaba que eran dos personas completamente diferentes.

Pero al pasar los días Sam se había dado cuenta que le gustaba sin siquiera conocerlo, quizá es una estupidez pero a ella le gustaba demasiado.

Quizá él la observó algunas veces pero no en la forma que Sam quisiera.

Sam estaba convencida que jamás la miraría como ella lo miraba a él.


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