Capítulo 12

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Los días pasaban y pasaban y todo era igual, siempre era igual. Sam lo miraba como cada día, menos los fines de semana lo cual lo extrañaba tanto que no sabía qué hacer, así que en esos días se limitaba a leer mucho más de lo que debía.

Era un día entre semana y Sam estaba sentada en el césped con un libro que no estaba leyendo porque se encontraba muy inquieta y distraída para leer. Por un momento se quedó tan concentrada en la pareja que estaba cerca de ella que hasta quería llorar, se sintió muy sola y vacía, le faltaba Daimon que jamás tuvo. Pero al ver a esa pareja de par de enamorados se dio cuenta de que era momento de hacer algo que la haga feliz y eso era hablar con Daimon. Al menos acercarse pero no sabía que podría decirle pero ya sabía qué hacer y tenía tanto miedo.

Entonces fue hacia al baño, y se paró frente al espejo viéndose a los ojos cafés y respiró hondo. Se dijo a sí misma: "Tú puedes hacerlo, puedes ir y hablarle Sam". Si alguien la encontrara hablando sola mientras se mira al espejo pensará que está loca, pero no es así. Era una buena forma de creer en uno mismo, o al menos intentarlo.

Así que al final de la hora cuando todos tienen que ir a sus casas, Sam esperaba frente a su casillero y esperaba a que Daimon esté en el suyo, y esté un poco vacío el pasillo. Cuando Daimon apareció, Sam cerró rápido su casillero y se dirigió hacia él. Estaba tan nerviosa que pensó que iba a vomitar y su corazón latía tan fuerte que no le sorprendería si lo vomitaba también.

Sam podía divisar su espalda, ella respiraba agitada e intentaba calmarse. Él hacía tanto ruido con algo dentro de su mochila, que una vez que llegó atrás de Daimoniba a tocarle su hombro. Pero una chica morena y de estatura baja gritó su nombre y Sam reaccionó con su mano colgada en el aire casi llegando al hombro, y Daimon levantó su cabeza y la chica de estatura baja señaló a Sam. Y Sam corrió a meterse a los baños que estaban a unos pasos de allí, Daimon al voltear no vio a nadie y lo otro es historia.


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