Capítulo VI

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Capítulo VI: Cuando mis padres me empiezan a entender, mi mejor amiga desaparece... Guay. ¿Es que nunca nada e tiene que salir bien?

Una vez llegamos a nuestra habitación, mi amiga empezó a hablar:

—Madre mía, Luna, ¿supiste el momento de marrón que me hiciste pasar con la discusión de tus padres? Buah, yo estaba allí plantada sin saber qué hacer como una idiota, en plan "Bien, yo aquí sobro, la peña no se da ni cuenta de mi presencia".

Me habría reído de su comentario si ahora mismo no estuviera tan tensa por lo leído en el periódico. Paula, por el contrario, parecía haberse olvidado completamente de las desapariciones; estaba demasiado ocupada despotricando por lo que le dije a mis padres.

Su móvil sonó.

Mi amiga escuchó el teléfono; contestó con los ojos aún excitados por nuestra conversación y comenzó a hablar demasiado rápido.

Su ánimo fue decayendo, conforme la conversación iba avanzando, lo que me hizo suponer que algo no iba bien.

En cuanto colgó, me miró a los ojos con culpabilidad.

—Me tengo que ir— afirmó ella en voz baja con un timbre repentinamente serio.

Le lancé una mirada alarmada, no podíamos separarnos ahora, teníamos que mantenernos unidas.

— ¿Adónde?

Se encogió de hombros con suavidad, bajando aún más el tono.

—Ams… Bueno, mis padres me han dicho que tenemos que hablar— hizo una pausa como si le costara pronunciar las últimas palabras—, para mí que justamente hoy han tomado forma todas nuestras especulaciones sobre ellos; se divorcian.

Suspiré, ambas sabíamos que iba a ocurrir, siempre discutían, y como consecuencia no hacían caso a mi amiga, cosa que hizo que todo empeorara aún más.

Le lancé una mirada de apoyo, sin saber realmente qué podía hacer para intentar subir sus ánimos.

— ¿Estás bien?, ¿necesitas algo? La verdad es que no se me ocurre nada que decir para que te sientas mejor, tiene que ser muy duro.

Me lanzó una sonrisa amarga.

—No, lo tenía ya bastante asumido, ambas sabíamos que éste momento tenía que llegar.

Asentí con entendimiento.

—Que sepas que me tienes aquí para lo que quieras— fue lo único que se me ocurrió para reconfortarla.

Forzó una sonrisa.

—La que debería de ayudarte soy yo, que por lo que estoy viendo tú eres la que tienes más problemas.

Pasé una mano por mi cabello escarlata con cansancio.

—La verdad es que no entiendo por qué se nos han venido todas las catástrofes de golpe.

Frustrada, esperé su respuesta.

—Supongo que la vida es así.

Me levanté y la abracé, intentando transmitirle seguridad.

—Llámame cuando puedas y me cuentas, ¿de acuerdo?

Ella asintió.

—La verdad es que aún no estoy completamente segura de que vaya a ocurrir, pero el "tenemos que decirte algo importante sobre papá y yo" te da a pensar mal y si sumas nuestras sospechas, aún peor— forzó una sonrisa—. A lo mejor, no es nada.

Le lancé una sonrisa amarga, sabía que su afirmación era falsa, que la ruptura entre sus padres era un hecho más que sabido por nosotras, ya que había veces que ni siguiera se hablaban en días; las discusiones eran cada vez más fuertes y todo el mundo conoce las consecuencias de ello; el amor, en ocasiones, se acaba.

Encadenada a lo imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora