VIII

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VIII

Los días son como un pequeño salto. Salto. Cada vez que me encontraba con ella era como un salto en el tiempo, y cada vez que me sentía infinitamente feliz, era otro salto. No sabía como el tiempo que teníamos era tan contado. Pienso en cada vez sonrisa y cada mirada que nos dimos. Pero nunca encuentro el rastro de mentiras en las promesas incompletas que nos hicimos, la recuerdo hasta el más sublime detalle de su rostro, desde las mezclas de sus distintas facetas. ¿Quién era yo para odiarla?, ¿Quién era yo para impedir todo lo que sucedió?, ¿Quién era yo para evitar enamorarme perdidamente?, ¿Quién era yo para impedir que Camila Cabello se volviera el aire que respiraba?

No era nadie.

Aun así ella lo fue todo.

Nuestra historia fue tan efímera. Que aun puedo recordar nuestros encuentros demasiado bien, aun así me hubiese encantado que hubieran durado más que un 27.

Odio cuando las personas que se convierten en partes esenciales de nuestras vidas terminan borrándose como aquellas frases que solíamos escribir a la orilla de la playa (en la arena) antes de que la marea que iba y venía arrasara con ellas. El mar siempre arrasa con todo, así como las pequeñas diferencias, las distintas perspectivas de la vida. Así como pequeños secretos ocultos.

El orgullo es tan arrasador como las olas del mar.

Lo único que odio de mi misma, es que no soy capaz de odiarte. No soy capaz de dejarte ir, porque estás ahí, su nombre esta a todas las noches, todos los días, todas las horas, todos los minutos y todos lo segundos. Sé que nada dura para siempre. Tan bien que viví atrapada en una burbuja todo este tiempo. A pesar de que la vida apestaba. Ella convertía los días malos en días buenos, los buenos los convertía en mejores. Mi mente no puede soltarla, porque soltarla sería como soltar una parte de mi misma que me opongo a perder. Perder esa parte seria perderlo todo.

Ella siempre sonreía entre capas de maquillaje que cubrían su rostro (hasta capas invisibles que nunca note), entre un montón de seguridad.

En nuestro octavo encuentro me mostro la mejor forma de sobrellevar lo efímera que sería nuestra relación. Lo hizo sin darse cuenta, estaba tan concentrada en aquella escena que ella no se dio cuenta. Lo hizo de una forma tan inocente que creo que ella nunca llego a darse cuenta.

Ni ahora.

Camila Cabello.

Ojala lo nuestro nunca hubiera existido.

Recuerdo bien ese día, estaba dormida. Cansada más que nada. Había velado los sueños de Ally, no había parado de llorar. No había preguntado la razón de su pesar. Solo recuerdo que después de la tranquila cena que habíamos tenido con mi familia, ella había recibido la llamada de alguien, que la terminó por deshacer. Lloro y lloro.

Yo estuve ahí sosteniéndola y recogiendo cada pedazo de su corazón, como siempre lo hacía. Cantándole en el oído canciones de cuna para que durmiera. Pero entonces el sonido de una canción distorsiono mis sueños, desperté con el tono de llamada de mi ¡Phone.

Yo: ¿Hola?—bostece adormilada.

¿?: Lauren Jauregui— escuche su voz.

Yo: ¿Camila?—pregunte atontada.

Camila: Si, soy yo, y qué bueno que despiertas es hora que te vistas y salgas a fuera— me dice con esa emoción desbordante que salía fuera de mi ¡Phone.

Yo: ¡Haz perdido la cabeza!, Camila son las 6 am— le digo cansada mirando a Ally que se removía contra mi pecho, por un minuto creí que despertaría, pero se quedo dormida.

XXVII... Veces(Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora