Capítulo VII

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Capítulo VII: Han secuestrado a mi mejor amiga y, ahora mismo, me dirijo hasta mi muerte; ¿era yo la que me quejaba de tener una vida poco interesante?

Me incorporé tomando fuerzas, antes de correr a mi casa en busca del relato.

En cuanto lo encontré, pasé varias páginas hacia atrás, buscando alguna breve descripción de lo que ocurriría, un "algo" que avisara de su secuestro.

Me detuve en seco en cuanto terminó el capítulo en el que estaba ahora, me encontraba en el siete y no podía pasar al seis, era como si una fuerza invisible opusiera resistencia a mi retroceso, mandaba la orden mental de mover las hojas y, esta, no surtía efecto.

Furiosa, me mordí la lengua para no soltar ninguna blasfemia, conocía la respuesta del por qué no podía.

Tendría ventaja si pudiera rememorar los hechos ya ocurridos, porque seguramente algún detalle hará sido pasado desapercibido; por el contrario sí podía avanzar algún capítulo, porque no es seguro lo que pueda ocurrir en él ya que lo que nos vaya a suceder puede variar a favor de que siga adelante la trama.

Enfadada, tomé mi bolígrafo negro de mi bolsillo e intenté en vano escribir sobre "Encadenada a lo imposible"; la tinta no impregnó el papel, consiguiendo así que no pudiera modificar lo ocurrido.

Lentas lágrimas de impotencia cayeron sobre la hoja de mi relato, la tinta no se corrió.

—Luna, ¿estás bien?— inquirió Carlos, se encontraba a mi espalda en forma humana.

—Mi mejor amiga acaba de ser secuestrada por una panda de lobos lunáticos y me preguntas que si estoy bien— sollocé furiosa.

Histérica, intenté controlarme en vano, no sabía lo que ocurriría si mamá o papá se despertaban.

Me dejé caer al suelo, impotente, era la primera vez en mi vida que no se me ocurría nada que pudiera hacer.

Sentí como la gélida mano de Luca se posaba sobre mi hombro, en señal de consuelo.

Tanto Carlos como Luca permanecieron unos instantes callados, como si no supieran que podrían hacer.

— ¿Y si fuéramos a por ella?— inquirió el vampiro aparentemente conmovido por mi llanto rompiendo el silencio, parecía hablar enserio como si lo hubiera meditado durante horas.

— ¿Estás loco?— le contestó Carlos con brusquedad—, eso es lo que esperan que hagamos, están preparados para ello; ir allí sería un suicidio.

Luca gruñó.

— ¿Y entonces que hacemos?, ¿quedarnos como estatuas sin hacer nada mientras le quitan la vida a su amiga?

Mi sofoco aumentó en cuanto Luca terminó su frase, el mero hecho de pensar que Paula se moría me producía un indescriptible dolor en el pecho, como si se abriera una brecha en él.

Temblé sin conocer la razón de ello.

—No…N…No quiero que se muera, por favor… haced algo— logré pronunciar entre lágrimas.

Vampiro y licántropo se miraron, como si ambos pensaran lo mismo.

—Lo más probable sea que alguno de los dos no salgamos con vida— empezó Luca—. Ese es un riesgo que yo estoy dispuesto a asumir.

Carlos por primera vez en su vida, borró su máscara bravucona del rostro, antes de afirmar:

—Yo también.

Se produjo un breve silencio en la sala antes de que el licántropo volviera a hablar.

—Se encuentran reunidos en el polígono, ocultos entre los campos de naranjas, hay una barraca que utilizan como local de reuniones, lo más probable es que tengan encerrada a Paula ahí mientras preparan la fogata para carbonizar su cuerpo y así impedir que queden restos después de su defunción. Si logramos sacarla de la barraca sin que se den cuenta, tendremos una oportunidad.

Encadenada a lo imposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora