Capítulo II

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Capítulo II: Estoy loca, definitivamente perdí la cordura ¿Alguien sabe por dónde para el manicomio más cercano?

Mañana tenía examen de latín y, como siempre, me había dejado llevar por mis fantasías y no había estudiado ni prestando atención en todas las últimas clases.

Mi cabeza siempre andaba metida en "Encadenada a lo imposible", mi relato todavía inacabado.

Me resultaba extraño encontrarme en ese nivel de absorción, en ocasiones llegué a pensar que… bueno, que el universo de mi escrito me secuestraba, alejándome del mundo real.

Sacudí mi cabeza.

Esta tarde tenía que ir urgentemente a la biblioteca a estudiar, o si no… suspendería.

¡¡Suspenso!!

Argg… La simple mención de aquella palabra me producía escalofríos; no quería defraudar a mis padres en eso. Ya les había fastidiado bastante al salirles rarita. ¿Desde cuándo la hija de el chico sexy y deportista y una rubia natural prototipo de animadora era una inadaptada gótica?

Tengo genes de triunfadora… ¡¿Por qué nací así?!

Frustrada, me masajeé las sienes, yo nunca seré como los demás por mucho que lo desee.

Miré mi reloj. Eran las cinco, la biblioteca acababa de abrir.

Me puse en camino.

Mientras me dirigía hacia el recinto, repasé mentalmente las cualidades de Luca, uno de los personajes principales de mi relato, aparte de Selene. Mi historia trata de un amor imposible y desgarrado. Me encantan los dramas.

Luca era un vampiro y, como tal, tenía sus cualidades: pálido, increíblemente atractivo, gélido, inmortal… Y, al contrario de la mayoría de libros, mis vampiros no temen al ajo o a los crucifijos; me resultaba bastante poco interesante ese hecho, por eso lo eliminé.

Por el contrario, los licántropos sí que son sensibles a la plata y su sangre coagula con una rapidez sobrehumana, por lo que cuando se forman heridas, rara vez se desangran; eso les hace bastante invulnerables.

La única manera de eliminar a un licántropo es o decapitándolo o generándole una herida lo bastante grande para conseguir que éste fallezca desangrado.

Ambos, tienen un tratado; los vampiros no se deben relacionar con los humanos, a no ser que quieran que los licántropos los eliminen ya que si un humano conoce mínimamente el secreto de su mundo, el licántropo se verá obligado a quitarle la vida.

Al contrario de lo que suele pensar la gente, a los vampiros les agrada encontrarse con mortales y raramente los liquidan, ya que son su fuente de alimento principal.

En la mayoría de ocasiones en las que beben sangre de ellos, lo hacen cuando duermen, así resulta más sencillo ya que el humano no se enterará del mordisco puesto que la ponzoña trae un anestésico que elimina el dolor del mismo.

Finalmente llegué a mi destino; en cuanto entré en el recinto, me vi asediada por las miradas furtivas de la mayoría de personas que se encontraban allí.

Resulta muy sencillo juzgar a aquel que tiene unos gustos poco comunes.

Me dirigí hacia una de las mesas de estudio limpias, saqué mi material y empecé a hincar el codo.

***

Eran las ocho y media de la noche e iban a cerrar.

Recogí mis libros cansada, y deseosa de poderme hundir en la sábanas de mi cama.

Encadenada a lo imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora