IV

53 5 1
                                    


IV

Adele dijo una vez una de sus canciones: "a veces el amor dura, pero otras en cambio duele". La verdad no sé lo que es el amor, nadie lo sabe. Recuerdo cuando en el instituto se lo pregunte a Alexa, mi mejor amiga. Ella me dijo "es sinónimo de locura", me quede insatisfecha con su respuesta. Solo tengo pocas cosas en mi mente, que permanecen conmigo; el nombre de Camila cabello es uno de esas cosas, otra es la frase anterior de Adele.

Otra cosa es que tengo miedo a que duela.

No sabemos hasta qué punto puede doler, o hasta qué punto puede llegar a destrozarnos. Solo sé que Ally siempre dice que nunca vas a sentir lo mismo, mi temor es no volver a ser la misma. Lamentablemente lo que no sabía, es que el amor me estaba arrastrando a los brazos de alguien que me estaba haciendo olvidarlo todo.

Como siempre recalco Camila Cabello era un virus que estaba acabando con mi sistema inmunológico, me estaba llevando a la decadencia.

Días después de nuestro encuentro estaba necesitada de más, era como esa película o libro que te deja picadísima para la secuela.

La verdad la secuela supero mis expectativas.

El siguiente encuentro sucedió más rápido de lo que esperaba, hasta podía contar los días con amabas manos. Fue una semana después del 27 de julio del 2015, en ese día nublado sentí una tormenta eléctrica por todo mi cuerpo.

La realidad es que no sé en qué punto termine por perderme, no lo sé. Pero el sentimiento que ella causaba en mí, ese deseo inevitable de volver a verla estaba ahí. No lo podía dejar ir, no la puedo dejar ir, estaba ahí en cada fragmento roto, en cada pieza...en mi vida.

La razón es quizás que la odie, pero al mismo tiempo no puedo hacerlo.

¡Es tan confuso!

Es demasiado abrumador, no saber con exactitud que causa realmente en mí. Lo malo es que no puedo dejar de pensar en ella.

Esta vez la mire, ella estaba sentada en la parte más apartada de una cafetería cualquiera, tenía puestos un par de auriculares blancos en sus oídos. Ella miraba la ventana como si hubiera algo escrito en el cielo, mientras tenía su libreta en mano. Su guitarra estaba a un lado de su asiento. Había algo diferente en su forma inexpresiva de actuar, escribía con rapidez cada 5 minutos. Me siento como una acosadora mientras saco mi cámara de mi mochila, no titubeo antes de tomar la fotografía.

Después de otros minutos, una mesera guapa le sirve café en una taza. La veo agradecerle, su cabello cubre parte de su rustro, sonríe con torpeza. Se ve muy sumida en sus pensamientos, me quedo en silencio sentada en la otra esquina de la cafetería, para mi suerte podía ver todos sus movimientos.

Pasan otros treinta minutos, no he ordenado nada, ella no ha tocado su café, continua escribiendo mientras mira hacía la ventana. Me pregunto que habrá de interesante, la veo arrancar la hoja de papel con brutalidad y hacerla bolita. Parece desesperada, su café esta frío, pone las manos en su cabeza mientras cierra los ojos.

Su cabello se desordena más que antes, obstruye la vista de su rostro. La mesera guapa se acerca y recoge su taza de café, termina remplazándola con otra taza de café caliente.

Sigo tomando fotos discretamente, mientras la veo escribir. Entonces de un instante a otro gira su mirada hacía a mí, nuestros ojos se encuentran. Es como si me saludaran, como si nuestros ojos se saludaran como viejos amigos. Me sonrojo cuando miro mi cámara posicionada para tomar otra foto.

XXVII... Veces(Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora